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La clave de las elecciones catalanas: los 600.000 indecisos huérfanos de CiU
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¿logrará cautivarlos puigdemont?

La clave de las elecciones catalanas: los 600.000 indecisos huérfanos de CiU

Representan el 28% del censo y buscan a quién votar. Los votantes de la antigua Convergència i Unió, nacionalistas pero no independentistas, serán decisivos este 21-D

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Se acaba la campaña más extraña de todas las elecciones autonómicas que ha tenido Cataluña en las últimas décadas. Y no es solo porque los cabezas de lista de dos de las candidaturas sean los grandes ausentes, sino por las características de los mensajes y por la intensidad de los mismos. De hecho, el que Oriol Junqueras, el gran favorito, líder de ERC, esté en la cárcel y que Carles Puigdemont, cabeza de lista de Junts per Catalunya (JxCAT), se encuentre huido en Bélgica son dos elementos que ya de por sí distorsionan el desarrollo normal de una campaña electoral. Y la enorme bolsa de indecisos, un 28%, puede decidir todo.

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Los últimos 15 días se notó especialmente el posicionamiento de los partidos que concurren a los comicios en dos bloques: los partidarios de la independencia y los constitucionalistas. Evidentemente, no se trata de un plebiscito para determinar si Cataluña se va a separar de España, aunque el posicionamiento de las formaciones así lo dé a entender en muchas ocasiones. Ello no obsta para que haya sido inevitable esa división en bloques del espectro político catalán. En las lindes de esos espacios políticos se sitúa una bolsa de electores, en otros tiempos nacionalistas, que decantará la balanza pero que, en parte recela del secesionismo.

Foto: Carteles de campaña de la candidatura de Puigdemont. (Reuters)

Lo que se dirime, en realidad, es si el voto del independentismo pierde fuelle o continúa creciendo. No se ha de olvidar que hace un lustro el sentimiento separatista catalán era poco menos que residual, pero la gran campaña de concienciación desde los partidos nacionalistas, desde las instituciones catalanas y desde las organizaciones municipalistas y cívicas acabó provocando la formación de un gran bloque soberanista que obedece más a consignas y entelequias propagandísticas que a razonamientos lógicos. Pero, sea como sea, el sentimiento independentista en Cataluña creció espectacularmente hasta situarse en poco más del 47% de la población en 2015.

El soberanismo rebaja expectativas

Los soberanistas, no obstante, no ponen ahora el listón muy alto. “La primera reflexión que hay que hacer es que la suma del independentismo se ha de situar alrededor de 2.050.000 votantes, porque esa fue la cifra de síes que hubo en el referéndum del pasado 1 de octubre”, afirma a El Confidencial un dirigente soberanista. Con esa cifra, pues, el listón queda muy por debajo del 47% del voto total obtenido en las elecciones del 27 de septiembre de 2015. Sin embargo, supera al total de votos obtenidos el 27-S por JxSí y la CUP, que no llegaron a los dos millones y que, aun así, obtuvo la mayoría absoluta en escaños (72 diputados de un Parlamento de 135 escaños)

La segunda reflexión, sin embargo, es más importante: se trata de saber si el porcentaje de voto independentista se mantiene respecto al 27-S. En este sentido, hay una cierta preocupación por la posibilidad de que “el voto que se está movilizando pueda ir al bloque no independentista”. De hecho, se da por seguro que el porcentaje de voto independentista bajará respecto a las últimas elecciones, aunque los votos totales suban. Ello se debe al aumento espectacular de la participación, puesto que quien se ha movilizado ahora es el electorado constitucionalista.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. (EFE)

Y, por último, una tercera reflexión apunta ya a los resultados finales y trata de poner en valor si el bloque soberanista obtendrá más escaños que el bloque constitucionalista. De hecho, el reparto de los escaños por demarcaciones beneficia a los partidos catalanistas, que son los más votados en zonas rurales, en las que con muchos menos votos tienen más escaños que las urbanas. “Para analizar estas elecciones, ha de tenerse en cuenta que no son unas elecciones normales, sino atípicas. Además, tienen una fuerte polarización. Jamás había habido una situación semejante”, explican las fuentes.

Lo que arrojan las encuestas es una dura pugna por ganar los comicios. ERC es la candidatura favorita en las encuestas, aunque algunos sondeos le dan a Ciudadanos un buen resultado, tanto como para poner nerviosos a los republicanos, a quienes pisan los talones. La lista de Puigdemont, que partía casi desahuciada hace un mes, logró remontar en las encuestas y se sitúa ahora en la tercera posición, aventajando al socialista Miquel Iceta, que también experimenta una importante subida de voto.

Los vetos cruzados para formar gobierno

De hecho, Iceta ha recibido en los últimos días un aluvión de apoyos que hace poco serían impensables. Nombres como los democristianos Josep Antoni Duran i Lleida, Lluís Alegre, Jordi Casas o Ignasi Farreres, el exconvergente Josep Miró i Ardèvol (que en un periplo ultracatólico llegó a encuadrarse en el independentismo radical), el también exconvergente Josep López de Lerma o el expopular Manuel Milián Mestre dan una idea del terremoto político que se ha producido en Cataluña. Y no hay que olvidar que el tercero de la candidatura de Iceta es el democristiano Ramon Espadaler y cierra la lista por Barcelona el excomunista Carlos Jiménez Villarejo, exfiscal Antincorrupción y exsocio de Podemos.

Foto: Una pequeña urna de cartón en el Parlamento de Cataluña. (EFE) Opinión
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Se dio la circunstancia también de que Podemos llegó a la campaña con una rueda pinchada: su hasta hace poco líder en Cataluña, Albano Dante-Fachín, se rebeló contra Pablo Iglesias y protagonizó una escisión en la formación. Así, mientras los ‘podemitas’ apuestan por Xavier Domènech y su Catalunya En Comú Podem (CECP), Fachín se dedicó a apoyar con su presencia mítines tanto de la CUP como de ERC.

Lo curioso del caso es que CECP puede ser la llave que dé el Gobierno a un bloque o a otro. De momento, la CUP, que puede bajar algunos escaños, se posicionó negando la investidura del representante de cualquier partido que no apueste por la unilateralidad. Ello implica que no permitirá la investidura del líder de JxCat pero tampoco la de un representante de ERC, ya que esta formación lleva en su programa el descarte de la unilateralidad a favor de la bilateralidad.

Así, debería ser el ‘común’ Domènech el que, si los votos llegan, permitiese formar gobierno a republicanos o convergentes. Pero el líder de CECP ya anunció que no votará nunca un ejecutivo presidido por Carles Puigdemont o por Inés Arrimadas. Se muestra dispuesto, eso sí, a apoyar la investidura de Miquel Iceta, siempre y cuando éste acceda a formar un tripartito con ERC y con CECP. Pero el socialista no quiere más experimentos con los republicanos y se decanta por otras fórmulas, que pasarían por aceptar el apoyo de los constitucionalistas, sean de izquierdas o de derechas.

Foto: Miles de personas se concentran en el Paseo de Gracia de Barcelona el pasado 29 de octubre. (EFE)

Atraerse a los votantes huérfanos

Pero para que los sueños de los cabezas de lista se cumplan, antes han de haber sabido conquistar una bolsa de 600.000 votos huérfanos. “Son los votos de la gente que votaba a CiU y que ahora no sabe a quién hacerlo. Es cierto que algunos de estos votos pueden venir hacia la candidatura de JxCAT, pero la incógnita es saber a dónde se irá el grueso de esa bolsa de votantes, porque son nacionalistas y no independentistas. Y no es cosa menor, ya que esos 600.000 votos representan al 28% de los votantes, lo que, en última instancia, puede hacer decantar la balanza hacia un lado o hacia otro”, admiten fuentes del PDeCAT.

En la exConvergència se espera que una parte importante de ese segmento “vuelva a casa” por Navidad y, en parte, la campaña de Puigdemont ha ido encaminada en buena medida a lanzar guiños a ese electorado. Habrá que ver si consigue retener la masa convergente y dar el ‘sorpasso’ el 21 de diciembre o bien los huérfanos de Convergència miran ahora hacia la nueva centralidad que ha comenzado a articularse alrededor de Miquel Iceta.

Se acaba la campaña más extraña de todas las elecciones autonómicas que ha tenido Cataluña en las últimas décadas. Y no es solo porque los cabezas de lista de dos de las candidaturas sean los grandes ausentes, sino por las características de los mensajes y por la intensidad de los mismos. De hecho, el que Oriol Junqueras, el gran favorito, líder de ERC, esté en la cárcel y que Carles Puigdemont, cabeza de lista de Junts per Catalunya (JxCAT), se encuentre huido en Bélgica son dos elementos que ya de por sí distorsionan el desarrollo normal de una campaña electoral. Y la enorme bolsa de indecisos, un 28%, puede decidir todo.

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