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Los catalanes están hartos del 'procés': "He vuelto a hablar de series con mis amigos"
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HAY MUCHAS MENOS BANDERAS EN LOS BALCONES

Los catalanes están hartos del 'procés': "He vuelto a hablar de series con mis amigos"

Después de tres meses de intenso debate sobre la independencia, la sociedad catalana trata de volver a la normalidad. Muchos se sienten agotados emocionalmente

Foto: Banderas esteladas junto a una señera y una bandera de España en Barcelona. (Reuters)
Banderas esteladas junto a una señera y una bandera de España en Barcelona. (Reuters)

El pulso del 'procés' se puede tomar en banderas. En septiembre y octubre, los balcones y ventanas de Cataluña estaban llenos de esteladas y de pancartas del ‘Sí’ en amarillo, verde y morado. En muchas ciudades medias, los trapos casi colonizaron las fachadas. Lo mismo en Barcelona. Miles de turistas pasearon durante semanas por el Raval o el Borne bajo un manto de banderas independentistas. Muchos se dedicaban a tirar fotos a los balcones, entre curiosos y sorprendidos. Hoy, sin embargo, aquellas fachadas apenas exhiben una estalada huérfana, y han aparecido para quedarse multitud de senyeras (la bandera constitucional) y banderas de España.

"Los no independentistas están muy cansados de tanta política y yo creo que los independentistas están decepcionados, aunque no lo reconozcan por orgullo. En mi calle no hubo muchas banderas cuando el referéndum, pero ahora ya no queda ni una", cuenta Albert, residente en una capital de comarca. "Yo diría que desde que se fue Puigdemont a Bruselas y metieron a los 'consellers' en la cárcel la cosa se ha calmado mucho. Esa fue la última vez que he visto a mis conocidos cabrearse y discutir de política", prosigue. Albert, comercial de maquinaria, reconoce que no está siguiendo los mítines y debates de la campaña electoral. "Vi un rato el debate de La Sexta [domingo] pero es que es más de lo mismo".

placeholder Muchos balcones han guardado sus esteladas en los últimos días en Catalunya. (D.B.)
Muchos balcones han guardado sus esteladas en los últimos días en Catalunya. (D.B.)

"Hubo una época que en el grupo de Whatsapp y cuando quedábamos los amigos no se hablaba de otra cosa. Un día un amigo se salió del grupo y decidimos que ya bastaba, que esto no iba a acabar bien. Ahora hemos vuelto a hablar de series, de películas y de música y el ambiente es mucho mejor", reconoce con cierto alivio Ana, miembro de un grupo excursionista en el que la mayoria de integrantes son soberanistas.

Sonia, que se reconoce apolítica, también tiene muchas amistades a favor de la república que ahora mantienen un perfil bajo. "No sé por qué ya no hablan tanto de la independencia, no les he preguntado porque no quiero ni sacar el tema. Estoy harta, solo quiero que pasen las elecciones y se termine esto ya. Me da igual quién gane pero yo no aguanto un año más hablando de lo mismo".

Solo quiero que pasen las elecciones y se termine esto ya. Me da igual quien gane pero no aguanto un año más hablando de lo mismo

Sonia trabaja en una empresa de componentes eléctricos que vive de vender sus productos al resto de España en la que paradójicamente los directivos son independentistas. “Yo no me meto en sus conversaciones porque no quiero que me den lecciones y lo único que gano es cabrearme. Sí que siguen comentando lo que pasa pero nada que ver con el monotema que había antes. Supongo que estarán aburridos también. Por mí mejor, el ambiente es mucho más relajado".

Que el ambiente sea relajado no significa que ahora en Cataluña se pueda opinar abiertamente en el trabajo si tus tesis no coinciden con el discurso oficial del Govern. De ahí que tanto Sonia como el resto de entrevistados prefieran aparecer sólo con su nombre de pila. "Si yo ahora me pongo a decir que mis compañeros 'indepes' también están hartos me ponen una cruz como una casa", dice esta última.

placeholder Los siete candidatos a la presidencia de la Generalitat en el debate de La Sexta. (EFE)
Los siete candidatos a la presidencia de la Generalitat en el debate de La Sexta. (EFE)

Una anécdota que refleja la necesidad de muchos catalanes de zanjar ya tanto debate y discusión política con su entorno es la de Pedro, empresario. Harto de enfadarse con su dentista, amigo suyo y votante independentista, hace semanas decidió que tenían que parar de mandarse puyas por el móvil y dejar de hablar del 'procés'. "Le dije que con el odio que me estaba cogiendo tenía que cambiar de dentista porque es alguien que te tiene que meter un pincho en la boca", dice con sorna.

María, como Pedro, se confiesa no independentista y suele dar su opinión en su empresa. O solía, porque desde que la Audiencia Nacional encarceló preventivamente a los 'consellers' y Carles Puigdemont se fue a Bruselas, ha dejado de hablar del tema. "Le dije a una compañera que me parecía muy bien que a Puigdemont lo metieran en la cárcel y acabó gritándome. Le dije que se calmara y desde entonces hemos decidido no hablar de política. Lo que pasa es que ella muchos días se va a comer a su casa y vuelve muy calentita porque ha visto las noticias de TV3, pero ahora ya me dice 'mejor no digo nada' y seguimos hablando de trabajo o de lo que sea". María solo hablaba del 'procés' con algunos compañeros, porque en su empresa, afirma, "la mayoría de trabajadores son extranjeros y a ellos les da igual esta historia".

'Memes' en lugar de noticias

Los catalanes consultados coinciden en un apunte muy revelador de esa descompresión social. Ahora la mayoría de mensajes que se reenvían en los grupos de Whatsapp no son las llamadas a la movilización callejera de Òmnium Cultural y la ANC o titulares de prensa hirientes hacia el Govern. Lo que más circula hoy sobre el 'procés' son los 'memes' de humor, ya sean de Puigdemont, Arrimadas o Rajoy. "A veces estás en el trabajo y te dicen mira esto, y suele ser un chiste. Si no es eso, en mi empresa ya casi no hablamos de política. Si hay algo muy puntual, por ejemplo lo de Bruselas o alguna novedad con el tema de la cárcel sí se comenta. Pero muy por encima. Las conversaciones han vuelto a ser las de antes, cosas de trabajo, el día a día de cada uno, la familia, el fútbol...", explica Toni, que trabaja en una empresa catalana puntera en su sector.

placeholder Dos ejemplos de los 'memes' de humor que circulan por los grupos de Whatsapp.
Dos ejemplos de los 'memes' de humor que circulan por los grupos de Whatsapp.

Toni cuenta un episodio que confirma cierta desmovilización del votante 'indepe'. "En el grupo de padres del colegio de los niños hubo bastante gente que se estaba organizando para ir a la manifestación de Bruselas [7 de diciembre]. Al final no sé si llegaron a ir cuatro en un coche".

El desgaste emocional luego de tres meses de intenso 'procés' afecta también a la gente del resto de España. María explica que en el grupo de Whatsapp del pueblo de sus padres, en Aragón, llegó a ser habitual que unos mandasen fotos y noticias en favor de España y otros en favor de la independencia y "había bastantes piques en plan broma y algunas discusiones serias también". "Ahora ya ni los españoles mandan nada ni los 'indepes' tampoco, han parado de golpe". Una bajada de tensión que, admite, le alegra.

Ninguno de los entrevistados está siguiendo los mítines y la actualidad de la campaña del 21-D. En parte por hastío y en parte porque tampoco solían hacerlo en anteriores elecciones. Lo que sí admiten como novedad es un posible cambio en su intención de voto. Alguno, como Toni, piensa en pasarse del voto soberanista a Catalunya en Comú, si bien tiene un mar de dudas. "Lo decidiré en el último momento porque ninguno me convence. Pero votar, iré a votar", asegura. En realidad, no hay nadie en Cataluña que no quiera ir a votar el 21 de diciembre. El nivel de movilización es altísimo. En especial entre aquellos que se reconocen hartos de tantos años de 'procés' y necesitan, por salud mental, que la gresca política deje de amargarles la vida.

El pulso del 'procés' se puede tomar en banderas. En septiembre y octubre, los balcones y ventanas de Cataluña estaban llenos de esteladas y de pancartas del ‘Sí’ en amarillo, verde y morado. En muchas ciudades medias, los trapos casi colonizaron las fachadas. Lo mismo en Barcelona. Miles de turistas pasearon durante semanas por el Raval o el Borne bajo un manto de banderas independentistas. Muchos se dedicaban a tirar fotos a los balcones, entre curiosos y sorprendidos. Hoy, sin embargo, aquellas fachadas apenas exhiben una estalada huérfana, y han aparecido para quedarse multitud de senyeras (la bandera constitucional) y banderas de España.

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