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Artur Mas saca su poderío ante 70.000 personas reclamando la independencia
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MULTITUDINARIO MITIN FINAL CON MUCHO ARTISTEO Y ACTUACIONES CORALES

Artur Mas saca su poderío ante 70.000 personas reclamando la independencia

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha subrayado que todo lo que se ha hecho durante el proceso soberanista ya ha cobrado "todo el sentido"

Foto: Acto electoral de final de campaña de Junts pel Sí. (EFE)
Acto electoral de final de campaña de Junts pel Sí. (EFE)

Junts pel Sí, la candidatura alentada por Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Esquerra Republicana (ERC) y la “sociedad civil”, despidió la campaña a lo grande: congregó en la avenida Reina María Cristina (un nombre muy monárquico para pedir la República Catalana) a su fiel electorado, un espacio reservado sólo para eventos multitudinarios en la falda de Montjuïc y al lado mismo de las fuentes luminosas visitadas por miles de turistas cada viernes y fines de semana. Según los organizadores, fue el acto político más importante con una asistencia de 70.000 personas. Fue, en resumen, un acto de poderío y de fuerza: de demostración de que las huestes soberanistas van a por todas.

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Artur Mas es el número 4 de candidatura pero nadie duda de que es el verdadero cabeza de lista. Con su suplantación por el reconvertido ecosocialista Raül Romeva, se vició la campaña. Romeva acudía a los actos pero no podía hablar de la gestión de gobierno de los últimos años. ¿Cómo iba a hablar él de lo que hizo el Gobierno de la Generaliat si no había estado en ese Gobierno? Él únicamente era un eurodiputado de ICV, la izquierda que se opone radicalmente a Artur Mas y criticaba ferozmente su gestión. Además, fue un fichaje interesado de última hora para dar una imagen de transversalidad.

Por tanto, con ese talante de campaña y con la demostración de fuerza de este viernes y las consignas coreadas en el mitin final, Junts pel Sí ya puede decir que ha ganado: en la campaña sólo se habló de independencia, que era lo que le interesaba; este viernes, también. Y se hurtó a los ciudadanos catalanes el deber de hablar de corrupción, de empleo, de economía, de infraestructuras, de recortes, de crecimiento, de educación, de sanidad, de decencia. Faltaron los pilares básicos de cualquier sociedad y democracia. Pero no faltó la 'in-inde-independencia'.

Por tanto, el mitin final fue un reflejo de la campaña. Sólo hubo una palabra coreada, 'in-inde-independencia'. Por lo demás, fue un mitin coral. Mucho artisteo en el escenario y caras conocidas. Incluso la Trinca volvió a juntarse para reclamar la separación de España con arreglos de viejas canciones. Así lo dijo Josep Maria Mainat, reconvertido ahora en soberanista: “Esto es lo que ha conseguido Rajoy”, clamó. Poco antes, los cabezas de lista por Gerona, Tarragona y Lérida, Lluís Llach, Germà Bel y Josep Maria Forné salieron al escenario. Ante un público entregado, la salida de Llach provocó que los presentes cantasen el estribillo de su archiconocida canción L’Estaca. Hasta Mónica Green reclamó la secesión junto a dos jóvenes actores.

O ciudadanos o súbditos

Luego, comenzaron los discursos de los candidatos. Las expresidentas de la ANC y de Òmnium, Carme Forcadell y Muriel Casals, respectivamente, y Eduardo Reyes, representante de Súmate (la organización separatista de castellanohablantes) formaron uno de los bloques de intervenciones. “La mayoría hemos soñado este momento, tener el futuro de Cataluña en nuestras manos. Podemos vivir las páginas más gloriosas de la historia de Cataluña o seguir formando parte de España. O escogemos nuestra libertad o continuamos sometidos. Podemos tener un nuevo país o decadencia y marginación. O ser ciudadanos o continuar siendo súbditos. Nosotros decidimos. Durante años hemos sido perdedores. Perdimos todo menos la esperanza, el coraje y la dignidad. Pero ahora somos ganadores. Hemos ganado la calle, la democracia y las urnas. Hemos hecho la revolución de la sonrisa y el domingo haremos la de las urnas. El 9 de noviembre, desafiamos al Estado español y el 27 de septiembre venceremos e iniciaremos encamino de la libertad”, espetó Forcadell.

El momento sublime fue hacer subir al escenario a los 135 candidatos a diputados, del primero al último. Y al frente de ellos, las tres figuras: Raül Romeva, Artur Mas y Oriol Junqueras, plantados frente al resto. En ese momento, el locutor llamó al escenario a todos los artistas que apoyan a Junts pel Sí para interpretar la canción emblema de la candidatura:” Más lejos, siempre mucho más lejos (…) ¡tened bien presente no pararos!”.

Antes de los parlamentos de las tres figuras, todavía hubo tiempo para otra actuación coral: otro representante de Súmate, Gabriel Rufián, que ya había tomado la palabra en los parlamentos del 11 de septiembre (cuando afirmaban que no era un acto de candidatura), llamó a la independencia y el actor Joel Joan, muy cercano a ERC, proclamó que “la libertad no se negocia y con la dignidad no se mercadea. Después de 300 años de derrotas, ha llegado la hora de la victoria(…) Todo está por hacer y todo es posible [el lema adoptado hace unos meses por los independentidtas]”.

La soledad de Artur Mas

Pasadas ya las actuaciones corales, llegaron las tres figuras. “Estamos haciendo historia y nos hemos convertido en protagonistas de la historia más bonita que puede vivir un pueblo: la historia de la libertad”, comenzó Junqueras. El líder de ERC (que acabó coreando 'in-inde-independencia' mientras lloraba una vez más) recurrió a la épica y al sentimentalismo: “Mis abuelos votaron en contra de la Constitución porque no la consideraban suficiente y algo me debieron transmitir. Yo, cargado de ingenuidad e inocencia, me prometía que algún día lo conseguiríamos y ese día ha llegado”. “Somos un pueblo que no se quiere resignar, que no se resignará ni se rendirá. Estamos a punto de concretar la más grande de las esperanza y las más íntimas de nuestras promesas y regalar a nuestros hijos y nuestros nietos lo más grande: el presente de la libertad, de la igualdad. Ahora no nos rendiremos”, avisó.

Artur Mas estaba en su salsa. Se quejó de la soledad de algunas decisiones “intransferibles” que tuvo que tomar. “Te preguntas el sentido último de lo que estamos haciendo. Os he de decir que después de esta campaña, viendo las plazas de nuestras ciudades llenas de personas entregadas, entusiastas, que llevaban escrita la palabra ilusión en sus ojos, hoy sé que todo lo que hicimos tiene un gran sentido”. Este país, dijo, hizo dos cosas: “Tuvo una inmensa capacidad de movilización. La comunicación íntima entre entidades y gente ha dado el mejor ejemplo al mundo con una potencia extraordinaria y un mensaje potentísimo que quedará registrado en las pupilas de todos los países del mundo”. Y, afirmó, “visto en perspectiva, ni insultos, ni querellas, ni desprecios, ni juego sucio… nada era importante. La segunda cosa extraordinaria que no pasa casi nunca es que partidos diferentes con personas de fuera se pusieron de acuerdo porque han dicho que era mucho más importante el país que el partido”.

Mas aseguró que “una nación que no tiene conciencia es una nació que no tiene alma. Y no puede vivir de cara al futuro. Cataluña ha demostrado que tenía conciencia de país y alma y por eso ahora tiene un futuro muy brillante ante sí. Este futuro tiene un día especial este domingo, un día histórico, en el que tenéis una nueva cita con las urnas y estas urnas nos llevan a la libertad y a la prosperidad”.

Romeva terminó reclamando el voto y convenciendo y autoconvenciéndose de que su lista ganará. Las propuestas son lo de menos. Únicamente se dolió de que “sólo encontramos insultos, amenazas y querellas. Se han cargado el Estado de derecho y nosotros queremos un Estado digno, un Estado limpio, un Estado de derecho. Queremos democracia, democracia y democracia”. Sin mayores matices ni propuestas. Lo dicho: una campaña unicelular en la que Junts pel Sí supo llevar el agua a su molino anulando la conciencia de la gente para incorporarla a la “conciencia de país”. Una estrategia digna de una tesis doctoral.

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Junts pel Sí, la candidatura alentada por Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Esquerra Republicana (ERC) y la “sociedad civil”, despidió la campaña a lo grande: congregó en la avenida Reina María Cristina (un nombre muy monárquico para pedir la República Catalana) a su fiel electorado, un espacio reservado sólo para eventos multitudinarios en la falda de Montjuïc y al lado mismo de las fuentes luminosas visitadas por miles de turistas cada viernes y fines de semana. Según los organizadores, fue el acto político más importante con una asistencia de 70.000 personas. Fue, en resumen, un acto de poderío y de fuerza: de demostración de que las huestes soberanistas van a por todas.

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