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Artur Mas aprovecha la pitada al Rey para movilizar a sus huestes ante el 27-S
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Catalunya Ràdio hizo publicidad de la pitada

Artur Mas aprovecha la pitada al Rey para movilizar a sus huestes ante el 27-S

La pitada no va a caer en saco roto. Como las encuestas vaticinan que CiU y ERC juntas no llegan a la mayoría absoluta, toca tensionar la sociedad catalana al máximo

Foto: El rey Felipe, junto al presidente de la Generalitat, Artur Mas, felicita a los ganadores de la Copa del Rey. (EFE)
El rey Felipe, junto al presidente de la Generalitat, Artur Mas, felicita a los ganadores de la Copa del Rey. (EFE)

“Felicidades a todos los compatriotas que habéis pitado en el campo o desde vuestros hogares. El espíritu catalán digno y corajudo vive a pesar de los que lo querrían adormecido o acostado”. Así se expresaba en las redes la pequeñaCatalunya Acció, una de las organizaciones que había pedido públicamente la pitada y que contribuyó a repartir los silbatos (convocó a los suyos a las 8 de la tarde del sábado, hora y media antes del encuentro, ante el acceso número 19, pero se desconoce si también contribuyó a comprarlos). Los mensajes de este grupúsculo condensan nítidamente el pensamiento más excluyente y reaccionario del ultranacionalismo más rancio.[Directo: las elecciones catalanas, al minuto]

En otra comunicación en Facebook señalaba: “No os dejéis engañar por los políticos catalanes sinvergüenzas que piden respeto para el himno español. Silbar ante el abuso y la tiranía que ejerce el Gobierno español contra Cataluña no es ninguna falta de respeto; al contrario, es una muestra de respeto hacia uno mismo y, sobre todo una muestra de dignidad y coraje de los catalanes gracias a los cuales todavía existimos como catalanes y volveremos a recuperar nuestra independencia. Pitemos hasta que les revienten las orejas, hasta que se cansen de nosotros y que les quede bien claro que los catalanes somos un pueblo vencedor y que de España no queremos nada, ni el aire que hemos de respirar”.

El presidente de Catalunya Acció, el empresario Santiago Espot, fue entrevistado en Catalunya Ràdio, la emisora pública de la Generalitat, el mismo sábado del partido a las 10 de la mañana, o sea, en horario matinal preferente, una suerte que no tiene cualquiera. Sesabía lo que Espot y otros grupúsculos similares querían. La propia Catalunya Acció, al hacer propaganda de su campaña “Pita por la Independencia”, el pasado 28 de mayo dejaba otra perla sin desperdicio: “El president se debe al pueblo, alguien tenía que ponerse y canalizar todo de la mejor manera posible. La unidad ha de ser por la independencia. Es la voluntad del Pueblo Catalán que se ha mantenido fiel a su anhelo y a sus leyes y constituciones secuestradas por la fuerza de las armas y la violencia continua y hoy en día encubierta bajo la apariencia de leyes libremente aceptadas que no lo han estado nunca”.

La sombra de Mestalla

Horas más tarde, la sombra de Mestalla sobrevoló por un minuto el Camp Nou, el estadio del Barça. La sonora pitada al Rey y al himno nacional fue de órdago. En Valencia, los silbatos habían sido comprados por Jordi Pujol Ferrusola. Al menos, era él quien se pavoneaba de tamaña acción mientras movía decenas de millones de euros por un puñado de paraísos fiscales. ¿Quién pagó los silbatos de este sábado? La pregunta, de momento, no tiene respuesta.

Pero hay una cosa cierta: todos sabían lo que iba a pasar. Y la cara de Artur Mas en el palco, junto a Felipe VI, era digna de un estudio psicológico. Sus declaraciones posteriores a TV3 ya apuntaban a una toma de partido política en el conflicto. Al enterarse de que se había convocado una reunión urgente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, soltó: “Les pido que se lo repiensen”. Porque, para Mas, una pitada es una pitada. “A mí, de vez en cuando, también me pitan. Hay que estar acostumbrado”. De ahí que considerase que la acción “hay que situarla en el contexto normal de lo que pasa en este tipo de eventos” y que convocar a la comisión “lo único que conseguirá, aparte de hacer el ridículo, es, precisamente, un efecto boomerang, que aún haya más ganas de hacer este tipo de actuaciones”.

Vídeo: Pitada al himno español en la final de la Copa del Rey

El secretario de Deportes de la Generalitat, Ivan Tibau, también salió a la palestra para asegurar que el Gobierno catalán “estará al lado del Barça” y tratará de evitar que los clubes sean sancionados. Y ello, aseguró, porque no tuvieron nada que ver con la pitada, ya que el campo estaba alquilado a la Federación. Tibau enfatizó una cuestión esencial: “Hay que ser muy ingenuo para pensar que en un partido como el de ayer, en la situación en que estamos, no se va a pitar el himno”. Vamos, que todos lo sabían pero dejan hacer. ¿Hizo algún Gobierno algún llamamiento a que no hubiese lo que hubo y que todos sabían que pasaría? Nadie dijo nada. Especialmente el Gobierno catalán, que sabía que, aunque conocía las intenciones de pitar, prefirió mirar para otro lado y no abrir la boca.

El martes próximo, por otra parte, hay reunión del Gobierno y después rueda de prensa oficiada por el portavoz del mismo, Francesc Homs. Si en esa convocatoria la Generalitat calla y reduce la acción al ámbito deportivo, el tema se mata políticamente. Pero si el Gobierno catalán, como suele ocurrir, echa gasolina al fuego, el suflé de la pitada subirá la semana que viene.

De hecho, los responsables del Gobierno catalán ya están acostumbrados a sacar réditos de estas situaciones. Las grandes movilizaciones independentistas de los últimos años fueron organizadas por la “sociedad civil”, eso sí, con importantísimos apoyos económicos y organizativos de las instituciones controladas por CiU y ERC. Y saben que, cuando hay una confrontación de Cataluña con España, su electorado se moviliza al máximo y la gente sale a la calle para defender “a Cataluña”. Y eso es lo que necesitan ahora, so pena de cosechar dentro de tres meses el mayor fracaso de sus vidas. O movilizan a su electorado o el proceso catalán se va al carajo, se diluye como azucarillo en agua.

Los responsables del Gobierno catalán saben que, cuando hay una confrontación de Cataluña con España, su electorado se moviliza al máximo

Tensionar la sociedad

En otras palabras, la pitada no va a caer en saco roto. Acaban de celebrarse elecciones municipales y los independentistas no quedaron contentos con sus resultados. Pensaban barrer y presentar estos comicios como “unas primarias” de las elecciones autonómicas del 27 de septiembre, que quieren reconvertir en “plebiscitarias”. Pero como los resultados no acompañaron, nadie se acuerda ya de esa calificación de primarias que pregonaban los principales dirigentes secesionistas.

Como consecuencia, se impone urgentemente la movilización social para conseguir la mayoría en las elecciones de septiembre como sea. Paradójicamente, las encuestas vaticinan que CiU y ERC juntas no llegan a la mayoría absoluta, lo que sería un fracaso absoluto y el inicio del fin del proceso independentista. Por ello, hay que tensionar la sociedad al máximo, al menos hasta que se celebren elecciones.

Es cierto que el Gobierno catalán no promovió la pitada. Sería un error táctico imperdonable, además de una deslealtad sin paliativos hacia el resto de instituciones. Pero Artur Mas sacará provecho de ella. Para empezar, en Convergència (lo mismo que en ERC) se presenta la acción como una válvula de escape de una “sociedad oprimida”. Por otro lado, el president fue claro este fin de semana ante el consejo nacional de su partido: insistió en que hay que concentrar el voto soberanista ante las próximas elecciones y reclamó esa concentración de voto “en la formación política que asegure el proyecto”. O sea, en CiU, a la que considera el eje sin el cual no podría haber proceso. Se puso medallas: “Aunque algunos se presenten como la garantía soberanista –inevitable alusión al republicano Oriol Junqueras sin citarlo por su nombre–, no hay nadie que haya padecido querellas por vía criminal por haber puesto las urnas”. Se refería a la querella que le pusieron a él por la seudoconsulta del 9 de noviembre, de la que lleva también intentando sacar réditos políticos desde entonces.

placeholder El presidente de la RFEF, Ángel María Villar. (EFE)
El presidente de la RFEF, Ángel María Villar. (EFE)

Ahí está el quid de la cuestión: Artur Mas ha puesto los pilares para presentarse como el último mártir por la causa catalana y su interés en seguir por esa senda se acrecentará los próximos meses, conforme se acerquen las elecciones. Su actitud al lado del Rey de España en el partido de la pitada será una estampa que redundeen ese interés por marcar perfil propio.

Reacciones a la pitada

A nadie se le escapa que la pitada no es una muestra espontánea y neutra de un público forofo que acude a ver un espectáculo deportivo. El sindicato Manos Limpias puso ya una denuncia ante el fiscal general del Estado. En el texto, recoge que “las autoridades deportivas y la Delegación del Gobierno eran conocedoras de la entrega gratuita de miles de pitos a las aficiones de ambos clubes para ofender gravemente a las instituciones”. Y en otro apartado señala que se trata de un “delito cometido no espontáneamente, sino con premeditación”. La denuncia se dirige contra “los autores materiales (aficiones-asistentes) a la final de la Copa del Rey (…) por delitos relativos al ejercicio de derechos fundamentales y libertades públicas y por delitos de ultrajes a España efectuados con publicidad; y contra el presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, como máximo responsable en la organización de la final como cooperador necesario; así como contra la Delegada del Gobierno de la Generalitat (sic) en Cataluña por omisión imprudente al no evitar los hechos delictivos”.

Políticamente, los partidos posicionados contra la ruptura con España hicieron oír su voz ante los acontecimientos. Matías Alonso, secretario general y portavoz de Ciutadans, condenó ayer también los pitidos y apuntó con bala a sus rivales: lamentó “la intolerancia y el absoluto desprecio de determinados colectivos y partidos como CDC o ERC”. Resaltó, asimismo, “la satisfacción aparente del presidente de la Generalitat, Artur Mas, ante el ataque colectivo a la figura del jefe del Estado y al himno de España”. Alonso remató que los independentistas “exigen continuamente respeto absoluto a sus símbolos partidistas pero atacan sin decoro los símbolos que representan a todos, sin excepción”.

Alberto Fernández Díaz, presidente del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Barcelona, también emitió un comunicado en el que considera “infames los silbidos, ya que incitan al enfrentamiento” y reclamó una “respuesta contundente tanto de la Federación como del Gobierno para que estos hechos no sigan produciéndose en este tipo de partidos”. Y para que no queden dudas, zanjó el tema señalado que “a los clubes a los que no les guste la Copa de España, tienen la opción de no participar en este torneo”.

“Felicidades a todos los compatriotas que habéis pitado en el campo o desde vuestros hogares. El espíritu catalán digno y corajudo vive a pesar de los que lo querrían adormecido o acostado”. Así se expresaba en las redes la pequeñaCatalunya Acció, una de las organizaciones que había pedido públicamente la pitada y que contribuyó a repartir los silbatos (convocó a los suyos a las 8 de la tarde del sábado, hora y media antes del encuentro, ante el acceso número 19, pero se desconoce si también contribuyó a comprarlos). Los mensajes de este grupúsculo condensan nítidamente el pensamiento más excluyente y reaccionario del ultranacionalismo más rancio.[Directo: las elecciones catalanas, al minuto]

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