La grieta que rompe el feudo socialista de L'Hospitalet: "Queremos salir a la calle sin miedo"
Robos, violencia y drogas sacuden a los vecinos, que exigen medidas concretas a un Ayuntamiento liderado por los socialistas desde hace más de cuatro décadas
Operación de los Mossos dentro del Plan Kanpai para luchar contra la multirreincidencia. (Europa Press/Lorena Sopena)
En L’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad más poblada de Cataluña y durante décadas uno de los grandes bastiones del PSC, algo se ha quebrado. El pasado 1 de octubre, unas 3.000 personas salieron a la calle para denunciar la inseguridad, la suciedad y la sensación de abandono que, dicen, llevan años soportando. No hubo siglas políticas ni pancartas partidistas, pero sí un mismo grito: el de la frustración acumulada y las ganas de recuperar el control del municipio.
"Después de la pandemia, todo ha ido a peor", explica Abraham Lobo, vecino de L’Hospitalet y uno de los impulsores de la movilización. "Hay robos, peleas, drogas y una absoluta dejadez por parte de la Administración. La gente está cansada, y cuando agotas todas las vías, solo te queda salir a la calle", resume.
Lobo forma parte de un grupo de vecinos y comerciantes que desde hace meses se coordina a través de redes sociales y grupos de WhatsApp para compartir vídeos, alertas y propuestas. Era consciente de que la paciencia de los residentes se estaba agotando, pero no imaginaba que la respuesta sería tan grande. "Nos sorprendió ver cómo se volcó la gente. Se nota que hay una necesidad real", remarca.
Para los vecinos, la inseguridad es la principal preocupación y la demanda más urgente, puesto que condiciona su vida cotidiana. "Queremos dejar de tener miedo, sentirnos seguros y poder salir con nuestros hijos a partir de las siete de la tarde", ilustra Lobo. L’Hospitalet se ha convertido en una ciudad donde la delincuencia campa a sus anchas, mientras la sensación de abandono crece día a día, según denuncia. Los datos corroboran sus palabras. En el segundo semestre de 2025, los cuerpos y fuerzas de seguridad registraron un total de 11.703 denuncias ligadas a delitos, es un 10% más que las contabilizadas para el mismo periodo en 2024 y un 13% más si las cifras se comparan con las de 2023.
Barrios como Pubilla Casas, La Florida o Can Serra son algunos de los puntos más calientes, aunque los problemas se extienden por el centro. "Hay gente que ya no sale sin unspray de defensa o una navaja por miedo. Otros han vendido sus pisos y se han marchado", precisa Lobo.
Un bastión socialista en tensión
Durante más de cuatro décadas, L’Hospitalet de Llobregat ha sido uno de los grandes bastiones metropolitanos del PSC. Desde los años ochenta, los socialistas gobiernan sin interrupciones esta ciudad de más de 270.000 habitantes, considerada un pilar estratégico en el mapa político del partido en Cataluña. La anterior alcaldesa, Núria Marín, estuvo al frente del consistorio desde 2008 hasta junio de 2024, cuando cedió el relevo a David Quirós, que hasta entonces ocupaba el séptimo puesto en la lista electoral. El relevo ha generado desconfianza entre parte de los vecinos, que cuestionan su poca cercanía y su forma de gobernar. "La gente no se siente representada por él", afirma Lobo.
Más allá de las críticas vecinales, en el Ayuntamiento son conscientes de la degradación que sufre el municipio. Hace apenas unos días se hizo pública una carta enviada el 19 de septiembre por el alcalde de L’Hospitalet al ministro de Justicia, Félix Bolaños, en la que reclamaba medidas urgentes contra la multirreincidencia delictiva. En el escrito, Quirós advertía de que se trata de "una gran ciudad metropolitana que sufre de manera muy directa los efectos de la multirreincidencia y de la ausencia de ingreso en prisión en casos de delitos reiterados".
La preocupación no es nueva ni ajena al día a día de los vecinos. En los últimos meses, la ciudad ha registrado episodios extremos, como el de un hombre detenido hasta diecisiete veces, que más tarde resultó ser un asesino buscado en la República Dominicana. Casos así simbolizan, según los residentes, un fallo estructural en el sistema de justicia y en la gestión de las administraciones. "Aquí roban incluso delante de la comisaría, justo después de que los dejen en libertad", denuncia el organizador de este movimiento vecinal.
Entre los vecinos, la carta del alcalde ha sido recibida con escepticismo. Muchos la interpretan como un gesto tardío y sin voluntad real de cambio: "No tiene credibilidad alguna". El Ayuntamiento todavía no se ha puesto en contacto con los organizadores de la manifestación del pasado 1 de octubre para escuchar sus demandas o abrir un canal de diálogo. Preguntado por esta y otras cuestiones, el Consistorio ha rechazado responder las preguntas planteadas por El Confidencial.
Crisis interna en la Guardia Urbana
Todo esto ocurre en un contexto de guerra abierta entre el Ayuntamiento y la Guardia Urbana, un cuerpo policial que arrastra años de desmotivación y condiciones laborales deterioradas: "Llevaban nueve años negociando un convenio colectivo, cobran menos que las policías locales de la zona, no tienen material y hacen multas con papel de calco. No han invertido un duro en ellos", detalla Lobo.
La situación alcanzó un punto crítico durante las fiestas de Bellvitge, una de las celebraciones más grandes y emblemáticas de la ciudad el pasado septiembre. Los agentes asignados decidieron darse de baja de manera colectiva, dejando al Ayuntamiento sin recursos suficientes para garantizar la seguridad. La realidad es que la Guardia Urbana no puede afrontar por sí sola la magnitud de los problemas que sacuden L’Hospitalet, especialmente en barrios donde la multirreincidencia, los robos y la venta de drogas son frecuentes.
Ante este escenario, muchos coinciden en que la última palabra, al menos en lo que respecta a las medidas judiciales, tiene que estar en manos del Ministerio de Justicia. Los vecinos además señalan que el alcalde tendría que coordinarse con el presidente de la Generalitat, Salvador Illa (PSC), para poner en marcha operativos conjuntos con los Mossos d’Esquadra y reforzar la seguridad en la ciudad.
Ecos de la decadencia
Asimismo, otra de las señales que evidencian la degradación del barrio son los asentamientos irregulares en la zona norte, junto al complejo deportivo L’Hospitalet Nord. Allí se han instalado chabolas y carpas precarias donde algunas personas viven de manera improvisada, cocinan y organizan actividades informales, como partidos de vóley. Los terrenos, propiedad del FC Barcelona, están detrás de un vallado y se han convertido en otro foco de inseguridad. Ya se han registrado incendios, además de afectar directamente a la convivencia de los barrios cercanos.
También, los vecinos denuncian la persistencia de lo que han denominado el Mercado de la Miseria, un mercadillo informal donde se venden objetos de segunda mano, muchos de ellos robados. A pesar de las reiteradas denuncias, el mercado sigue activo y se ha convertido en un símbolo de la dejadez y del abandono que perciben los residentes. Estas dinámicas -no soloafectan a la imagen del barrio, sino que también golpean al comercio local, complicando la vida diaria de los comerciantes, que sienten que deben luchar por mantener su actividad en un entorno cada vez más hostil.
Con la movilización vecinal en marcha, los residentes reclaman respuestas que vayan más allá de cartas ministeriales y comunicados. Exigen medidas concretas en la calle y un Ayuntamiento capaz de recuperar la confianza perdida. La paciencia se ha agotado y, en palabras de los afectos, "la movilización no tiene intención de disolverse".
En L’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad más poblada de Cataluña y durante décadas uno de los grandes bastiones del PSC, algo se ha quebrado. El pasado 1 de octubre, unas 3.000 personas salieron a la calle para denunciar la inseguridad, la suciedad y la sensación de abandono que, dicen, llevan años soportando. No hubo siglas políticas ni pancartas partidistas, pero sí un mismo grito: el de la frustración acumulada y las ganas de recuperar el control del municipio.