Penúltimo teatro en Bélgica: Junts se enroca en su 'no' a los PGE y el mandato de Sánchez agoniza
José Luís Rodríguez Zapatero volvió con las manos vacías de su reunión con Puigdemont en Bélgica este jueves. No habrá cuentas públicas para 2026 y solo la ley Bolaños podría salvarse
Carles Puigdemon entre Míriam Nogueras y Jordi Turull. (EFE/Olatz Castrillo)
Más de lo mismo. Tras la reunión del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero con Carles Puigdemont en Bélgica no se producen cambios significativos. Junts sigue enrocado en su negativa a negociar los Presupuestos Generales del Estado para 2026 y el grueso de las promesas del sanchismo al expresident huido no dependen ya de la voluntad del Gobierno, como es el caso de la oficialidad del catalán en Europa, según explican fuentes cercanas a Junts. La legislatura va hacia una agonía lenta.
Así se lo expresó Puigdemont a Rodríguez Zapatero en el encuentro, así que el expresidente español regresó de Bélgica con las manos vacías, según explican fuentes conocedoras del encuentro. Es decir, la situación no evoluciona. Todo está igual que antes del verano. Junts acusa al Gobierno de Pedro Sánchez de haber incumplido todos sus compromisos, pero no se atreve a apoyar una moción de censura con el PP y Vox. Ante lo cual, la legislatura entra en una fase agónica que estará marcada en los próximos meses por una escasa actividad legislativa.
Puigdemont ha convocado este lunes la permanente de Junts en Waterloo para informar del encuentro y debatir qué hacer. En la práctica, el debate se limita a qué hacer con la ley Bolaños, prioritaria para el Gobierno y que a Junts le puede encajar como una manera de devolverle al poder judicial, muy contrario a la nueva norma, su negativa a aplicar la ley de Amnistía a Puigdemont. La ley Bolaños es el único punto de interés cruzado que les queda a Junts y a Moncloa.
Pedro Sánchez carece de mayoría para dar a Junts lo que pide. No lo hay para ceder competencias sobre inmigración, los cuatro diputados de Podemos se niegan a respaldar la medida, que naufragará la semana que viene en el Congreso. Del mismo modo, Alemania y los países nórdicos y bálticos no quieren ni oír hablar de que el catalán sea oficial en Europa. Y eso sólo son dos ejemplos.
La única diferencia es que a Puigdemont ahora ya no le importa un adelanto de las generales. Incluso, le favorecería porque los ultras de Silvia Orriols rechazan presentarse a estos comicios, así que sería una manera de enmascarar la debacle que ya apuntan las encuestas: que Aliança Catalana le va a robar un pedazo de pastel no pequeño a Junts.
A estas alturas ya no es que Pedro Sánchez esté engañando a Junts. Es que Junts ya es consciente de que no hay más cera de la que arde. Y que las cosas que habían prometido a su electorado no llegarán.
Sin regreso de Puigdemont
Carles Puigdemont tampoco volverá a corto plazo a Cataluña. La amnistía ha topado con la lectura del Tribunal Supremo y, como en el resto de temas, la legislatura no da para más. Pero hay que reprimirse. Si Junts muestra mucha indignación y Sánchez no convoca a las urnas, Puigdemont no podrá decir a los suyos que ha forzado las elecciones generales. Una potestad que en realidad sólo tiene el presidente español, pero la política catalana sigue viviendo de este tipo de ficciones.
La única carta que le queda a Puigdemont es fingir que ha hecho caer al Gobierno
La mística del puigdemontismo jugará la carta de hacer ver que ha forzado la caída del Gobierno por incumplir sus compromisos. Es lo único que le queda ante sus votantes.
En comparación, ERC ha obtenido más: la filial catalana de Renfe Rodalies, la condonación del 20% del FLA... pero el independentismo pide épica no cuestiones prácticas. Puigdemont en Waterloo sigue instalado en la épica. Y en la crítica a cualquier logro que se apunten los de Oriol Junqueras. Tal vez sea verdad lo que repite una y otra vez Míriam Nogueras en uno de los argumentarios más trillados de Junts en los últimos meses: “No hemos venido a Madrid a hacer amigos”. Pero también es verdad que para Junts esta legislatura española sólo habrá sido tiempo perdido.
Más de lo mismo. Tras la reunión del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero con Carles Puigdemont en Bélgica no se producen cambios significativos. Junts sigue enrocado en su negativa a negociar los Presupuestos Generales del Estado para 2026 y el grueso de las promesas del sanchismo al expresident huido no dependen ya de la voluntad del Gobierno, como es el caso de la oficialidad del catalán en Europa, según explican fuentes cercanas a Junts. La legislatura va hacia una agonía lenta.