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La Diada más movida: dimisiones, fugas y denuncias en la ANC y el Consell de la República
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DIADA DE CATALUÑA

La Diada más movida: dimisiones, fugas y denuncias en la ANC y el Consell de la República

Activistas y altos cargos denuncian actitudes dictatoriales en las dos principales entidades que convocan las manifestaciones unitarias de este 11 de septiembre en Cataluña

Foto: El presidente de la ANC, Lluis Llach, durante el acto de presentación de la movilización independentista con motivo de la Diada. (EFE/Alejandro García)
El presidente de la ANC, Lluis Llach, durante el acto de presentación de la movilización independentista con motivo de la Diada. (EFE/Alejandro García)
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La Diada Nacional, en puertas, ha pasado de la máxima expresión de la propaganda independentista al desencanto total. La situación es dramática. Las principales organizaciones llaman a celebrar una jornada reivindicativa, pero ya están buscando excusas para maquillar el anunciado fracaso. El lema de este año es ‘Más motivos que nunca’. Más motivos para pedir libertad, más motivos para reivindicar la independencia, más motivos para acusar a España de ser un régimen totalitario… Pero los ciudadanos también tienen más motivos que nunca para no asistir.

La grandiosidad con la que reclaman un Estado catalán es sólo comparable a la desastrosa situación interna que viven los promotores: dimisiones, ceses, fugas, abandonos en bloque, cartas de rendición de cuentas y acusaciones formales de autoritarismo y de falta de democracia han puesto a dos de las principales entidades convocantes en la picota. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) y el Consell de la República, ambos dirigidos a distancia por Carles Puigdemont, se deshacen inmersos en una cruenta guerra civil.

Jordi Roset, una voz autorizada del independentismo, propietario de la empresa Petrolis Independents y uno de los entusiastas financiadores del procés, sacaba hace poco la artillería contra el tesorero de la ANC, Jaume Valls: “Este individuo no paga el alquiler donde guarda la documentación de sus empresas fallidas y discos duros con información comprometida. Es un moroso con mucho peligro”. Algunos activistas aportaban su punto de vista y más datos. Ante el chorro de dimisiones en las comisiones territoriales de la ANC, Pep Tomàs, otro de los comprometidos activistas, aclaraba que el tesorero “es la persona más inepta e inútil de todo el secretariado nacional. Y se alegra de las dimisiones. Definitivamente, con esta tropa, la ANC está muerta y enterrada”.

En vísperas de la Diada más desunida de la historia, este dardo interno a la principal entidad convocante es significativo. Pero la situación es la que es: casi un tercio de los secretarios nacionales de la ANC han dimitido y el grupo de críticos que han quedado es con la intención de vigilar de cerca al presidente de la entidad, Lluís Llach, y a su círculo íntimo.

Foto: cuestion-palestina-alianca-catalana-presion-diada

La disidencia en la ANC está a la orden del día. Josep Costa, líder in pectore del sector crítico, razonaba hace poco que “todo el país sabe que con los partidos, las entidades, los líderes y la prensa que hicimos el procés hasta el 1-O no haremos jamás la independencia. Incluso ellos lo saben". "Y cuando la ANC decide continuar formando parte del mismo entramado, se desvincula del país y de muchos de nosotros”, añadió.

Costa firmó en julio, junto a otros 19 dirigentes de la ANC, un comunicado desvinculándose de la organización, a la que acusa de tener “un equipo monolítico en minoría”. Es una ruptura en toda regla, en vísperas de la Diada que pretenden que sea unitaria. Acusan a Llach de “un rumbo errático y equivocado que continúa alejando a la entidad de sus objetivos”. Y asegura que “la cúpula de la ANC no ha hecho nada para revertir la dinámica de división y desmovilización que ya la incapacita de facto para liderar el independentismo (…) Se ha sacrificado la esencia y el espíritu de la entidad por la urgencia de controlarla y someterla a los designios de grupos ajenos a las asambleas de base”. Entre líneas se esconde el protagonista de los dardos: Carles Puigdemont.

Revuelta en el Consell

En el Consell de la República ocurre otro tanto. Las dimisiones en los consejos locales se han multiplicado las últimas semanas. El chiringuito creado en Bélgica para escapar al control de las leyes españolas está a punto de quedarse sólo con un puñado de chiringuitos en Cataluña, porque los militantes se le van como agua por colador.

Los consejos de los distritos de Barcelona, que teóricamente son los más fuertes, han tenido problemas en su gran mayoría y las dimisiones son el pan de cada día. “Desde la dimisión del president Puigdemont, hemos detectado una preocupante deriva de la institución que se agrava día tras día. Nos hemos cansado de denunciar todo tipo de irregularidades y malas prácticas. Denuncias que, cuando han sido contestadas -siempre sin firmar-, ha sido con prepotencia, autoritarismo, opacidad y con formas inapropiadas. Nos hemos cansado de esperar propuestas efectivas y definición del plan de gobierno. Nos hemos cansado de ver a la democracia estrujada. Esta manera de hacer aboca al Consell a la destrucción”, dice un escrito de dirigentes de consejos locales dimisionarios.

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Varias delegaciones de Barcelona, Sant Climent de Llobregat, Avinyonet del Penedès, el Bages, y así hasta casi una veintena de consejos locales, se han sumado a la revuelta y disparan contra el presidente de la entidad, Jordi Domingo. La situación es tan kafkiana, que algunos de los dimisionarios tuvieron que presentar su renuncia desde sus correos particulares, porque la dirección les había retirado los correos corporativos.

Los temidos ‘hombres de negro’

En las organizaciones territoriales del Consell existe temor a los ‘hombres de negro’ que, presuntamente, son enviados por la cúpula. Para ilustrar ese miedo, basta el ejemplo de lo que sucedió el 18 de junio en pleno Eixample de Barcelona, el poderoso distrito del centro de la capital catalana. “Sin conocimiento previo del coordinador, Henri Verelst, se invitó por parte de otros miembros de la junta a una persona ajena al Consejo Local que se identificó como mediador enviado por el Gobierno del Consell y que modificó el orden del día previsto”. Abandonaron la reunión y una docena de consejos locales firmaron una carta a Jordi Domingo protestando por “la manera de hacer del Consell de la República”, exigiendo que se anulase acta de la reunión citada.

Según los críticos, siete consejos locales desaparecerán por falta de miembros en sus juntas rectoras y una cuarentena de miembros directivos dejarán en breve sus cargos para marcharse a su casa (a finales de julio ya dimitieron 22 dirigentes locales). “Las personas que dejan sus cargos consideran que el gobierno actual practica un ataque flagrante a la democracia y ha desfigurado al Consell de la República, así como su significado más profundo”. Desde la cúpula de la organización, se quita hierro al asunto, se habla de “situación heredada” y se pide tiempo para poner orden. Pero llegamos a la Diada con una entidad dividida, casi desarticulada y en conflicto permanente.

La Diada Nacional, en puertas, ha pasado de la máxima expresión de la propaganda independentista al desencanto total. La situación es dramática. Las principales organizaciones llaman a celebrar una jornada reivindicativa, pero ya están buscando excusas para maquillar el anunciado fracaso. El lema de este año es ‘Más motivos que nunca’. Más motivos para pedir libertad, más motivos para reivindicar la independencia, más motivos para acusar a España de ser un régimen totalitario… Pero los ciudadanos también tienen más motivos que nunca para no asistir.

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