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Cataluña apaga las pantallas en las aulas: ¿una digitalización responsable o un retroceso educativo?
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Cataluña apaga las pantallas en las aulas: ¿una digitalización responsable o un retroceso educativo?

A partir de septiembre los dispositivos tecnológicos desaparecerán de los centros educativos de forma progresiva. Este nuevo plan del Departamento de Educación ha generado un debate profundo entre expertos, familias y docentes

Foto: Prohibir los móviles: ¿error o acierto? (Imagen: Eduardo Parra/ Europa Press)
Prohibir los móviles: ¿error o acierto? (Imagen: Eduardo Parra/ Europa Press)

A partir del curso 2025-2026, el Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña ha decidido implementar un Plan de Digitalización Responsable que implica un cambio radical en la política tecnológica en las escuelas e institutos. Entre las medidas que más han llamado la atención se encuentra la retirada progresiva de los dispositivos digitales en las aulas: el móvil quedará prohibido en secundaria y las tabletas solo se usarán puntualmente en infantil y primaria. Esta decisión, que ha generado un amplio debate entre los distintos sectores de la población, marca un punto de inflexión en la integración de la tecnología en la educación catalana tras años de expansión.

Durante los últimos cursos académicos, la región ha apostado por la digitalización escolar: en septiembre de 2023 se destinaron 88 millones de euros a la compra e instalación de 30.000 paneles interactivos y conexiones digitales. Sin embargo, esta implementación ha estado marcada por las críticas sobre la falta de planificación pedagógica y una aplicación que muchos califican como caótica.

En este contexto, el Departamento de Educación encargó varios informes, entre ellos uno a la Agencia Catalana de Evaluación de Políticas Públicas (Ivàlua), además de constituir una comisión de expertos que incluía perfiles académicos y representantes de sectores sociales diversos. El pasado 13 de junio se presentaron los resultados de los informes junto con la resolución final. Pero, no parecen verse reflejados en la decisión política final. Mariona Grané, doctora en pedagogía, profesora en la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona e investigadora experta en tecnología educativa, competencias digitales y transformación pedagógica, señala que "los informes y la comisión de expertos mostraban una visión mucho más matizada sobre el uso de la tecnología en el aula, con evidencias que señalaban beneficios cuando el uso está bien planificado y acompañado. Sin embargo, lo que trasladó la consejera no se correspondía con esos resultados".

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Otras de las voces que tienen mucho que decir sobre el tema provienen de la USTEC-STEs, el principal sindicato del ámbito educativo en Cataluña, integrado por docentes. En palabras de Iolanda Segura, su portavoz nacional, durante años el despliegue de dispositivos tecnológicos en las aulas catalanas fue masivo pero desordenado. “Se ha producido un despilfarro de recursos al llenar los centros de dispositivos y pantallas sin una planificación ni objetivos claros”, declara Segura. Por eso, valora positivamente que por fin exista un marco normativo que intente poner orden, y desde el sindicato “se lamenta que no se haya implementado anteriormente”.

No obstante, Mariona Grané pone de relieve que, atendiendo a las evidencias existentes, “el uso de la tecnología tiene efectos positivos si se integra con sentido pedagógico”. Para la investigadora, los recursos digitales son una gran herramienta, y no solo para los alumnos, sino también para los docentes.

Aunque las opiniones de Segura y Grané representan las dos caras de la moneda, ambas coinciden en que “el foco no debe situarse en prohibir, sino en enseñar a usar correctamente estos recursos y, sobre todo, en acompañar al alumno en el aprendizaje”.

El gran debate: ¿Prohibir o transformar?

Uno de los principales ejes del nuevo plan es la prohibición del teléfono móvil en las aulas de secundaria, salvo para usos pedagógicos justificados. La portavoz nacional de USTEC-STEs celebra esta restricción porque considera que “el uso personal del móvil estaba generando muchos problemas, como la falta de concentración, puesto que la inmediatez propia de las pantallas dificulta los procesos que requieren paciencia, como la lectura y la escritura”.

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Por su parte, Grané advierte que esta medida puede suponer un retroceso porque, a su juicio, “la decisión del Departamento parece un cambio sin cambio: quitan herramientas o las ponen, pero no modifican los procesos metodológicos. Esto puede suponer un retroceso importante, porque la digitalización es también un cambio pedagógico”. Para ella, lo importante no es la cantidad de horas que se pasa ante una pantalla, sino qué se hace durante ese tiempo. Como ejemplo, la experta menciona los innovadores proyectos escolares premiados en los ‘mSchool Awards’, donde el alumnado crea animaciones, videojuegos o trabaja en retos colaborativos que fomentan el pensamiento crítico y el desarrollo de competencias digitales.

Además, la doctora en pedagogía señala la necesidad de adaptar las medidas a la diversidad de contextos escolares. “No se pueden hacer normas iguales para todas las escuelas. Hay centros de educación especial donde la tecnología es una herramienta fundamental, igual que en proyectos de trabajo colaborativo o para alumnado con necesidades específicas”, recuerda Grané.

Incertidumbre ante el nuevo plan

Más allá del debate técnico y pedagógico, el nuevo Plan de Digitalización Responsable genera inquietud entre familias, docentes y estudiantes por su falta de concreción. Una de las principales preocupaciones compartidas es la incertidumbre sobre cómo se va a implementar realmente. Por el momento, ni los centros educativos ni las familias han recibido instrucciones claras, lo que alimenta la sensación de improvisación. “Hasta que no empiece el curso, no se podrá ver cómo avanza esta nueva política”, coinciden las distintas voces consultadas. Esta falta de información y planificación concreta siembra dudas sobre la viabilidad y eficacia de las medidas anunciadas.

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Paralelamente, desde la AFFAC, la principal federación de asociaciones de familias de alumnos en Cataluña, se muestran prudentes. “Nos preocupa mucho que los adolescentes no tengan ningún espacio dirigido para aprender a utilizar el teléfono móvil y que eso acabe dependiendo solo del nivel sociocultural de las familias”, advierten. En este sentido, alertan de que, si la escuela se aparta de este acompañamiento, deberían impulsarse “políticas de familia serias”, porque “el problema no se acaba prohibiendo el uso de los móviles en los centros educativos”. Aun así, desde la entidad valoran positivamente que se retiren las tabletas y pizarras digitales en infantil y primaria, considerándolo “un paso en la buena dirección”.

El Plan de Digitalización Responsable nace como respuesta a una preocupación por el uso excesivo y descontrolado de la tecnología en las aulas. Mientras algunos sectores consideran que hasta ahora se ha abusado de los dispositivos digitales sin una planificación clara, otros defienden que la clave no es reducir su presencia, sino integrarlos con sentido pedagógico y convertirlos en parte estructural del currículo educativo.

En este contexto, el plan corre el riesgo de ser percibido como un retroceso si no se acompaña de una transformación metodológica profunda y del soporte necesario para que los profesionales puedan aplicarlo de forma efectiva. La tecnología por sí sola no es ni una amenaza ni una solución mágica, sino una herramienta más en el complejo engranaje educativo. El verdadero desafío está en formar a docentes y estudiantes para que usen las pantallas con criterio, autonomía y espíritu crítico.

A partir del curso 2025-2026, el Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña ha decidido implementar un Plan de Digitalización Responsable que implica un cambio radical en la política tecnológica en las escuelas e institutos. Entre las medidas que más han llamado la atención se encuentra la retirada progresiva de los dispositivos digitales en las aulas: el móvil quedará prohibido en secundaria y las tabletas solo se usarán puntualmente en infantil y primaria. Esta decisión, que ha generado un amplio debate entre los distintos sectores de la población, marca un punto de inflexión en la integración de la tecnología en la educación catalana tras años de expansión.

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