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Mujeres 'sacerdote' en Tarragona por la falta de curas: 'dan' la comunión y 'celebran' la misa
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Mujeres 'sacerdote' en Tarragona por la falta de curas: 'dan' la comunión y 'celebran' la misa

La diócesis catalana es pionera en la incorporación de las laicas a las funciones más importantes de la iglesia católica. Junto a Rosa María hay otras seis mujeres en este obispado que realizan labores como la celebración dominical sin presbítero

Foto: Una familia entrando a una iglesia (EFE)
Una familia entrando a una iglesia (EFE)
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Rosa María Sánchez (Alforja, Tarragona, 1952) acude todos los días a distintas iglesias de su diócesis, pero no lo hace solo para escuchar misa o confesarse. Tampoco es una religiosa. Sin embargo, es el corazón de varias parroquias rurales: es una de las siete laicas de Tarragona que hace de ministra extraordinaria de la Eucaristía. Es decir, salvo actos sacramentales, lleva a cabo las labores de un cura en las iglesias donde no hay uno asignado. Por ejemplo, realiza la celebración del domingo, que prepara previamente con un sacerdote, y da la comunión, que también antes ha sido consagrada por un párroco. El de estas mujeres es un papel especialmente importante marcado por dos hitos: la despoblación de las zonas rurales y la dispersión de los residentes, sobre todo en el norte del país. La de Tarragona es una diócesis pionera que, ante la ausencia de sacerdotes, decidió que sus laicos y laicas dieran un paso más allá en su misión pastoral hace más de tres décadas.

Sánchez se dedica “a tiempo completo” a sus parroquias porque además es directora del secretariado de laicos y laicas con misión pastoral, un organismo creado para que no se desinfle la vida en las iglesias. Comenzó con esta tarea -que puede ir desde dar catequesis a niños de comunión hasta dirigir la celebración dominical en ausencia del presbítero- en su parroquia, pero ante la falta de sacerdotes le enviaron a otras más lejanas. Hoy, además de la de Alforja, se hace cargo de la de Riudecols, Arbolí y La Febró, todas en la comarca de Baix Camp. Allí celebra, en ausencia de un sacerdote, la misa de los domingos, pero no consagra. Aunque el papel de los laicos se puso sobre la mesa ya en el Concilio Vaticano II (1959-1965), hasta el año 2021 la Santa Sede no reconocía oficialmente que las mujeres pudieran desarrollar ciertos ejercicios ministeriales.

Dar más protagonismo a las mujeres fue una de las banderas del papa Francisco, quien modificó aquel año un artículo del Derecho Canónico para que las laicas pudieran acceder al "lectorado" y "acolitado", hasta entonces reservado para los varones. El pasado mes de enero, el pontífice dio un paso más allá y nombró por primera vez a una monja italiana como ministra del Vaticano. “Aquí en Tarragona lo llevamos haciendo desde hace 20 o 30 años, pero por la coyuntura actual llama más la atención”, explica Òscar Bardají, portavoz de la Diócesis. De hecho, la de Tarragona comenzó con estas tareas con Girona como ejemplo: “Allí, unos años antes empezaron a hacer la celebración del domingo sin un sacerdote”, explica el arzobispado. La tendencia de que las mujeres ocupen cada vez puestos de mayor responsabilidad, tanto a niveles parroquiales como en el Vaticano, parece que se mantendrá con el papa León XIV. El recién elegido pontífice dio hacer un par de semanas un mayor cargo a la religiosa elegida por Bergoglio el pasado mes de enero como ministra.

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“Somos corresponsables de la misión junto al párroco, y esto debe de llevarnos a una experiencia fraterna donde todos tenemos un lugar necesario. La Iglesia es comunidad, más allá de ser institución”, señala a este medio Sánchez. Entre sus funciones está cuidar los espacios para las reuniones y servicios litúrgicos, asistir a las residencias, llevar la comunión a los enfermos, realizar las celebraciones diarias de la comunidad cuando el párroco no puede, y en caso de necesidad, dirigir la celebración dominical en ausencia de presbítero. “No se necesita un rector en cada Iglesia, sino que se pueden repartir las tareas y que los laicos tengan un papel más importante”, señala Bardají. En total, según las cifras que aporta el obispado, la diócesis de Tarragona cuenta con 201 parroquias y solo 114 sacerdotes diocesanos.

La Conferencia Episcopal no dispone de datos sobre las diócesis en las que los laicos adquieren un papel más protagonista de lo normal; sin embargo, explican que las celebraciones dominicales sin sacerdote no son la norma, pero sí “una respuesta pastoral válida”. Aunque sean ya más de tres décadas las que en Cataluña hay laicos en las iglesias donde no llegan los sacerdotes, la Conferencia Episcopal advierte de que es una solución “extraordinaria y temporal” para mantener viva la comunidad cristiana.

Javier Sedó, uno de los feligreses que acude a las parroquias que gestiona Rosa María, señala que los laicos tienen el deber de "jugar un papel importantísimo en la Iglesia, porque son lo que más abunda" e incide en que la presencia de un laico aporta “más riqueza” porque el sacerdote sigue teniendo una función y se coordina con el laico. “Son personas que conocen de primera mano los entresijos de la sociedad desde el mundo laboral, las relaciones sociales, las implicaciones en otras asociaciones de carácter cultural, social, incluso político, además de que viven en familia, estén o no casados, con todo el aprendizaje que esto conlleva”, señala Sedó.

Para llevar a cabo estas funciones, Sánchez apunta que no necesitan una formación específica, pero sí adquirir ciertos conocimientos bíblicos y teológicos. La inmersión de los laicos en la vida de la Iglesia se presenta como primordial en tiempos de escasa fe y tanto Sánchez como Sedó señalan que es responsabilidad de los propios laicos, pero también de que los sacerdotes tengan la “visión sinodal” de la Iglesia. "Aunque parezca que estamos estancados, se está despertando el interés, especialmente de los adultos que han pasado por grupos de jóvenes cristianos", zanja Sánchez.

Rosa María Sánchez (Alforja, Tarragona, 1952) acude todos los días a distintas iglesias de su diócesis, pero no lo hace solo para escuchar misa o confesarse. Tampoco es una religiosa. Sin embargo, es el corazón de varias parroquias rurales: es una de las siete laicas de Tarragona que hace de ministra extraordinaria de la Eucaristía. Es decir, salvo actos sacramentales, lleva a cabo las labores de un cura en las iglesias donde no hay uno asignado. Por ejemplo, realiza la celebración del domingo, que prepara previamente con un sacerdote, y da la comunión, que también antes ha sido consagrada por un párroco. El de estas mujeres es un papel especialmente importante marcado por dos hitos: la despoblación de las zonas rurales y la dispersión de los residentes, sobre todo en el norte del país. La de Tarragona es una diócesis pionera que, ante la ausencia de sacerdotes, decidió que sus laicos y laicas dieran un paso más allá en su misión pastoral hace más de tres décadas.

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