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El turismo desborda a los vecinos de Park Güell: “Creen que esto es un parque temático”
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SUBE LA PRESIÓN SOBRE LOS LOCALES

El turismo desborda a los vecinos de Park Güell: “Creen que esto es un parque temático”

Barrios como el Carmel o Can Baró denuncian un modelo que satura el transporte, encarece la vivienda y "expulsa" a los residentes

Foto: Varios turistas disfrutan de ParK Güell, en Barcelona. (Efe)
Varios turistas disfrutan de ParK Güell, en Barcelona. (Efe)

Hace unas semanas, un centenar de vecinos se congregaron en la Plaza de la Natura del Park Güell para formar, con sus propios cuerpos, un gran SOS visible desde el aire. Más que un gesto simbólico, fue una llamada de auxilio ante un proceso de turistificación que no da tregua, según denuncian, y que, critican, pone en riesgo el vecindario en los barrios que rodean uno de los espacios más emblemáticos de Barcelona.

La protesta convocada por la plataforma Recuperem el Park Güell se suma a una creciente oleada de movilizaciones vecinales en zonas como el Carmel o Can Baró. Las demandas son múltiples, pero están interconectadas entre ellas: colapso del transporte público, pérdida del comercio de proximidad, agresiones, restricciones de acceso a espacios y, sobre todo, una sensación cada vez más generalizada entre los vecinos de haber sido desplazados de su propio barrio.

La crítica más recurrente entre los residentes es que el parque ha dejado de estar pensado para el uso ciudadano. Según los datos del Ayuntamiento de Barcelona, solo el 3% de los visitantes son barceloneses, un dato que desde Recuperem el Park Güell cuestionan: "Las cifras que se dan sirven para maquillar la situación, pero no se corresponden con la realidad", denuncia Aidà Almirall, miembro de la plataforma.

A escasos minutos del Park Güell se alza el Turó de la Rovira, una colina conocida por sus vistas privilegiadas sobre Barcelona, donde el efecto dominó de la turistificación ha llegado, transformando la zona en un punto crítico. David Mar pertenece al Consejo Vecinal del Turó de la Rovira, y describe una situación que califica de "terrible".

Foto: El retorno de lo castizo. (Reuters/Ana Beltrán)

El vecino señala que esto sucede desde hace años: "En 2011, el Ayuntamiento empezó a promocionar esta zona para descongestionar el centro, pero solo desplazaron el problema", sentencia.

Como resultado, la presión ha tenido consecuencias tangibles: "Hace un par de años, se celebraban fiestas ilegales con más de 2.000 personas, había agresiones, destrozos… Y ni una sola detención", explica indignado el vecino del Turó de la Rovira. Uno de los casos más graves fue la agresión que sufrió un vecino de 80 años, que recibió 13 puntos de sutura tras pedir a unos turistas que no orinaran frente a su casa.

placeholder  Un señor toma el sol en Park Güell. (EFE)
Un señor toma el sol en Park Güell. (EFE)

Transporte: la vida cotidiana, en jaque

Una de las consecuencias que más enfada a los vecinos es la saturación del transporte público. "Para barrios en plena montaña, como el Carmel o Can Baró, el transporte no es un lujo: es una necesidad. Pero los buses van tan llenos que muchas veces ni lo intentamos", señala Mar. "Los fines de semana ni te planteas bajar a comprar, porque sabes que no podrás volver", añade.

Desde los distintos frentes vecinales se hace hincapié en la sensación de abandono institucional. Almirall apunta al transporte público como un ejemplo claro de una política pensada más para el visitante que para el residente. "La línea de bus 19 la han reforzado solo los fines de semana, pero entre semana los vecinos también la necesitamos. Todo está pensado para los turistas", censura. Una percepción que se comparte desde el Consejo Vecinal del Turó de la Rovira: "Nos tratan como si fuéramos empleados de un parque temático. Mientras tanto, no se invierte en centros de día ni en servicios básicos para quienes vivimos aquí".

Al mismo tiempo, el Ayuntamiento ha anunciado una inversión de 39 millones de euros para mejorar el entorno del Park Güell. Sin embargo, las plataformas vecinales cuestionan la prioridad de esas partidas. "Lo que hace este plan es que alguien pueda decir ‘nos lo han dejado más bonito’, pero no resuelve el problema de fondo. Lo que queremos es poder vivir tranquilos", subrayan desde Recuperem el Park Güell.

Diálogo y voluntad política

Otro denominador común entre las agrupaciones vecinales de la zona es la percepción de una falta de voluntad política por parte del consistorio para abordar el conflicto de raíz. "Nos sentimos insultados. Incluso vecinos que antes eran más moderados con este tema han dejado de serlo. La Guardia Urbana no actúa y la industria turística opera con total impunidad", lamenta Mar.

Pese al clima de desencanto, los habitantes de los barrios afectados no renuncian al diálogo. "Pedimos compromisos y responsabilidades. La mejor manera de avanzar es sentándonos a hablar", subraya Almirall. Sin embargo, la desconfianza crece tras episodios como el reciente encuentro con la teniente de alcalde Laia Bonet. "Que nos diga que ‘la realidad es la que es’ nos parece inadmisible. Es una representante electa y no puede cerrar un debate así", señala.

Tanto desde el Turó de la Rovira como desde el entorno del Park Güell, el mensaje final es claro: lo que ocurre en estos barrios no es un caso aislado. "El Turó de la Rovira tiene una de las rentas más bajas de la ciudad, y aun así ha sufrido esta transformación. Basta con que haya un punto de interés para que el turismo lo invada todo. Este modelo pone en riesgo las condiciones de vida del vecindario", advierte Mar.

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Las denuncias de los vecinos trascienden el modelo turístico y apuntan a una concepción de la ciudad en la que se prioriza la rentabilidad frente a la habitabilidad, según critican. De ahí que exijan un debate real sobre a dónde quiere ir Barcelona y un replanteamiento profundo. Como insisten desde las plataformas vecinales, no se trata solo de salvar un parque o una colina: "Se trata de defender el derecho a vivir dignamente en la ciudad".

Hace unas semanas, un centenar de vecinos se congregaron en la Plaza de la Natura del Park Güell para formar, con sus propios cuerpos, un gran SOS visible desde el aire. Más que un gesto simbólico, fue una llamada de auxilio ante un proceso de turistificación que no da tregua, según denuncian, y que, critican, pone en riesgo el vecindario en los barrios que rodean uno de los espacios más emblemáticos de Barcelona.

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