Descubre la iglesia olvidada de Barcelona con mosaicos de Gaudí y pasado anarquista
En el corazón del barrio barcelonés de Sant Andreu se alza una iglesia poco conocida que guarda dos secretos inesperados: un valioso legado de Gaudí y una historia de supervivencia durante la Guerra Civil
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Una iglesia de aspecto sobrio, alejada de los grandes recorridos turísticos, se convierte en parada obligatoria para quienes buscan tesoros ocultos en Barcelona. Se trata de la parroquia de Sant Pacià, ubicada en el corazón del barrio de Sant Andreu, un rincón con historia turbulenta y belleza inesperada. Lejos del bullicio de la Sagrada Familia o del magnetismo del Park Güell, esta iglesia ofrece un legado sorprendente que conecta con los primeros pasos de Antoni Gaudí como arquitecto.
Pocos visitantes saben que en su interior se esconden unos mosaicos diseñados por un jovencísimo Gaudí, cuando aún no había despuntado como el genio modernista que transformaría la imagen de Barcelona. Una joya que sobrevive discretamente bajo los pies de los feligreses y curiosos que se adentran en su nave neogótica.
Pero esta iglesia no solo guarda un tesoro artístico. También representa un raro ejemplo de supervivencia en una ciudad marcada por los estragos de la Guerra Civil. Sus muros, lejos de ser meros testigos del pasado, hablan con silencios y con cicatrices de pintura: aún hoy se pueden ver, bajo capas desgastadas, las siglas anarquistas de la CNT y la FAI, prueba viva de su insólita historia.
Un templo marcado por la revolución y la resistencia
Construida entre 1876 y 1881 como capilla de un convento, Sant Pacià pasó por varias manos y propósitos antes de convertirse en parroquia. Primero fue propiedad de las religiosas de Jesús-María, luego la adquirieron los Hermanos Maristas, quienes la usaron como escuela y noviciado. Pero su historia dio un vuelco durante la Semana Trágica de 1909, cuando fue incendiada por los disturbios anticlericales. El edificio acabó convertido en almacén de grano, y no fue hasta 1930 que volvió a funcionar como iglesia, ya bajo la autoridad del Obispado de Barcelona.
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Durante la Guerra Civil, Barcelona se convirtió en uno de los principales escenarios del anarquismo. Mientras muchas iglesias eran saqueadas y reducidas a cenizas, Sant Pacià logró esquivar ese destino. En Sant Andreu, la vecina iglesia de Sant Andreu de Palomar fue destruida, pero Sant Pacià fue transformada por los anarquistas en comedor popular, conocido como Comedor Durruti, en lugar de ser demolida.
Según el historiador Pau Vinyes, el mérito de su preservación recae en el rector de entonces, Alexandre Pech i Ferrer, quien supo negociar con los milicianos para que respetaran el edificio. En vez de dinamita, lo que entró en la iglesia fueron mesas y sillas para alimentar a la población. Aquel gesto estratégico salvó no solo el templo, sino también los mosaicos de Gaudí, que hubieran quedado reducidos a polvo junto a los bancos de madera que sí fueron pasto del fuego.
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Hoy, décadas después, aún se conservan rastros visibles de aquella ocupación. Las siglas de la CNT y la FAI siguen siendo perceptibles en la fachada principal, cubiertas parcialmente por cemento aplicado en tiempos del franquismo. Lejos de ser un acto vandálico, aquellos grafitis fueron una marca de propiedad: los anarquistas no destruyeron Sant Pacià porque, por unos años, también fue suya.
El legado secreto de Gaudí en el suelo de Sant Pacià
Gaudí, antes de convertirse en el arquitecto más célebre de Barcelona, participó en el diseño de esta iglesia como un joven prometedor bajo la tutela de su maestro Joan Torras Guardiola. Fue precisamente este quien le confió la creación del mosaico del suelo, obra que terminaría ejecutando el marmolista Luigi Pellerin entre 1879 y 1881.
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El resultado fue un pavimento singular compuesto por mármol y arenisca, con formas geométricas, motivos vegetales y un simbolismo discreto pero cargado de significado. Las letras J y M hacen alusión a la congregación fundadora, mientras que las alfa y omega aluden al principio y al fin, conceptos bíblicos que conectan con la espiritualidad del templo.
Este mosaico recorre el pasillo central y el crucero de la iglesia, y aunque no refleja aún el estilo más reconocible del modernismo de Gaudí, se considera una obra esencial para entender sus inicios. Los expertos destacan que en ella se percibe ya su interés por la ornamentación detallada y la integración simbólica del arte con la función del espacio.
Esta parroquia, poco conocida, guarda un pasado ligado al anarquismo y un mosaico de Gaudí que bien merecen la pena una visita
En 1988, los mosaicos fueron restaurados por el especialista Lluís Bru, lo que permitió devolverles el esplendor perdido por el paso del tiempo y los avatares históricos. Hoy, este suelo se conserva como una joya silenciosa dentro de un templo que ha sido almacén, comedor popular y parroquia, pero que nunca perdió el arte que lo convierte en un rincón único de Barcelona.
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Una iglesia de aspecto sobrio, alejada de los grandes recorridos turísticos, se convierte en parada obligatoria para quienes buscan tesoros ocultos en Barcelona. Se trata de la parroquia de Sant Pacià, ubicada en el corazón del barrio de Sant Andreu, un rincón con historia turbulenta y belleza inesperada. Lejos del bullicio de la Sagrada Familia o del magnetismo del Park Güell, esta iglesia ofrece un legado sorprendente que conecta con los primeros pasos de Antoni Gaudí como arquitecto.