Has pasado mil veces por este balcón de Barcelona sin saber que es un auténtico tesoro arquitectónico que rinde homenaje al jazz
Algunos secretos de Barcelona no están ocultos, simplemente pasan desapercibidos. En pleno Raval, un balcón esconde una sorpresa escultórica que muy pocos conocen, pese a estar a la vista de todos
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En pleno corazón del Raval, un edificio del carrer del Carme guarda un secreto que pocos barceloneses y turistas conocen: un balcón con músicos de bronce que rinde tributo al jazz y a la historia cultural del barrio.
Època de castanyes. Castanyeres instal·lades davant dels encoixinats romboidals de la barroca Església de Betlem, al Carrer del Carme cantonada amb la Rambla. Barcelona, any 1907. | 📷 AHCB pic.twitter.com/AEKU7iTzYO
— Efemèrides d'Arquitectura (@efemarq) October 26, 2022
Una joya escondida en la primera planta del número 23
La mayoría camina sin levantar la vista. A tan solo unos pasos de la Rambla, en el número 23 del carrer del Carme, un balcón escultórico rompe con la monotonía urbana. Desde la primera planta, dos figuras humanas de bronce tocan el saxofón en silencio. No son parte de una decoración temporal ni de una instalación artística contemporánea: están integradas en la fachada como si siempre hubieran pertenecido allí.
Este rincón aparentemente anecdótico es, en realidad, un testimonio singular de cómo la ciudad de Barcelona integra memoria, arte y transformación urbana. El edificio, obra del arquitecto Daniel Molina, fue levantado a mediados del siglo XIX. En su planta baja nació la célebre farmacia Comabella, fundada en 1874 por Felip Comabella, uno de los farmacéuticos más reconocidos de su tiempo y miembro de la Reial Acadèmia de Medicina i Cirurgia.
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Del modernismo farmacéutico al homenaje musical
Durante décadas, el balcón lució un motivo central en forma de mortero, símbolo de la tradición científica de la familia Comabella. Sin embargo, en 2006, el local de la planta superior fue reformado para acoger un taller de reparación de saxofones. Las obras exigieron la retirada del mortero para instalar un sistema de aire acondicionado, lo que despertó una reacción municipal.
Al no poder recuperarse el elemento original, el Ayuntamiento obligó a reponer la escena ornamental. Fue entonces cuando los responsables del negocio musical propusieron una solución que conectaba con su actividad: dos saxofonistas de bronce, de pie, enfrentados, integrados en la estructura. Una propuesta tan inesperada como poética, que fue aprobada por el consistorio.
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Los músicos permanecen, el taller ya no
Paradójicamente, el taller musical cerró hace ya tiempo. Pero las figuras siguen ahí, vigilantes, como si marcaran el compás invisible del barrio. Este homenaje al jazz en el Raval se ha convertido en un símbolo discreto de la convivencia entre pasado y presente, entre tradición y reinvención. Un ejemplo más de cómo Barcelona esconde arte donde menos se espera.
Muchos han pasado por este lugar sin percatarse de su valor. Ahora que lo sabes, quizás la próxima vez que camines por el carrer del Carme levantes la vista. Tal vez, incluso, escuches un saxofón resonando en tu imaginación.
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