Prenafeta, el fino hilo oculto que une a Pujol con Artur Mas y que llega hasta Laporta
La historia reciente de Cataluña no se entiende sin Lluís Prenafeta, que falleció este martes a la edad de 86 años. Tampoco la evolución del catalanismo al independentismo en 30 años
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La evolución del catalanismo al independentismo no se entiende en Cataluña sin la figura de Lluís Prenafeta (1936-2025), que falleció este martes. Fue la mano derecha de Jordi Pujol en los años ochenta y el descubridor de Artur Mas; quien había ejercido de director financiero de la peletera Tipel antes de saltar a la política; y quien apoyó a buena parte de la intelectualidad que acabaría jaleando el soberanismo a través de la Fundació Catalunya Oberta. La conexión con Joan Laporta es más rebuscada, pero Joan Oliver, quien fuera director general en la primera etapa al frente del Barcelona, también era hombre de confianza de Prenafeta.
Prenafeta engañó a todos por todo. Pero sobre todo creó monstruos que luego dejó sueltos sin ningún control. Como ese Artur Mas que en 2012 se convirtió al independentismo con el resultado ya visto para CDC. O el hijo mayor de Pujol, Jordi Pujol Ferrusola, con quien Prenafeta ya rompió a finales de los noventa. También el periodista Alfons Quintà, que empezó dirigiendo TV3 y acabó suicidándose después de matar a su mujer con una escopeta de caza, tragedia que inspiró el exitoso libro El hijo del chófer, de Jordi Amat.
Muchos pensaban, o eso les hizo creer Prenafeta, que era el propietario de Tipel. Falso. Tipel era de sus primos hermanos y nunca pasó de accionista muy minoritario. En realidad se ganaba la vida vendiendo en América Latina durante los años 70 maquinaria de encurtidos y también utillaje para fabricar embutidos de una empresa de sus hermanos. Era un comercial listo, sin estudios. Pero con habilidad para ganarse a las personas clave.
La todopoderosa Marta Ferrusola fue una de las que cayó bajo el embrujo de su personalidad, mezcla de doctor Frankenstein y el flautista de Hamelin. Las maledicencias de la época aseguraban que Ferrusola le escogió como secretario general de la Generalitat en 1980 porque era el único que era más bajito que Pujol.
Pese a su fama de soberanista radical, Prenafeta sabía llevarse bien con el poder. En sus días de gloria, él y Josep Maria Gené, responsable de la comunicación de la Generalitat, le pidieron el avión a Manolo Prado y Colón de Carvajal, por aquel entonces asesor financiero del Rey Juan Carlos, para irse a Suiza a un restaurante de moda. Prenafeta encargó antes los manjares y caldos que creyó convenientes. Pero el Rasputín de Jordi Pujol volvió del todo cabreado porque el jefe de sala le cuestionó el maridaje entre los platos y los vinos.
La anécdota ilustra el carácter del personaje. Los dos pasajeros del avión han muerto y ambos se esforzaron en quedar en un segundo plano. Prenafeta no se declaró independentista hasta 2022, en una entrevista en Vilaweb, pero advirtiendo que la DUI fue un error porque no se había calibrado bien la fuerza del Estado español.
Entenderse con enemigos
Si la primera virtud de Prenafeta fue crear monstruos, la segunda fue entenderse con sus enemigos. Es lo que pasó con Josep Lluís Núñez, al que primero intentó desplazar impulsando la candidatura de Sixte Cambra, pero luego le acabó comprando el piso en el que vivía en la Bonanova.
Prenafeta igual creaba monstruos que luego se escapaban y pactaban con sus rivales
Pero lo segundo no compensaba lo primero. Así, Prenafeta fue el gran valedor del abogado penalista Joan Piqué Vidal. Lo convirtió en el defensor de Pujol en el caso Banca Catalana. Y Piqué Vidal les coló luego al juez corrupto Pasqual Estevill como miembro del Consejo General del Poder Judicial. Ambos acabaron en la cárcel, pero de nuevo, Prenafeta logró zafarse.
La sombra de la corrupción
La sombra de la corrupción siempre había pesado sobre él, pero como un duende travieso, el político y empresario siempre se libraba. Lo hizo en el caso Casinos por la financiación irregular de CDC a través de Casinos de Catalunya. Le encausaron en 1995, pero logró salir indemne.
No tuvo tanta suerte en 2018, cuando fue condenado por el caso Pretoria, junto con otro compañero de correría de los noventa, el exconseller de Economía de Pujol, Macià Alavedra. Acabaron ambos en Soto del Real: 43 días de prisión preventiva. El mundo independentista consideró que era un castigo por sus ideas políticas, pero el caso había empezado mucho antes, en 2010, cuando parecía impensable que otro de los proyectos de Prenafeta, Artur Mas, se convirtiese a la causa.
Hizo dinero, sí. Pero lo perdió casi todo. El último millón, en la fianza de 2009, para eludir la prisión provisional. Pero mucho antes había perdido hasta la camisa, cuando lanzó el diario El Observador, con la idea de desbancar a La Vanguardia. El proyecto fracasó con pérdidas millonarias y cerró en 1993. Como consecuencia de ello, los Godó ya nunca podrían sumarse a la causa independentista.
Pasó sus últimos años volviendo a sus orígenes de intermediario y comisionista, esta vez con petróleo y gas de Rusia y China. Pero los tiempos habían cambiado y ya no era como la exportación a América Latina en los años 70. Al final de su trayectoria vital, Lluís Prenafeta había intentado volver a casa, pero como en el cuento El nadador de John Cheever, nadie vivía allí.
La evolución del catalanismo al independentismo no se entiende en Cataluña sin la figura de Lluís Prenafeta (1936-2025), que falleció este martes. Fue la mano derecha de Jordi Pujol en los años ochenta y el descubridor de Artur Mas; quien había ejercido de director financiero de la peletera Tipel antes de saltar a la política; y quien apoyó a buena parte de la intelectualidad que acabaría jaleando el soberanismo a través de la Fundació Catalunya Oberta. La conexión con Joan Laporta es más rebuscada, pero Joan Oliver, quien fuera director general en la primera etapa al frente del Barcelona, también era hombre de confianza de Prenafeta.