La calle más enigmática de Barcelona con historia de brujas, crímenes y leyendas: un rincón oculto cerca de Plaza Catalunya lleno de detalles que pocos ven

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A pocos pasos del bullicio de Plaza Catalunya se esconde una de las calles más misteriosas de toda Barcelona, apenas perceptible a los ojos del visitante apresurado. Corto en metros, pero inmenso en simbolismo, el Carrer d'Estruc parece resistirse a revelar sus secretos, camuflado entre escaparates y muros reformados.

Este angosto callejón, de unos 180 metros de longitud, ha sido testigo de siglos de historia, rituales esotéricos y episodios criminales que aún desconciertan a los historiadores. Su nombre honra a Astruc Sacanera, un sanador del siglo XV que ejercía entre la ciencia y la magia. Lejos de ser un brujo en el sentido oscuro, Sacanera empleaba conocimientos de astrología y herbolaria para tratar desde fracturas hasta mordeduras venenosas, utilizando la enigmática piedra escurçonera, cuyo poder curativo ha sido objeto de análisis científicos recientes.

Las fachadas del Carrer d'Estruc conservan señales que desafían cualquier explicación convencional. Desde frisos con inscripciones en ladino hasta símbolos alquímicos y masónicos, el lugar fue reinterpretado durante las reformas urbanas de los años 80 por el arquitecto Ricard Bru, quien dejó su huella en forma de placas simbólicas y ornamentos en hierro forjado. Entre los detalles más curiosos destacan un Ouroboros de hierro en el número 7 y una constelación de 34 estrellas de bronce, alineadas con Orión en el solsticio de verano.

Secretos a flor de piedra: el pasado esotérico de Estruc

La atmósfera mágica de esta calle se tiñe de rojo al recordar un crimen que marcó la Barcelona modernista. En marzo de 1909, la familia Trías-Bertran fue hallada muerta con signos de ritual esotérico, un suceso vinculado a la Societat Oculta de Barcelona que alimentó teorías sobre motores perpetuos y conspiraciones desaparecidas. Este asesinato, aún envuelto en incógnitas, inspiró incluso a novelistas como Carlos Ruiz Zafón.

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Marina Velasco

Para quienes deseen adentrarse en su magnetismo, conviene acudir con la mente abierta y los ojos bien atentos. Las visitas al amanecer revelan inscripciones que la luz directa oculta, y quienes siguen la ruta de las estrellas de bronce pueden descubrir marcas talladas en los adoquines que remiten a antiguos rituales de protección. La experiencia culmina en locales como Vom Fass Barcelona, ubicada en Carrer del Cigne, 16. Esta tienda gourmet se especializa en destilados y licores artesanales, y es conocida por ofrecer una amplia variedad de productos de alta calidad, incluyendo el mirto, un licor tradicional de Cerdeña y Córcega elaborado mediante la maceración alcohólica de las bayas del mirto.

Este destilado oscuro, originario de Cerdeña y asociado a rituales medicinales, es un guiño contemporáneo a las antiguas pócimas de Sacanera. Otras tiendas como El Cot Gourmet o Maison Puyvalin, también en el Eixample, ofrecen variantes de este elixir que, según los entendidos, “cura más de lo que promete”. El mirto, que en tiempos medievales se usaba como remedio contra la rabia y las picaduras venenosas, ha encontrado en Barcelona un inesperado refugio gourmet.

Una de las mejores formas de descubrir los secretos de esta calle es unirse a las visitas guiadas que organiza el Born Centre de Cultura i Memòria de Barcelona. Cada 31 de octubre, la institución ofrece recorridosconocer los procesos de acusación, persecución, condena y castigo que sufrieron las brujas. Durante el trayecto, se exploran símbolos ocultos, rituales documentados y episodios poco conocidos, lo que convierte la experiencia en un viaje sensorial por la historia esotérica de la ciudad.

¿Quién era Astruc Sacanera?

El legendario brujo Astruc Sacanera vivía en el número 14 del Carrer d'Estruc, donde ofrecía sus remedios a quien se atreviera a cruzar su umbral. Allí vendía la célebre piedra escurçonera, una sustancia oscura que, según se cuenta, tenía propiedades curativas frente a mordeduras de serpiente. Además, era conocido por sus habilidades para extraer muelas y deshacer males de ojo. Una de las placas diseñadas por Ricard Bru señala con exactitud el lugar donde se ofrecía aquel singular antídoto.

Hoy, los ecos de la brujería parecen haberse disipado entre las paredes de la calle, y ya no hay rastros de conjuros ni ungüentos secretos. O eso creemos. Porque en el Carrer d'Estruc, como en toda leyenda bien tejida, siempre queda espacio para la duda. Hoy, este rincón barcelonés vuelve a atraer a quienes buscan algo más que arquitectura o comercio. Desde tiendas de grimorios hasta rutas nocturnas organizadas por asociaciones esotéricas, el callejón ha recuperado su aura en pleno siglo XXI. Un lugar donde lo real y lo simbólico se entrelazan con cada paso, esperando al visitante curioso que se atreva a mirar más allá de lo evidente.