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Avistan a Nere, el oso más longevo del Pirineo, y sorprende al tener nueva descendencia a pesar de su edad
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TIENE 28 AÑOS

Avistan a Nere, el oso más longevo del Pirineo, y sorprende al tener nueva descendencia a pesar de su edad

Neré, el oso más longevo del Pirineo, ha sido avistado de nuevo en la Vall d’Aran y sorprende a los expertos al volver a ser padre y también abuelo con 28 años

Foto: Fotografía del alistamiento de Nere en el Vall d'Aran (Conselh General d'Aran)
Fotografía del alistamiento de Nere en el Vall d'Aran (Conselh General d'Aran)

Los osos del Pirineo siguen escribiendo capítulos clave en la recuperación de una especie que estuvo al borde de la desaparición. En 2024, la población de oso pardo en la cordillera ha alcanzado los 96 ejemplares, repartidos entre Cataluña, Aragón, Navarra, Andorra y Francia, según los últimos datos oficiales. De todos ellos, solo 47 viven en territorio catalán, y cada individuo es crucial para la viabilidad de esta especie emblemática.

El éxito del programa de reintroducción, impulsado desde 1996 con ejemplares procedentes de Eslovenia, ha permitido reforzar una población que apenas contaba con unas pocas decenas de osos hace tres décadas. En Aragón, su presencia sigue siendo más puntual, especialmente en el Pirineo occidental, donde algunos ejemplares cruzan desde la vertiente francesa. Las zonas más activas se sitúan en el entorno de la Alta Garona, Arieja y la Vall d’Aran, aunque las cámaras de fototrampeo no descartan apariciones esporádicas en el Sobrarbe y la Jacetania.

Foto: El oso pardo es una especie protegida y su caza no está permitida (Víctor García).

Entre estos osos hay un nombre que destaca por encima del resto: Nere, el más longevo de los Pirineos, con 28 años, ha vuelto a dejarse ver en la Vall d’Aran, pese a los indicios de deterioro físico que arrastra desde hace dos años. Las imágenes más recientes lo muestran cojeando, con la pata trasera izquierda dañada, pero activo y aún capaz de sorprender a los técnicos que siguen su rastro.

Hijo de Ziva y símbolo de una reintroducción

Nere nació en el invierno de 1997, fruto de un momento histórico en la conservación del oso pardo en los Pirineos. Su madre, Ziva, fue reintroducida embarazada desde Eslovenia, y dio a luz poco después de su liberación. Desde entonces, Nere ha sido una pieza clave para garantizar la viabilidad genética de la especie en esta parte de la península, con descendencia tanto en la vertiente española como en la francesa.

Durante años fue el macho dominante en el Béarn, en el Pirineo Occidental francés, aunque con el tiempo fue desplazado por Rodri, un ejemplar más joven. Uno de sus episodios más recordados fue su cruce con Cannelle, la última hembra autóctona de esa zona, que murió en 2004 tras ser abatida por un cazador. De esa unión nació Canelito, un eslabón crucial para la diversidad genética actual.

A pesar de que su edad avanzaba y su presencia se había vuelto más escasa, Nere ha seguido dejando huella y entre 2020 y 2023 fue padre de siete crías más, cinco de ellas con la osa Bambou, lo que eleva su número total de descendientes conocidos a ocho. Pero lo más llamativo es que, además de haber sido padre de nuevos oseznos, Nere también ha sido identificado como abuelo, según los análisis genéticos del Grupo de Seguimiento Transfronterizo.

Nere es un símbolo viviente del éxito de la conservación del oso pardo en el Pirineo

Su caso es excepcional no solo por su longevidad, que ya roza el límite de esperanza de vida del oso pardo salvaje, que está fijado en los 30 años, sino por su papel activo en un momento clave para la especie. Cada nuevo rastro suyo es una noticia celebrada por los expertos, que lo consideran un símbolo viviente del éxito de la conservación del oso pardo en el Pirineo.

Los osos del Pirineo siguen escribiendo capítulos clave en la recuperación de una especie que estuvo al borde de la desaparición. En 2024, la población de oso pardo en la cordillera ha alcanzado los 96 ejemplares, repartidos entre Cataluña, Aragón, Navarra, Andorra y Francia, según los últimos datos oficiales. De todos ellos, solo 47 viven en territorio catalán, y cada individuo es crucial para la viabilidad de esta especie emblemática.

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