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Desazón en el seno de Junts al comprobar que el regreso de Puigdemont se aleja
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temen que se pierda su "capital político"

Desazón en el seno de Junts al comprobar que el regreso de Puigdemont se aleja

Acostumbrado a funcionar a golpes de efecto, el partido buscaba que el regreso de su líder a Cataluña le diese la vuelta a un par de años que han resultado difíciles. Habrá que esperar

Foto: Míríam Nogueras, Jordi Turull y Carles Puigdemont en la pantalla de plasma. (EFE)
Míríam Nogueras, Jordi Turull y Carles Puigdemont en la pantalla de plasma. (EFE)
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En el seno de Junts cunde el desánimo al asumir que Carles Puigdemont ya no podrá volver como mínimo hasta 2026 a Cataluña, fruto del nuevo calendario judicial que ha marcado el baile jurídico entre el Tribunal Supremo y el Constitucional. Como avanzó El Confidencial, el propio Puigdemont confía tan poco en su vuelta que ya ha matriculado a su hija en Bélgica para el próximo curso. Pero eso deja a Junts en una situación de provisionalidad, sin jefe de la oposición, sin sucesión organizada y con malas perspectivas electorales.

La negativa del Supremo ya la esperaban, pero no la contundencia de la argumentación, explican fuentes internas del partido. En la dirección de Junts hay el temor de que el capital político de Puigdemont, que era inmenso cuando huyó a Bruselas en 2017, se esté disipando con el paso de tiempo. Ocho años después, con los pactos para los indultos y la amnistía y el apoyo a la legislatura agonizante de Pedro Sánchez, ese capital político se va reduciendo día a día. Y el partido se pregunta cómo sobrevivir a esta situación.

En su escaño en el Parlament luce un lazo amarillo gigante, haciendo más visible el vacío que soporta la segunda formación política de Cataluña. El grupo parlamentario sigue dependiendo de los viajes a Bruselas del secretario general del partido, Jordi Turull; y del vicepresidente, Antoni Castellà. En la formación empiezan a ser conscientes de que el primer beneficiado de que Puigdemont no pueda regresar es el PSOE, el cual se asegura el respaldo de Junts para lo que le queda de mandato.

Mientras, Salvador Illa gobierna en Cataluña, carece de oposición y está mucho más cómodo que Sánchez en la Moncloa. En el Parlament, Illa reserva sus mejores réplicas no para al parlamentario de Junts al que ese día le toque recoger el testigo del líder, sino para Silvia Orriols. Illa y Puigdemont siguen sin reunirse, sin verse. Y al final, el afán de Junts por tener cuota de pantalla lleva a Míriam Nogueras a asegurar que ha conseguido el 25% de las ayudas para el apoyo a las empresas españolas en la crisis arancelaria cuando el peso de Cataluña en la industria y las empresas exportadoras es justo del 25%.

Foto:  Juanma Moreno y Emiliano García-Page, en el coloquio en Madrid. (EFE / Juan Carlos Hidalgo)

Todo suena demasiado a desesperación. Carles Puigdemont prometió que se retiraría si perdía las elecciones, primero; que volvería a Cataluña por enésima vez, después; pero su regreso acabó en una nueva fuga el pasado 8 de agosto, el mismo día que Illa era investido president. Pero después de ese momento todo ha ido cuesta abajo. En especial tras la ruptura con Pedro Sánchez, la cual apenas duró unas semanas. Junts fiaba la remontada al regreso de Puigdemont, incluso para verano, pero ya no resulta creíble.

Crece la desconfianza

Así que internamente crece la desconfianza. Se desconfía del equipo jurídico, que prometió cosas que no han pasado. Ahí está Laura Borràs, que ha acabado suplicando por el indulto en el TJSC. El equipo jurídico de Francesc ‘Quico’ Homs redactó la ley de Amnistía y forzó esperar esos cambios para “blindarla”. Pero, al final, ni Puigdemont puede volver ni la amnistía ha sido efectiva.

Ni la estrategia jurídica ni la política de Junts están funcionando como se prometió

Las victorias jurídicas que antaño dieron alas a Junts y al puigdemontismo ahora han desaparecido. Y la posibilidad de un golpe de efecto con la vuelta de Puigdemont se retrasa una y otra vez. Como otra prueba del ocaso de la figura del expresident queda la crisis y el ocaso del Consell de la República y una capacidad a la baja de movilizar la calle.

Cuestionamiento interno

En el aspecto interno, Turull también está cuestionado. La crisis interna de Junts en el Maresme se zanjó con la marcha del exconseller de Interior, Miquel Buch de Junts. Las municipales de 2027 pintan cuesta arriba para el partido en localidades como Figueres, Olot, Vic o Puigcerdà. Y, mientras, Aliança Catalana y su discurso islamófobo siguen creciendo en las encuestas. Por ahora, Junts no tiene previsto introducir cambios en el grupo parlamentario en Cataluña o en la estructura del partido para revertir la situación.

En el seno de Junts cunde el desánimo al asumir que Carles Puigdemont ya no podrá volver como mínimo hasta 2026 a Cataluña, fruto del nuevo calendario judicial que ha marcado el baile jurídico entre el Tribunal Supremo y el Constitucional. Como avanzó El Confidencial, el propio Puigdemont confía tan poco en su vuelta que ya ha matriculado a su hija en Bélgica para el próximo curso. Pero eso deja a Junts en una situación de provisionalidad, sin jefe de la oposición, sin sucesión organizada y con malas perspectivas electorales.

Carles Puigdemont Jordi Turull Junts per Catalunya
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