La CUP vuelve de su travesía del desierto más pragmática y pactando con el PSC
La formación anticapitalista cambia de cara. De manera discreta, pero tras la transformación que arrancó después de las municipales de 2023 el partido se pliega a respaldar políticas sociales
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La CUP ha vuelto de su particular travesía del desierto convertida en un partido pragmático que incluso se suma a pactos con el PSC, como ha hecho esta semana para el control de la vivienda de temporada. Sus votos no hacían falta, el PSC ya tenía a los Comunes y a ERC. Pero ellos quisieron participar.
De repente, Salvador Illa pasó en 24 horas de correr el riesgo de recibir un revolcón en el Parlament a ampliar la mayoría de su investidura. La situación responde a un movimiento de fondo en la CUP, que no quiere pasarse otra legislatura en blanco y pretende que sus cuatro diputados en el Parlament, su principal estandarte mediático, sirvan para algo.
La CUP había iniciado el procés Garbí tras las municipales de 2023, en las que el partido anticapitalista se dejó muchas plumas. Pasó de 176.474 a 133.429 votos y de 334 a 313 concejales. Quedó fuera de la ciudad de Barcelona y de muchas grandes ciudades del área metropolitana. Para un partido esencialmente municipalista suponía una debacle. Luego, en las generales se quedaron fuera del Congreso. Había que rectificar el rumbo.
Más de 600 militantes se apuntaron a un proceso de reflexión, que se vio interrumpido por las autonómicas catalanas. La CUP siguió bajando, sacó poco más de 127.000 votos. Cuando se retomó el debate del proceso Garbí, la sensación de que había que cambiar y que además la ultraderecha estaba avanzando en Cataluña era muy fuerte.
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En septiembre de 2024 se acabó el debate interno. Se amplió el mandato del secretariado nacional a cuatro años y se crearon las figuras de secretario general y coordinador nacional como una manera de reforzar los liderazgos. El exconcejal de Banyoles Non Casadevall fue nombrado el primer secretario general de la CUP. La formación anticapitalista homologaba su organización interna a la de otros partidos más convencionales.
Todos estos cambios no se habían concretado hasta ahora en un giro de políticas. Hasta esta semana, en que la CUP ha finalizado su particular vía crucis tras el procés: de ser el impulsor del 1-O en 2017 a votar a favor de una iniciativa de la Generalitat que apuntala al gabinete de Salvador Illa.
Discurso de negación
Una de las características de la resaca del procés son los partidos independentistas negando en su discurso justo lo que están haciendo. El ejemplo más reciente: Carles Puigdemont asegurando que amenazaba a Pedro Sánchez cuando en realidad estaba salvando su legislatura. La CUP no podía ser menos.
Cuando atendió a los medios en el Parlament tras la votación clave para regular los precios de la vivienda de temporada, la diputada de la CUP Laure Vega justificó el giro por la emergencia de la crisis de la vivienda, añadiendo que ningún partido "se lo tendría que hacer suyo".
La CUP inicia una senda diferente lejos de los excesos del procés
Vega insistió en que ese voto de los cuatro diputados de la CUP en el Parlament "no supone un cambio de relaciones" con el Govern y matizó que "no están con ninguna otra negociación" con el ejecutivo. "Cuando haya unas demandas y la posibilidad de avanzar en un determinado derecho, estaremos", ha garantizado la diputada de la CUP.
Respaldo matizado
Y después del apoyo explícito llegó el respaldo matizado. Tras la votación de la vivienda, el Govern también pudo sacar adelante un segundo decreto para agilizar los procesos de contratación de obra pública y facilitar el acceso de las pequeñas y medianas empresas a los pliegos. De nuevo, el ejecutivo de Salvador Illa se sirvió del voto de ERC y los Comunes. La CUP se abstuvo. Una nueva mayoría para temas de especial sensibilidad social se dibuja en Cataluña, por activa o por pasiva.
La CUP ha vuelto de su particular travesía del desierto convertida en un partido pragmático que incluso se suma a pactos con el PSC, como ha hecho esta semana para el control de la vivienda de temporada. Sus votos no hacían falta, el PSC ya tenía a los Comunes y a ERC. Pero ellos quisieron participar.