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El restaurante donde tienes que comer sí o sí en Barcelona: una masía tradicional catalana famosa por sus embutidos artesanos y fundado en 1971
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El restaurante donde tienes que comer sí o sí en Barcelona: una masía tradicional catalana famosa por sus embutidos artesanos y fundado en 1971

Un restaurante escondido entre las montañas de Osona ha conquistado a generaciones enteras con sus embutidos artesanos, platos tradicionales y un entorno natural que invita a desconectar

Foto: Imagen de los embutidos catalanes de esta masía tradicional ubicada dentro del espacio natural Guilleries-Savasona, en Barcelona (Esmorzarsdeforquilla.cat)
Imagen de los embutidos catalanes de esta masía tradicional ubicada dentro del espacio natural Guilleries-Savasona, en Barcelona (Esmorzarsdeforquilla.cat)

Muy cerca de Vic, a poco más de una hora de Barcelona, se esconde una masía entre montañas donde los fines de semana resulta casi imposible encontrar mesa sin reserva previa. A primera vista parece un lugar más de la comarca de Osona, pero basta con cruzar el umbral para comprender que estamos ante uno de los templos de la cocina catalana tradicional.

Se llama Fussimanya y desde 1971 funciona como restaurante, obrador de embutidos y punto de encuentro para los amantes de los ágapes abundantes. Su ubicación, en Tavèrnoles, dentro del espacio natural Guilleries-Savassona, añade atractivo a una propuesta basada en la sencillez, el producto de proximidad y las raíces familiares. Fundado por Rossend Viladecàs y Dolors Pascual, el establecimiento sigue hoy en manos de sus descendientes, ya con la tercera generación al frente.

El ritual comienza con una tabla de fuets, butifarras blancas y negras, acompañados de pan con tomate, que marcan el inicio de un desayuno o comida que nunca defrauda. Entre los platos de la carta y sugerencias de temporada destacan el xató (ensalada tradicional catalana), el trinxat (elaborado a base de col y patata) los hígados de conejo, las manitas de cerdo con setas o unas albóndigas a la brasa con judías del ganxet que, según los comensales más fieles, "no se encuentran en ningún otro sitio".

Producto local, historia familiar y cocina sin artificios

Además de ser un reclamo para quienes buscan los sabores más representativos de la cocina catalana, Fussimanya se ha consolidado como un ejemplo de modelo empresarial vinculado al territorio. Su apuesta por los productos de cercanía —como el cerdo Duroc, la ternera hembra, el cordero de rebaño o el pollo de payés— refuerza el vínculo con los productores locales y con una forma de entender la gastronomía basada en la confianza, el respeto al producto y la continuidad de las tradiciones familiares.

Foto: A tan solo 15 minutos del centro de Tarragona, este exclusivo lugar en plena naturaleza se ha convertido en el preferido para celebraciones especiales. (bodas.net)

El precio medio por persona ronda los 40 euros, una cifra ajustada teniendo en cuenta la calidad y la abundancia de cada servicio. Aunque no existe un menú cerrado, la carta permite combinar entrantes, platos principales y postres de forma generosa, ideal para quienes disfrutan de las comidas largas y sin prisas. Muchos optan por compartir varias especialidades, lo que convierte cada visita en un recorrido por los sabores más emblemáticos de la comarca de Osona.

Con el tiempo, la marca Fussimanya ha crecido sin perder el espíritu inicial. A escasos metros del restaurante construyeron un obrador propio donde elaboran sus embutidos artesanos, que hoy se venden en siete tiendas repartidas por Osona, además de una tienda online. También producen platos cocinados para llevar y han ampliado su propuesta con una casa de turismo rural, Mas Sabaters, ideal para quienes buscan una experiencia completa en este entorno privilegiado.

La combinación de calidad, cantidad y precio ha convertido este restaurante en un emblema gastronómico del interior de Barcelona. La clave está en la autenticidad: producto local, cocina tradicional y una historia familiar que ha sabido evolucionar sin perder su esencia. Fussimanya no solo es un lugar donde comer bien, es una experiencia que invita a regresar.

Muy cerca de Vic, a poco más de una hora de Barcelona, se esconde una masía entre montañas donde los fines de semana resulta casi imposible encontrar mesa sin reserva previa. A primera vista parece un lugar más de la comarca de Osona, pero basta con cruzar el umbral para comprender que estamos ante uno de los templos de la cocina catalana tradicional.

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