Adiós al turismo etílico en el Eixample: BCN prohíbe las rutas de borrachera, pero los vecinos exigen más

"Saborea bebidas españolas y descubre la vida nocturna de Barcelona en un tour guiado. Rompe el hielo e intercambia historias con tus compañeros de viaje mientras degustas auténticas bebidas locales en bares de ambiente". 47,20 euros por persona, cancelación gratuita con 24 horas de antelación y con un guía en inglés. Este tipo de anuncios, publicados en infinidad de portales de Internet, tienen los días contados en el Eixample. A partir del próximo 1 de junio, las rutas de borrachera, uno de los fenómenos más conflictivos del ocio nocturno en la ciudad condal, estarán prohibidas en el distrito tras años de quejas vecinales, pero los residentes no terminan de fiarse.

La medida, aprobada por el Consistorio de Barcelona el pasado mes, estará vigente en un principio durante dos años e implica la prohibición de la organización y la promoción -se sancionará cualquier tipo de publicidad- de estos recorridos por bares y discotecas entre las 19.00 y las 07.00. No es la primera vez que el Ayuntamiento recurre a la prohibición para intentar paliar los ruidos y molestias que los jóvenes que suelen participar en este tipo de experiencias provocan en los residentes.

El veto en el Eixample a las polémicas rutas sigue la línea de la prohibición que se implantó en Ciutat Vella en 2012, ampliada ahora hasta 2028. Según datos del Ayuntamiento, entre 2022 y 2024 se impusieron 1.123 multas a locales de ocio por promover este tipo de actividades en este último distrito. Aunque la medida no consiguió erradicar del todo las rutas, el Consistorio defiende que ha tenido un “altísimo grado de cumplimiento” y un 97% de los grupos turísticos han cumplido con las restricciones. No obstante, muchos de los recorridos han conseguido esquivar la ley.

Con la ampliación de la prohibición al Eixample, el Ayuntamiento busca aliviar las tensiones vecinales en zonas especialmente afectadas, como la calle Enric Granados o Aribau, donde los vecinos llevan años denunciando el impacto de estas rutas en su descanso y calidad de vida. Muchas se llegan a publicitar incluso por menos de 15 euros y garantizan el acceso a bares y discotecas, descuentos en las consumiciones y un guía para acompañar al grupo durante toda la noche. Por regla general, estas actividades arrancan a las 22:00 y pueden extenderse hasta el amanecer, con decenas de personas recorriendo las calles entre gritos y música.

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Los vecinos de las zonas afectadas han denunciado reiteradamente las molestias derivadas de estas rutas, que saturan las aceras y convierten la vía pública en un espacio de fiesta. La plataforma SOS Enric Granados ha sido una de las más activas. Para los vecinos, la prohibición es un avance, pero insuficiente para acabar con el problema. “No esperamos una reducción inmediata del ruido y los disturbios nocturnos porque creemos que la Guardia Urbana no contará con los recursos necesarios para controlar esta situación”, afirma Jordi Badia, representante de la entidad y a su vez presidente de la Xavecs (Red Vecinal Contra el Ruido). “Sería necesario supervisar las publicaciones de las empresas que organizan estas rutas, además de realizar inspecciones periódicas a los locales que las albergan”, añade.

Otro factor que preocupa a los vecinos es la evolución de los locales de la zona. Muchos bares que antes ofrecían menú diario han cambiado su licencia y actualmente abren hasta las tres de la madrugada, sin contar con la insonorización adecuada. “Estamos viviendo una transformación: hay calles que se han llenado exclusivamente de bares de copas. Algunos que antes eran restaurantes, ahora son bares musicales”, denuncia Badia.

Las entidades vecinales creen que es el momento de replantear el modelo de ocio nocturno de la ciudad. “Es una degradación que la marca Barcelona se mantenga basándose en un turismo de alcohol y la borrachera. Barcelona merece un turismo de calidad”, sostiene el presidente de la Xavecs. Sin embargo, frente a las quejas vecinales, algunos hosteleros denuncian la prohibición porque consideran que la media podría perjudicar a la economía de la capital catalana.

El Consistorio, por su parte, justifica la medida para garantizar la convivencia ciudadana. Además, según la información facilitada por el Ayuntamiento, la Guardia Urbana y los servicios de inspección reforzarán "las actuaciones para controlar la venta y el consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo con respecto a menores y fuera de los horarios autorizados". En 2023 y 2024, en el Eixample se abrieron 366 procedimientos sancionadores por infracciones de este tipo.

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Los vecinos reclaman medidas adicionales, entre ellas, que la prohibición no se aplique únicamente a barrios o distritos concretos, sino a toda la ciudad. Desde la Xavecs proponen aumentar la presencia policial, controlar las plataformas digitales que publicitan estas rutas y limitar la venta de alcohol en los supermercados abiertos las 24 horas para reducir el acceso a bebidas durante la madrugada. Los vecinos advierten que harán un seguimiento exhaustivo de la medida para evaluar su efectividad. “Barcelona no se merece esto”, zanja Badia.