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Guerra en el independentismo: manual antifascista para tumbar a Aliança Catalana
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Guerra en el independentismo: manual antifascista para tumbar a Aliança Catalana

Estrategia de acoso y agresiones contra el partido de la alcaldesa de Ripoll, que puede quintuplicar sus escaños en unas nuevas elecciones, según el último CIS catalán

Foto: Manifestación de Arràn la pasada Diada. (EFE/Marta Pérez)
Manifestación de Arràn la pasada Diada. (EFE/Marta Pérez)
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El último barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO, el CIS catalán) ha caído como una bomba en Cataluña: el bajón de Junts per Catalunya, que puede perder hasta 8 diputados, se compensa con la impresionante subida de Aliança Catalana (AC), el partido independentista de extrema derecha liderado por la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols. Puigdemont, que además es el segundo político que más rechazo produce entre la ciudadanía tras el líder de Vox, Ignacio Garriga, arremetió contra los resultados negando cualquier atisbo de verosimilitud a los sondeos del CEO, que él tan bien había manejado.

Pero la sensación de que Aliança le roba votantes a Junts viene de lejos y no ha parado de aumentar los últimos meses. El escoramiento del partido de Puigdemont hacia posiciones de extrema derecha tiene su explicación en un intento desesperado de parar la sangría de votos que se le van hacia la formación de Orriols. Si los sondeos no fallan, los 8 escaños que puede perder Puigdemont pasan directamente a la cuenta de Aliança Catalana, que sube 8 diputados. Es la teoría de los vasos comunicantes.

Pero AC no mete miedo solo a Puigdemont. El partido ultra tiene otro enemigo declarado: la extrema izquierda, en cuyo epicentro se ubica la CUP. Arran, la rama juvenil de la CUP, acaba de editar un libreto de 24 páginas que, bajo el lema ‘Sense por, sense permís’ (Sin miedo, sin permiso) pretende ser un manual antifascista dirigido a evitar el crecimiento de Aliança Catalana.

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Los cuperos han iniciado una particular guerra contra la extrema derecha independentista en la que no faltan las agresiones y las amenazas. En diciembre pasado, tres militantes de extrema izquierda fueron condenados por haber asaltado un acto de AC en Vilafranca del Penedès. Hace apenas dos semanas, tres militantes más fueron detenidos por asaltar (el pasado 25 de enero) una carpa de los de Orriols en la zona alta de Barcelona dejando tras de sí un herido grave. Entre los detenidos se encuentra Adriana Llena, exportavoz de Arran que concurrió como número 3 por Barcelona en la lista de la CUP en las últimas municipales.

Múltiples escaramuzas

Las agresiones de la extrema izquierda contra la extrema derecha se distribuyen por toda la geografía catalana: donde hay un acto de AC, se presentan los comandos de la CUP para aguarles la fiesta. En los últimos meses ha habido incidentes en Girona, Vilafranca, Barcelona, Vilassar, Ripoll…

La consigna difundida periódicamente a los militantes de extrema izquierda es que “el fascismo avanza si no se le combate”. Un escrito firmado por la CUP, Endavant (el pequeño partido que simboliza su núcleo duro) y la plataforma Alerta Solidaria es taxativo: “Ante la persecución contra los derechos y libertades de acoso contra las personas migradas y de todo el odio que practican sólo hay dos caminos: ponerse a su lado o confrontarlos. Nosotros no pensamos ceder a sus amenazas ni a su acoso, no pensamos callar frente a su odio. Les pararemos los pies sea como sea y haga falta lo que haga falta (…) emplazamos a todos a formar parte de este frente unitario antifascista para no dejar que se normalice su presencia”.

Foto: Artur Mas y Jordi Turull en un acto electoral. (EFE)

En el manual confeccionado recientemente, los cuperos aseguran que “AC es una máquina de convertir independentistas en racistas a golpe de inocular el miedo en la inmigración”. El partido ultra catalanista basa casi toda su carga ideológica en demonizar la inmigración y, especialmente, la musulmana. Los partidos de la izquierda catalanista no pierden de vista que en el preámbulo del acuerdo que firmó el PSOE con Junts para la cesión de la gestión de la inmigración, los de Puigdemont introdujesen postulados que se interpretan como un guiño de JxCat a un electorado que se le puede escapar hacia Aliança Catalana.

Para la CUP, “la extrema derecha parte del marco de que las fronteras no son seguras y que es preciso aumentar la inversión y poner permanentemente el Ejército en las fronteras del sur (…) Es necesario que hablemos de un retroceso generalizado de derechos y libertades políticas generalizado, fomentado por la extrema derecha y su marco (…) Respecto a AC y sus grupúsculos adyacentes, es especialmente importante considerar este factor, ya que es uno de los puntos programáticos más importantes y subordina toda la acción política al control migratorio y la seguridad, de fronteras y del exterior”.

El oscuro control migratorio

El manual de la Cup asegura que esta circunstancia “se traduce en una reivindicación de la independencia en abstracto, sin estrategia ni programa, que se acaba traduciendo en una herramienta para asegurar este control migratorio. En lugar de ser una herramienta democrática y emancipada para la sociedad catalana, la quieren convertir en una herramienta para reprimir y segregar a la sociedad por etnias Esto está convirtiendo a una parte del espacio sociológico independentista en un reducto identitario”.

De hecho, las reivindicaciones de control de fronteras exigido por Junts figuraban ya en el programa electoral de Aliança con todas las letras. Pero quien tiene acceso a Pedro Sánchez es Puigdemont y, por tanto, pudo imponer él las condiciones en lugar de Sílvia Orriols.

Foto: La alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols. (EFE/Siu Wu)

Otro elemento a tener en cuenta es el alineamiento de las tesis de AC con postulados similares de otras fuerzas similares no catalanas. “En su hipocresía, AC menosprecia a los posibles futuros hablantes de nuestra lengua restringiendo la entrada a nuestra comunidad lingüística. El súmmum lo encontramos en su apoyo explícito a Reagrupament Nacional [el partido de Le Pen], que actúa en pro de la sustitución lingüística y el desplazamiento de cualquier catalanidad de la Cataluña Norte. Pese a su supuesto independentismo, en el Parlament de Cataluña ya estamos comenzando a ver posibles alianzas con partidos como Vox en materia de inmigración. Es evidente que, antes que catalanistas, son fascistas y los intereses que defienden siempre irán en contra del pueblo trabajador catalán”.

Otros puntos en los que meten en el mismo saco a todas las fuerzas de extrema derecha es el belicismo, la LGTBIQfobia o el “antiracionalismo y la apología del genocidio” simbolizados por la falta de apoyo al pueblo palestino en Gaza.

Paralelamente a la distribución del manual entre la militancia de extrema izquierda, las fuerzas de la CUP han distribuido carteles con la consigna “Tumbemos Aliança Catalana. Su persecución no nos para”. Toda una declaración de intenciones.

El último barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO, el CIS catalán) ha caído como una bomba en Cataluña: el bajón de Junts per Catalunya, que puede perder hasta 8 diputados, se compensa con la impresionante subida de Aliança Catalana (AC), el partido independentista de extrema derecha liderado por la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols. Puigdemont, que además es el segundo político que más rechazo produce entre la ciudadanía tras el líder de Vox, Ignacio Garriga, arremetió contra los resultados negando cualquier atisbo de verosimilitud a los sondeos del CEO, que él tan bien había manejado.

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