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El independentismo busca voluntarios para arreglar la casa de Macià que compró Puigdemont
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El independentismo busca voluntarios para arreglar la casa de Macià que compró Puigdemont

ERC regaló 50.000 euros para la masía dos días antes de las elecciones autonómicas de 2024, pero fue insuficiente. Se necesitan manos para limpieza, pintura o jardinería

Foto: Carles Puigdemont, durante un acto en Perpiñán. (EFE/David Borrat)
Carles Puigdemont, durante un acto en Perpiñán. (EFE/David Borrat)

El independentismo no tiene dinero para pagar la emblemática casa de Macià, en el sur de Francia. La mansión que debía ser la sede del Consell de la República se deteriora paulatinamente y no hay fondos para arreglarla. Una especie de metáfora de lo que es el chiringuito áulico que Carles Puigdemont montó en Waterloo. Por ello, los responsables de la edificación han hecho un llamamiento a sus fieles. “Necesitamos personas voluntarias. ¿Quieres venir a pasar un día a la Casa Macià, de Prats de Molló, y echar una mano?”, reza un anuncio enviado a los activistas independentistas esta semana.

Los días señalados son del 18 al 20 de abril, que son los festivos de Semana Santa. “Os ofrecemos un buen almuerzo y buena compañía”, dicen sus responsables. Los trabajos a hacer son los de “pintar paredes, trabajo forestal y tareas de jardín”. Pero nada de remuneración económica. Las arcas soberanistas están vacías y el símbolo más señalado del independentismo radical se muere.

Puigdemont hizo comprar esta casa en el año 2020 con la intención de convertirla en la sede del Consell de la República y, más tarde, instalar un centro de memoria histórica para preservar el legado del expresidente Francesc Macià, un personaje con quien presume de tener épicos paralelismos. Entre otros, que hace 100 años Macià visitó Moscú buscando dinero para financiar su plan. Le prometieron 400.000 pesetas que nunca llegaron. Puigdemont cortejó también a los rusos buscando financiación, aunque sin resultado. Ambos se fugaron de España y ambos acabaron con sus huesos en Bélgica. Les faltaba Villa Dénise, el nombre francés de la edificación, para unir definitivamente sus destinos.

El expresident vio un activo épico importante en la masía y decidió transformarla en un santuario de peregrinación independentista en el sur de Francia. En 2020, consiguió que el entonces presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell (poco después admitido en las filas de Junts para ser diputado), contactase con un empresario para comprar la casa. Canadell logró que Jaume Aragall, que también era presidente de la Cámara de Comercio del Vallès Oriental, comprase la masía. “Es un patriota de la cabeza a los pies. 100% confianza”, anunció Canadell a Josep Lluís Alay, la mano derecha de Puigdemont y jefe de la Oficina del líder de Junts.

Foto: Carles Puigdemont, participando vía videoconferencia, en un acto de JxCAT. (EFE)

La intención era que, posteriormente, el Gobierno de Cataluña comprase la casa. Alay le comunicó por mensaje a Puigdemont poco antes de la compra: “El empresario (contrastado patriota) Jaume Aragall (Sergi Miquel, Toni Comin y Joan Canadell te lo podrán avalar) me dijo que cuando te va a ver te lleva avellanas (la última vez vino con la Cámara) se compromete a comprar inmediatamente la propiedad por el importe de 325.000 euros (si no se puede negociar a la baja). A continuación, cedería a través de un convenio la gestión de la propiedad a la Asociación Casa Macià (formada estos días de agosto en Catalunya Nord) por 15-20 años para que la convirtiesen en una Casa Visitable y museizada con la finalidad de explicar los Hechos de Prats de Molló, la figura de Francesc Macià, la internacionalización del conflicto catalán a partir del juicio de París y el exilio en Bruselas”, explicaba en agosto de 2020.

Le pedía, no obstante, que “la Asociación o el Govern (independiente o no) hiciese el máximo esfuerzo para comprársela a él. [Aragall] entiende que la Casa, cuando se pueda, ha de pertenecer a nuestro Estado. La vendería por el importe que la compró. También está dispuesto a hacer una primera inversión de mantenimiento para que la Casa no se deteriore más”. El 3 de octubre de 2020, Alay lo tiene más claro: “Mañana es el día de la reunión en Prats de Molló para ver si hay acuerdo en la compra de la Casa Macià a través de Jaume Aragall, que pondrá los 325.000 euros y cederá la gestión a la Asociación”. Al día siguiente, se cerró la operación recortando el precio: “Se ha hecho la oferta en firme a la inmobiliaria de 280.000 euros y antes del 10 de octubre recibiremos respuesta. El objetivo sería conseguirla por 300.000”.

50.000 euros de ERC

ERC, aunque no compró el inmueble, sí invirtió dinero en él. El Ejecutivo de Pere Aragonès pagó 50.000 euros para adecentar la masía. El abono se produjo el 10 de mayo de 2024, dos días antes de las elecciones autonómicas. El regalo ya estaba hecho, fuese cual fuese el resultado de los comicios. Como golpe de efecto, en plena campaña electoral, la vicepresidenta Laura Vilagrà se desplazó hasta Prats de Molló y se dejó fotografiar en los jardines de la casa junto a Carme Forcadell y Jep Bonet.

Los republicanos publicitaron que ese era el primer paso, “un paso imprescindible para preservar la memoria histórica y el legado de quien fue uno de los presidentes más importantes de Cataluña”. Con esa primera inversión, pretendía Esquerra “tirar adelante la primera fase de las obras de rehabilitación que convertirán este espacio en un centro de interpretación de la historia de Cataluña”.

Foto: Jordi Domingo, presidente del Consell de la República. (EP/Alberto Paredes)

Vilagrà la ponía como “ejemplo de resistencia, exilio y solidaridad. Todas las visitas podrán hacerse una idea de lo que fueron los hechos de Molló y de lo que supusieron para Cataluña, por la libertad, en este caso, por el anhelo de justicia y libertad que tenía el presidente Macià”. La intención era abrir en el lugar “un gran espacio museístico el año 2026, cuando hará 100 años de los hechos de Molló”.

En octubre pasado se acabó la “segunda fase de las obras de restauración” de la masía con “la accesibilidad con una rampa, la sala de proyección audiovisual y la sala de exposición del segundo y tercer piso, muy ultimadas". "El entorno de árboles y vegetación, así como las barandas de seguridad de la casita de madera del jardín, la impermeabilización y adecuación del escenario posterior acabadas”, exponía el plan de reforma.

Con el dinero obtenido se acabaron las paredes de seguridad del jardín frontal y del posterior, la restauración de tres escaleras exteriores, se atendió a la poda y tala del arbolado y varios detalles más. Pero se acabó el dinero y solo quedaron las ilusiones. La casa necesita un mantenimiento que la militancia no está dispuesta a pagar. Las cuotas y los donativos no llegan, porque la militancia no se rasca el bolsillo. La casa de Puigdemont puede llegar a ser una ruina.

El independentismo no tiene dinero para pagar la emblemática casa de Macià, en el sur de Francia. La mansión que debía ser la sede del Consell de la República se deteriora paulatinamente y no hay fondos para arreglarla. Una especie de metáfora de lo que es el chiringuito áulico que Carles Puigdemont montó en Waterloo. Por ello, los responsables de la edificación han hecho un llamamiento a sus fieles. “Necesitamos personas voluntarias. ¿Quieres venir a pasar un día a la Casa Macià, de Prats de Molló, y echar una mano?”, reza un anuncio enviado a los activistas independentistas esta semana.

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