La 'banlieu' de Salt: un imán 'okupa', extrema izquierda y una funcionaria en sus trece
Versiones contradictorias adornan una historia con aspecto de conflicto social pero que tiene un componente de venganza radical: por qué quisieron asaltar la comisaría de los Mossos
El miércoles se vivió la segunda noche de disturbios en Salt. (EFE/David Borrat)
La banlieu se trasladó, durante dos días, de París a Salt (Girona). El desalojo de la familia del imánKalikou Diawara fue el detonante para que disturbios aparentemente espontáneos se extendieran por Salt, localidad próxima a la capital de provincia, que tiene un componente explosivo: un 37% de población inmigrante sobre un total de 33.000 personas. Un grupo de encapuchados llegó a asediar la comisaría de los Mossos d’Esquadra, con el agravante de que en esta ocasión hubo lanzamiento de objetos contra el edificio. Como siempre en cada conflicto, en este episodio de violencia y tensión hay una historia oficial y una historia oculta.
Diawara es un imán que lleva 20 años viviendo en Salt, tiene una familia de 8 hijos y hace cinco años que no pagaba el alquiler de la vivienda, por lo que el propietario lo llevó a juicio y, al final, se ordenó su desalojo. Fue realojado durante unos días con su familia en un hotel de Medinyà, a cargo de los presupuestos municipales, pero luego volvió al domicilio porque no tenía dónde ir, pese a que no está considerada una familia vulnerable.
A la vuelta a casa, reventó la nueva cerradura y se instaló de nuevo. Pero no contaba con que había alarma y cámaras. Como esta ocupación se acababa de hacer, la ley permite un desahucio rápido, cosa que se hizo el lunes. El martes, alertadas las plataformas de extrema izquierda, se prepararon protestas contra los Mossos y la Policía Local y, por la noche, hubo las agresiones contra la comisaría.
Paralelamente, el imán solicitaba en un comunicado llevar las cosas “con paciencia e inteligencia”, rehuyendo la violencia. Pero las plataformas radicales tenían otro concepto de la paciencia y la inteligencia y la emprendieron con la sede policial y con el mobiliario urbano, destrozando un coche patrulla, las cámaras de vigilancia, contenedores y tres parquímetros. Hubo 6 detenidos. Tres de ellos han pasado ya a disposición judicial y salieron en libertad condicional con la obligación de comparecer quincenalmente. Están acusados de los delitos de atentado a agentes de la autoridad y desórdenes públicos.
Versiones contradictorias
El Sindicat d’Habitatge de Salt emitió un comunicado tras los altercados en el que denuncia “el abuso policial ejercido por parte de los cuerpos de seguridad ante una familia con 4 menores de edad que intentaba ejercer el derecho a la vivienda digna y adecuado en un piso propiedad de un banco y que finalizó con dos personas en el hospital, una de ellas con heridas y la otra con cuadros graves de ansiedad”.
Esta plataforma asegura que las concentraciones de lunes y martes fueron convocadas por vecinos “para protestar contra el abuso y la violencia policial. Las protestas, que se retomaron en la tarde y la noche del martes, cuando de nuevo la policía actuó con más represión y violencia, incluso disparando pelotas de goma y proyectiles FOAM. Estas concentraciones se convocaron de manera espontánea”.
Según esta versión, el imán había comprado el piso y pagaba religiosamente sus recibos, “pero les devolvían los recibos de la hipoteca porque no podían encontrar al nuevo propietario”. Acusaron también a la Policía de haber agredido al imán este lunes, cuando volvió a entrar en la casa y tuvo que ser “trasladado al hospital Santa Caterina junto a otra persona”. La versión oficial es que fue empujado, cayó y se golpeó. La versión extraoficial es que sufrió un ataque de angustia.
La CUP, en cambio, asegura que la causa del conflicto es “una situación en la cual algunos van acumulando pisos vacíos mientras van echando fuera de casa a muchas familias (…) Los fondos buitre y los bancos nos han desposeído de vivienda en Salt”.
“Algunos han querido aprovechar la situación por el odio que tienen a la Policía. Mi padre pidió que no hicieran nada porque podían perjudicar a mi familia”, declaró luego Henda Diawara, hija del imán. La historia de una venganza, la de los grupos radicales contra la policía, es la causa verdadera que se ha vestido con el halo de defensa de una familia ‘vulnerable’ para hacerla más creíble.
Altercados durante dos días en Salt tras el desalojo de un imán
“Nosotros, de verdad, somos buena gente. A nosotros nos echaron de nuestra casa, servicios sociales no nos quiere ayudar porque no nos considera una familia vulnerable, mi madre tiene 4 menores y nosotros ayer salimos a reivindicarnos para que le dieran un hogar a mis padres porque no pueden estar en la calle con cuatro menores, aparte de los otros hermanos que tengo. Nosotros llegamos a un acuerdo con el alcalde, que me iban a llamar a ver si encontrábamos alguna solución, pero lo que pasó ayer por la noche ya no es cosa de mi padre”, relató Henda.
Según la hija del imán, “mi padre, antes de las 7.30, la hora de la convocatoria [de las concentraciones], les envió un comunicado diciendo que por favor, que agradece a todo el mundo que le haya ayudado, de verdad agradecemos a todas las personas que nos han ayudado. Pero mi padre no tiene nada que ver con lo que han hecho. No tenemos nada que ver ni yo ni mi familia ni mis hermanos. No queríamos que lo hiciesen. Lo han hecho porque han querido, pero que no metan a mi padre, porque he visto muchos vídeos y comunicados diciendo que es por mi padre. Es mentira. Mi padre en ningún momento les ha dicho que hagan esto. Al revés, mi padre los ha intentado parar”.
La historia extraoficial
Hasta aquí la historia oficial. La extraoficial es mucho más tétrica. La historia que cuentan los agentes que la vivieron en primera persona es que se tuvo que desahuciar este lunes “porque llevaba menos de 48 horas de ocupación y, acorde con la ley, los vuelven a desalojar”. Según esta versión, el imán había pedido a la asistenta social municipal “un piso con prioridad para su familia”. Ello podría suponer saltarse la cola de aspirantes a tener una vivienda social. “La asistenta, funcionaria hace bien su trabajo y le dice que no cumple los requisitos legales para eso”.
La historia extraoficial relata que el imán le contestó a la funcionaria: “Iré al alcalde y ya verás”. La historia continúa con el alcalde hablando con la funcionaria y ésta manteniéndose en sus trece. “Le dice que no cumple la ley y que si le da un piso, acudirá a los medios”. El primer edil le traslada al imán que la concesión no puede ser “esta vez”. La historia termina con el imán yéndose a su mezquita y quejándose de su situación. De hecho, las tareas del imán, debido a su edad (70 años) se limitan a dirigir las oraciones del fin de semana, puesto que durante la semana hay otro imán que dirige los oficios religiosos.
Tras esa queja, se pone en marcha un mecanismo que llama a la rebelión entre plataformas como Espai Antirracista, Sindicat d’Habitatge de Salt y diversas plataformas independentistas de extrema izquierda, que son, al fin y al cabo, las que convierten Salt en la banlieu parisina.
El imán no tiene derecho a un piso social
El alcalde, el republicano Jordi Viñas, admitió luego que la familia no está en la bolsa de vivienda y desvinculó los incidentes del imán. Además, en declaraciones a la emisora RAC 1, reconoció que Diawara no tiene derecho a un piso social, ya que “tienen un sueldo alto que les permite pagar una vivienda de alquiler”. El alcalde, no obstante, aseguró que la vivienda desalojada pertenece a un fondo buitre, aunque las plataformas sociales sostienen que es de un banco.
Henda Diawara, hija mayor del imán. (EFE/David Borrat)
El conflicto ha saltado a la palestra parlamentaria. Donde la alcaldesa de Ripoll, la ultra Sílvia Orriols, pidió al presidente del Parlament, Josep Rull, investigar “las declaraciones de la diputada de la CUP, en las que ha aplaudido y felicitado a los inmigrantes musulmanes que están atacando la comisaría de Salt y que ponen en peligro la vida de nuestros agentes”. Lo cierto es que la diputada cupera Laure Vega había retuiteado un mensaje en el que se señalaba que “en Cataluña, lanzar piedras a los Mossos y quemar contenedores es un hecho cultural propio. Enhorabuena a la comunidad musulmana de Salt por vuestra integración plena. Sois un ejemplo”.
La banlieu se trasladó, durante dos días, de París a Salt (Girona). El desalojo de la familia del imánKalikou Diawara fue el detonante para que disturbios aparentemente espontáneos se extendieran por Salt, localidad próxima a la capital de provincia, que tiene un componente explosivo: un 37% de población inmigrante sobre un total de 33.000 personas. Un grupo de encapuchados llegó a asediar la comisaría de los Mossos d’Esquadra, con el agravante de que en esta ocasión hubo lanzamiento de objetos contra el edificio. Como siempre en cada conflicto, en este episodio de violencia y tensión hay una historia oficial y una historia oculta.