No pasaba desde hace dos décadas: el roedor invasor que está a punto de llegar a Barcelona y su presencia preocupa a los expertos

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Después de 20 años sin noticias sobre su avance en ciertas zonas, un roedor exótico ha reaparecido en Cataluña y su expansión ya preocupa a los especialistas. Su presencia ha sido confirmada en el río Congost y en la Tordera, dos áreas donde no se había detectado en décadas. Ahora, todo apunta a que su siguiente destino será la región metropolitana de Barcelona, un hecho que podría tener importantes consecuencias ecológicas y medioambientales.

Se trata del coipú (Myocastor coypus), un roedor de gran tamaño originario de América del Sur que recuerda a una nutria o a un castor. Introducido en Europa hace más de un siglo con fines comerciales, ha logrado adaptarse a distintos entornos gracias a su capacidad reproductiva y a la abundancia de recursos en los humedales. Su expansión por Cataluña no es nueva, pero en los últimos meses ha acelerado su ritmo y ha vuelto a aparecer en zonas donde se creía erradicado.

El coipú se mueve principalmente a través de los ríos, que funcionan como auténticas autopistas naturales para su dispersión. Investigadores del CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales) han seguido de cerca su evolución y aseguran que su avance hacia Barcelona es prácticamente imparable. Marc Riera, especialista en especies invasoras, ha destacado de hecho que "su alta fecundidad y la ausencia de depredadores naturales en la región facilitan su expansión y dificultan las labores de control".

Aunque pueda parecer un animal inofensivo, el coipú tiene un impacto ecológico considerable. Al alimentarse de vegetación acuática y excavar madrigueras en las orillas de los ríos, provoca erosión y altera el equilibrio de los ecosistemas húmedos. En otros países europeos, su presencia ha derivado en importantes problemas ambientales y económicos, ya que también puede afectar a cultivos cercanos y a la estabilidad de infraestructuras hidráulicas.

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Sara Castellanos

El origen de esta nueva oleada de coipús en Cataluña se encuentra en las poblaciones establecidas en Francia, que han continuado creciendo pese a los esfuerzos por erradicarlas. Desde allí, han seguido dos rutas de entrada en Cataluña: una a través del Valle de Arán, que se ha visto limitada por el frío, y otra por el Empordà, donde el clima más templado ha favorecido su expansión. Los recientes avistamientos en el Congost y la Tordera indican que la especie sigue ganando terreno y acercándose a la capital catalana.

La base de datos EXOCAT, que monitoriza especies exóticas en Cataluña, ha registrado cerca de 150 observaciones de coipú en el último año, la mayoría en la provincia de Girona. En esta zona se están llevando a cabo campañas de erradicación para frenar su expansión, pero su avance hacia el área metropolitana de Barcelona plantea nuevos desafíos. Joan Pino, coordinador de EXOCAT, advierte que si el coipú logra establecerse en Barcelona, su control será mucho más complejo.