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Junts y ERC, dos estrategias opuestas para acabar haciendo lo mismo: apoyar a Sánchez
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Junts y ERC, dos estrategias opuestas para acabar haciendo lo mismo: apoyar a Sánchez

El modo de negociar de los de Puigdemont difiere del de los republicanos, pero pese a que busca humillar a sus interlocutores y desprestigiar a los de Junqueras, al final es lo mismo

Foto: El presidente de Junts, Carles Puigdemont, y el de ERC, Oriol Junqueras, en su reciente reunión en Waterloo. (EFE/Pablo Garrigós Cucarella)
El presidente de Junts, Carles Puigdemont, y el de ERC, Oriol Junqueras, en su reciente reunión en Waterloo. (EFE/Pablo Garrigós Cucarella)

Junts y ERC mantienen dos estrategias opuestas que al final desembocan en el mismo resultado: apoyar a Pedro Sánchez y dar vida a la legislatura. Pero mientras que los de Oriol Junqueras se han mostrado siempre como el socio más fiable del PSOE, Junts se esfuerza siempre primero en escenificar una bronca de justificación nebulosa, luego negociar por debajo de la mesa y, al final, acabar pactando lo mismo que los republicanos. Pasó en 2024, con la negociación de la ley de amnistía. Y ha vuelto a ocurrir ahora con el decreto ómnibus. El mejor resumen lo hizo el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, cuando tuiteó en la red social X: “¿Y había que perder una semana para esto?”.

Fuentes de Junts mantienen que esta sobreactuación le dará frutos electorales, aunque no se esté pactando nada que acerque a Cataluña a la independencia. Para Junts, el PP y el PSOE son lo mismo, por lo tanto, hay que tratar a ambos como el enemigo. Así lo plantearon en la campaña electoral y de ese modo lo están ejecutando. Este nunca ha sido el planteamiento de ERC, para quien es preferible el PSOE que el PP, pensando en términos de Cataluña.

En la práctica, lo importante no es la negociación, sino cómo se utiliza la misma para humillar a Pedro Sánchez y al PSOE. Y claro, se pierde tiempo, como planteaba Rufián. Pero una semana no es nada. Negociando la ley de amnistía se perdió un mes. Entonces, Junts aseguró que con su redactado “la aplicación sería inmediata”, en palabras del portavoz Josep Rius. Ahí sigue Puigdemont, un año después, anclado en Bélgica.

Esa es una de las constantes. Mentir. Pero mentir a los suyos. La amnistía no fue inmediata. O cuando se aseguró que en esta legislatura Junts iba a “cobrar por adelantado”. O presentar una proposición no de ley sin valor jurídico alguno. Igual que cuando Puigdemont aseguró que se congelaban las negociaciones para luego abrir las conversaciones que han acabado con medio decreto ómnibus ya trasladado al BOE. Mientras ERC llega a esos mismos acuerdos, Junts sobreactúa, asegura que ha roto y luego vuelve por sorpresa para firmar justo lo mismo. Si se puede hacer caso a Míriam Nogueras, ahora empezará de nuevo este ceremonial, pero para negociar los Presupuestos Generales del Estado para 2025.

La reunión de Junqueras con Carles Puigdemont en Bruselas fue un fracaso. Se quiso dar imagen de unidad. Pero no hay unidad precisamente por la diferencia a la hora de tratar con el PSOE y afrontar la negociación. O sí. Porque, al final, se acaba votando lo mismo y respaldando al Gobierno. Pero justo eso es lo que quiere disimular Junts ante sus votantes, con mantras como el que repite Nogueras una y otra vez: “Hemos mantenido la posición”. Se podría añadir, hemos mantenido la posición... para acabar votando lo mismo que ERC.

Precio a pagar

El precio a pagar por esta estrategia es muy alto. El más grave es la degradación de las instituciones, del Congreso a la Moncloa. A Junts no le importa. A la postre, son instituciones españolas. Junts mantiene que España no es una democracia y son independentistas. Por tanto, ya le viene bien.

Es muy posible que, sin esta presión de Junts, ERC hubiese votado a favor de los Presupuestos de la Generalitat de Salvador Illa. Por ahora, los golpes de pecho de Junts han costado a los catalanes unas cuentas de cerca de 48.000 millones. Y para nada se acerca a Cataluña a la independencia. Pero eso también es degradación institucional.

La estrategia de Junts no ha logrado movilizar a los independentistas abstencionistas

También el desapego de los votantes. La estrategia de Junts puede servirle para mantener a su sufragio más fiel, más de 670.000 votos en las últimas autonómicas, pero no moviliza al millón de votantes independentistas que se han ido a la abstención.

Dinamita la unidad

Además, se trata de una estrategia pensada para dinamitar a ERC. Ante la opinión pública catalana, los de Junqueras aparecen siempre como unos vendidos, mientras que Junts y Puigdemont son los puros. Luego acaban votando lo mismo y la estrategia de ambas formaciones es idéntica: dar vida a la legislatura de Pedro Sánchez hasta que la amnistía resulte efectiva.

“No hemos venido a Madrid a hacer amigos”, repiten Puigdemont y Nogueras. Pero la política real no se construye así. Hay que generar confianzas. No sólo con PP y PSOE, también con partidos pequeños como el PNV. La táctica marcada por Puigdemont desde Waterloo quema todos los puentes. También con ERC, a la que se deja en evidencia una y otra vez. De palabra, Junts busca la unidad del independentismo. Con sus prácticas, los de Puigdemont hacen que esa unidad sea imposible. No sólo degrada las instituciones y la política española. En el fondo, también hace lo mismo con la política catalana, incluida la independentista.

Junts y ERC mantienen dos estrategias opuestas que al final desembocan en el mismo resultado: apoyar a Pedro Sánchez y dar vida a la legislatura. Pero mientras que los de Oriol Junqueras se han mostrado siempre como el socio más fiable del PSOE, Junts se esfuerza siempre primero en escenificar una bronca de justificación nebulosa, luego negociar por debajo de la mesa y, al final, acabar pactando lo mismo que los republicanos. Pasó en 2024, con la negociación de la ley de amnistía. Y ha vuelto a ocurrir ahora con el decreto ómnibus. El mejor resumen lo hizo el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, cuando tuiteó en la red social X: “¿Y había que perder una semana para esto?”.

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