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Cruenta campaña de los comunes contra Collboni: "Están solos y han perdido la calle", dice el PSC
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Cruenta campaña de los comunes contra Collboni: "Están solos y han perdido la calle", dice el PSC

Los antiguos socios de los socialistas alientan protestas callejeras para desgastar la imagen del alcalde con el precio de la vivienda como excusa

Foto: El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. (EFE/Sergio Perez)
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. (EFE/Sergio Perez)
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La vivienda es un tema sensible, especialmente en Barcelona, donde se han disparado los precios de compra venta y de alquiler. Esta semana, el tema se ha recrudecido ante el intento de desalojo de un okupa que queda en la emblemática Casa Orsola, en la céntrica calle Consell de Cent. Pero quien maneja algunas de las plataformas que este viernes reunieron a 800 personas para parar el desahucio no fueron organizaciones antisistema ni de okupas, sino Barcelona en Comú (BeC), el partido de Ada Colau, que hasta hace poco gobernaba la ciudad.

En la Casa Orsola sólo quedan 18 de los 25 vecinos. Y sólo hay cinco que han ido a los juzgados a denunciar el desahucio, aduciendo que los pisos que quedan vacíos se alquilan por el triple de lo que ellos estaban pagando. Pero de los cinco pleiteantes, sólo uno, Josep Torrent, se ha convertido en un símbolo de la resistencia. La pasada semana, dirigió una carta pública a Collboni, a Salvador Illa y a Pedro Sánchez pidiendo que no se le expulse de un piso donde lleva viviendo desde hace 22 años. Su contrato finalizó y tuvo el primer juicio en enero de 2023, donde se le conminaba a desalojar la vivienda. La empresa Lioness y su propietario, Albert Ollé, le ganaron la partida en los tribunales, aunque de momento la han perdido en la calle, porque desde entonces, Josep se ha negado a dejar el piso.

El pleno del 31 de enero fue especialmente tenso por este motivo. La jefa de los comunes en el Ayuntamiento, Janet Sanz, arremetió contra la política de vivienda del alcalde, Jaume Collboni. Pero fue la teniente de alcalde socialista, Laia Bonet, la que le cortó el paso: “Tuvieron la oportunidad de adquirir el edificio y la descartaron. Pocas lecciones y más coherencia. Casa Orsola es la herencia de lo que ustedes hicieron en el anterior mandato. Estamos todo el santo día enmendando sus chapuzas”, le espetó a la ecosocialista la actual teniente de alcalde.

En su misiva a los políticos citados, Torrent afeaba que “si hoy en día es posible y rentable formar una Sicav para ahorrarse impuestos, comprar un edificio entero y expulsar a todo el vecindario, hacer alquileres de temporada y triplicar los precios es por las decisiones que han tomado. Ustedes son los responsables”. Son los mismos argumentos que los que emplean los comunes. Pero fuentes socialistas explican a El Confidencial que los de Ada Colau “se negaron a comprar la Casa Orsola, esa que tanto defienden, en 2021. No quisieron aplicar el derecho de tanteo y retracto para que fuese un edificio público. Y ahora tratan de sacar rédito político”. La maniobra deja al descubierto la miserable trastienda de la política.

Campaña contra el alcalde

Lo cierto es que los comunes habían movilizado a sus bases para concentrarse en la calle y evitar el desalojo (que ha sido aplazado hasta el próximo martes, debido a que la fuerza policial actuante era exigua). Es una más de las decenas de manifestaciones convocadas por los que hasta no hace mucho gobernaban los destinos municipales. Los convocaron por correo electrónico y por redes sociales, en una campaña que pone en la diana al alcalde, el socialista Jaume Collboni, a quien no perdonan que no negociase el reparto de poder en el consistorio con Ada Colau.

Por si fuera poco, algunas de las plataformas más reivindicativas del barrio y que han convocado en los últimos meses protestas y manifestaciones contra el gobierno socialista, están en manos de activistas cercanos a los comunes, como Eixample Respira, que defiende el legado de Colau y que se define como apartidista. Esa definición choca con la cruda realidad de que uno de sus principales impulsores es Guille López, número 4 de los comunes en el consistorio.

Foto:  Marifrancis Peñarroya, socia y consejera del grupo Peñarroya

La escalada dialéctica de los comunes es atroz. Para acceder a negociar los presupuestos, Janet Sanz puso sobre la mesa sus reivindicaciones, que no eran otras que los hitos de su programa electoral para que el socialista las asumiese. Collboni retiró los presupuestos, al contar sólo con los votos a favor de ERC, insuficientes para una mayoría absoluta. Sanz lo acusó entonces de “dejadez de funciones”. Y en una comunicación a sus activistas, Barcelona en Comú señalaba que “Collboni hoy ha escogido no poner en el centro las políticas de vivienda. Es decepcionante ver al alcalde más débil de la historia de Barcelona abandonar a la ciudadanía para contentar a los lobbies económicos”.

“Tienen un problema electoral”

Desde las filas socialistas se subraya que “las tesis de los comunes se resumen en que predican acuerdos entre las fuerzas de izquierdas, pero luego no cumplen con su parte. En Cataluña, ya hicieron caer al Govern de ERC. Y ahora intentan hacer lo mismo con el gobierno municipal. Lo que pasa es que tienen un problema electoral: la gente los abandona y quieren ejercer de CUP. Quieren ser los nuevos antisistema”.

Según fuentes internas de los comunes, hay tres ejes que los socialistas han de aceptar para tener a los comunes votando a su favor: la primera son las políticas de vivienda que dicte su partido. En este terreno, exigen mantener la obligatoriedad de reclamar el 30% de toda obra nueva que se haga en Barcelona para alquileres sociales. El segundo punto es la apuesta por el tranvía y el tercero, el mantenimiento de los ejes verdes y ‘superillas’ que se han hecho durante las legislaturas de Colau y que suponen severas restricciones al tráfico en determinadas áreas de la urbe.

Los comunes repartieron a sus activistas un vídeo esta semana en el que varios de ellos explican las cualidades de las políticas de su partido, partiendo de la base de que el aire de Barcelona es ahora mejor que hace 10 años. “Gracias a medidas como la Zona de Bajas Emisiones, las ‘Superillas’ y 90 hectáreas más de verde urbano, hemos dado pasos enormes”, les recuerda la cúpula del partido.

Foto: Cientos de vecinos y activistas  se concentran a la puerta. (EFE/Quique García)

Las comunicaciones a los militantes y simpatizantes son demoledoras contra Jaume Collboni, que es el blanco de todas las invectivas: los comunes focalizan en él todo lo malo de la gestión municipal. “En casi dos años de mandato, Collboni sigue sin proyecto de ciudad. Ante la posibilidad de representar a la ciudadanía o a las élites, el alcalde más débil de la historia ha decidido no molestar y no tocar privilegios. Desde Barcelona en Comú no nos cansaremos de enseñar las vergüenzas del alcalde de las élites y seguiremos trabajando para trasladar el sentido común de la ciudadanía al Ayuntamiento”, reza una de las comunicaciones.

Pero el equipo de gobierno del socialista resalta las contradicciones de los comunes. “Se les ha ido todo de las manos. BeC se ha radicalizado, pero las fuerzas que la apoyaban la han sobrepasado. Hay entidades que resurgen en los barrios que les adelantan por la izquierda y son referentes antisistema y ellos se quedan sin argumentos. Hace pocos días, con motivo del desalojo de la histórica Escola Massana, enviaron a un concejal para apoyar las protestas y los manifestantes lo echaron con cajas destempladas. El problema que tienen es que están empezando a no controlar tampoco las calles”.

La vivienda es un tema sensible, especialmente en Barcelona, donde se han disparado los precios de compra venta y de alquiler. Esta semana, el tema se ha recrudecido ante el intento de desalojo de un okupa que queda en la emblemática Casa Orsola, en la céntrica calle Consell de Cent. Pero quien maneja algunas de las plataformas que este viernes reunieron a 800 personas para parar el desahucio no fueron organizaciones antisistema ni de okupas, sino Barcelona en Comú (BeC), el partido de Ada Colau, que hasta hace poco gobernaba la ciudad.

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