La cúpula de la ANC se radicaliza: "Una guerra civil es una hipótesis legítima y loable"
Ante la pérdida de apoyo popular, retoma posturas maximalistas para tensionar la calle en Cataluña y prevé un escenario con “violencia”
La gran pregunta del independentismo es si la situación puede degradarse en Cataluña tras el fracaso del procés y todo depende de la capacidad de arrastre ciudadano que tengan algunas organizaciones. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) no tiene duda de que se puede llegar a una degradación ciudadana que haga necesario un enfrentamiento violento entre independentistas y no independentistas. Todo sea por la causa. “Nadie tiene voluntad de hacer una guerra civil, pero es una hipótesis legítima y loable”, argumenta Julià de Jódar, exdiputado de la CUP y actual miembro del secretariado de la ANC.
La ANC aprobará una nueva hoja de ruta en una asamblea general extraordinaria que durará del 15 al 19 de enero próximo, en el que espera dibujar un nuevo mapa político flexible en el que tenga cabida no sólo la unilateralidad, sino la confrontación con el Estado español en sucesivos estadios, en los que se prevé incluso una dosis de violencia.
La organización está presidida actualmente por el excantautor Lluís Llach, un pupilo de Carles Puigdemont que tiene claro que la situación ha de ir a peor. O tensionar o perecer. La hoja de ruta que la cúpula de la ANC llevará a este cónclave para ser aprobada por la militancia prevé situaciones límite, aunque en última instancia no da soluciones sobre qué ha de hacer. Julià de Jódar, uno de los dirigentes que va impartiendo lecciones por toda Cataluña a los activistas sobre qué hay que hacer ante España, está convencido de que puede haber un conflicto grave.
Específicamente, la hoja de ruta de la ANC dice que se han de provocar “huelgas, cortes de comunicación, ocupación de edificios oficiales en defensa de la independencia, magnitud necesaria para generar la intervención de la comunidad internacional y capacidad de conseguir apoyos, etc… y estar preparados para ir a prisión o al exilio. Es decir, dibuja un panorama de una violencia estructural profunda”, dijo en una tertulia independentista el pasado 19 de diciembre.
Un sanedrín clandestino
De Jòdar mantiene algunas de las premisas extremistas rupturistas con las que el independentismo pretende exacerbar los ánimos, soliviantar a la ciudadanía y crear un clima de tensión constante. “La hoja de ruta dice textualmente que se han de hacer campañas de protesta, campañas de acción directa y de confrontación con el Estado que por su complejidad y riesgo deberán ser pensadas, definidas e implementadas desde otros ámbitos. ¿Qué quiere decir esto?”, argumentó. Lo que se trasluce de esta propuesta es que un sanedrín en la sombra será el Doctor No que dirija los designios independentistas en los próximos años, una estructura anónima, clandestina y secreta que diga a los independentistas lo que han de hacer ante España y que estén dispuestos a obedecer ciegamente.
El lado negativo es que la ANC, hoy por hoy, no tiene “criterio organizativo. ¿Cómo se organiza esto? ¿Cuál es el estado mayor que conduce esto? ¿Cómo se hace?”, se pregunta De Jòdar. En la cúpula de la ANC no quieren plasmar su estrategia negro sobre blanco para no dar pistas al Estado español, pero se le adivinan las intenciones a leguas.
En la tertulia estaba presente Josep Costa, exvicepresidente del Parlament catalán y en otro tiempo el hombre de confianza de Carles Puigdemont en la cámara legislativa autonómica. Costa, también miembro del secretario de la ANC, muestra sus cartas más duras: “Después de declarar la independencia no hacen falta huelgas ni ocupaciones de edificio ni nada: sólo ley y orden. Estoy muy convencido de lo que digo: la independencia es la capacidad de hacerse obedecer”. A buen entendedor…
Ambos coincidían en que la hoja de ruta de la ANC es ambigua. Y en que hay una premisa de la que debe partir cualquier acción: “La independencia no se pide, sino que se hace. No has de hacer un planteamiento como el que hacen los partidos, sino que has de volver a dar la fuerza a la gente y volver al planteamiento unilateral”, apostilló Costa.
“¿Para qué quieres un Parlament?”
Para De Jòdar, que mantiene un criterio muy similar al de Llach, el presidente de la ANC, se trata de “crear grupos de acción directa y confrontación con el Estado. ¿Qué quiere decir riesgo en la hoja de ruta? Eso es crear una parte del movimiento con una radicalidad directa”. Lo que se ha de discutir es qué hará la ANC en ese momento: si sumarse a una insurrección violenta o replegarse.
Y va más allá: “La hoja de ruta no prevé qué hacer si hay una situación insurreccional. Ya no sólo el movimiento, sino la propia ANC. ¿Por qué nos hemos de limitar a pensar en términos estrictamente parlamentaristas? Si el Parlament fracasa porque la gente impone el poder, ¿para qué quieres un Parlament? Este tipo de hipótesis no están, pero se pueden producir y, por tanto, hemos de pensar en alternativas serias de este tipo porque, si no, volveremos a tropezar con el mismo problema con que hemos tropezado el 1 de octubre: podemos tener unas grandes movilizaciones y una falta absoluta de poder político real para poder imponerlo. Eso me parece un déficit de esta hoja de ruta, sinceramente”. En otras palabras, ha de haber voluntad de aplicar mano dura si se produce una confrontación con el estado
La gran pregunta del independentismo es si la situación puede degradarse en Cataluña tras el fracaso del procés y todo depende de la capacidad de arrastre ciudadano que tengan algunas organizaciones. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) no tiene duda de que se puede llegar a una degradación ciudadana que haga necesario un enfrentamiento violento entre independentistas y no independentistas. Todo sea por la causa. “Nadie tiene voluntad de hacer una guerra civil, pero es una hipótesis legítima y loable”, argumenta Julià de Jódar, exdiputado de la CUP y actual miembro del secretariado de la ANC.
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