ERC adjudicó a Mediapro la creación de un 'hub del catalán' que costó 31 millones de euros
Con esta maniobra, Aragonès contentaba a entidades radicales, hacía frente a sentencias judiciales y cumplía el programa de su partido
Pere Aragonès creó un 'hub del catalán' en el que enterró, en noviembre de 2023, hace poco más de un año, más de 30 millones de euros, administrados por una unión temporal de empresas (UTE) cuyo representante era Tatxo Benet, máximo directivo del grupo Mediapro, un holding alineado con el soberanismo y al que los independentistas han acudido en varias ocasiones. En casa del anterior presidente de Mediapro, Jaume Roures, tuvo lugar el histórico encuentro secreto entre Pablo Iglesias y Oriol Junqueras hace unos años. Benet ha hecho activismo político en las redes a favor de la secesión de Cataluña y ha sido un referente empresarial del soberanismo los últimos años.
Con esas cartas de presentación, el 15 de noviembre del año pasado se hizo con un contrato que oficialmente era de “gestión del diseño, desarrollo y mantenimiento de una plataforma de contenidos audiovisuales y transmedia”. Mediapro se hizo con la adjudicación como integrante de una unión temporal de empresas en la que participan Grup Mediapro, Media Cloud (del mismo grupo, propiedad de Imagina Media Audiovisual) e Inetum España. La UTE tiene la sede en el edificio de Mediapro de Barcelona.
El contrato ascendía a 25.965.842 euros durante 5 años (31.418.668,80 euros con el IVA). La primera parte del contrato, por dos años, se firmó ese mismo día y ascendía a 9.688.588,43 euros, que totaliza 11.723.192 euros con el IVA. El resto del dinero se irá añadiendo a las cuentas corrientes de los adjudicatarios al renovarse automáticamente la concesión durante los tres años posteriores.
El contrato, de 104 páginas, al que ha tenido acceso El Confidencial y que firman Rosa Romà en nombre de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) y Tatxo Benet, CEO de Mediapro, explica que el trabajo de la compañía es “ofrecer a la ciudadanía una plataforma digital que se convierta en un hub integrador de contenidos audiovisuales y transmedia en lengua catalana. Este hub debe impulsar el consumo y la creación audiovisual de producto en catalán y de Cataluña a nivel global, promoviendo la innovación tecnológica”. Lo que aparentemente era una cuestión técnica ocultaba que era, en realidad, una cuestión política.
Varios pájaros de un tiro
Otro de los puntos establece que ha de “estimular el talento emergente de creadores digitales y audiovisuales”, así como “potenciar la presencia del catalán y su uso social en el ámbito digital para promocionar la cohesión social y territorial”. En el momento en que se encarga la creación de este hub, ERC (y el independentismo en general) se encontraba en pleno declive, con la mayor parte de sus reivindicaciones desarboladas. Los partidos y las organizaciones cívicas ya habían decidido que el caballo de batalla debía ser la preservación de la lengua ante una supuesta agresión por parte de España, a quien se acusaba, incluso, desde algunos reductos independentistas, de prohibir el catalán.
En esos momentos, también cobraban importancia las sucesivas sentencias de los tribunales respecto a la necesidad de que se diese al menos un 25% de las clases en castellano en las escuelas, sentencias que ni el Govern ni los partidos soberanistas acataron jamás. La lengua se erigía, así, en el sustituto clásico de otras reivindicaciones que ya habían decaído en el clamor popular, como un referéndum o la declaración unilateral de independencia.
La decisión del Govern de Pere Aragonès mataba varios pájaros de un tiro con su decisión: por un lado, contentaba a las extremistas organizaciones secesionistas dispuestas a todo por erosionar la imagen de España; por otro, hacía frente a las sentencias judiciales y, por otro, cumplía con las promesas electorales de Esquerra referidas a la preservación del catalán.
Técnicamente, la plataforma debía permitir la distribución de contenidos audiovisuales incluidos ‘streamings’ o juegos, pero también serviría como “escaparate de contenidos de terceros”. Ello implicaba que cualquier ciudadano que se conectase a un portal del Govern era redirigido a plataformas ajenas. “Habrá que diseñar las estrategias de agregación, visualización e indexación de estos contenidos de terceros, con los que la CCMA habrá formalizado acuerdos y alianzas previamente”, dice el contrato. Paralelamente, la plataforma debe integrar aplicaciones de terceros. Desde entonces, por ejemplo, el Govern llegó a varios acuerdos con Òmnium Cultural para emitir píldoras y spots cortos cuyos derechos eran cedidos gratuitamente al ente público para su difusión.
En el programa de ERC, figuraba “garantizar el uso social de la lengua. Vivimos una emergencia lingüística que afecta a ámbitos tan dispersos como el social, el laboral o el asociativo. La sumisión al Estado español y el hecho de no tener todas las herramientas que tiene un Estado nos impide promover medidas como el requisito lingüístico a más sectores (…) Es preciso que reforcemos el uso del catalán entre los jóvenes con más audiovisual en nuestra lengua”.
Un nuevo mecenas
Tatxo Benet, que siempre había sido más discreto que Roures, decidió hace poco tiempo despojarse de las cortapisas sociales. El año pasado, abrió el Museo del Arte Prohibido, ubicado en la Casa Garriga-Nogués. Benet tomó la decisión de crear su propio museo después de que el artista Santiago Sierra fuese censurado en la feria Arco de Madrid. Decidió que lo que no se publicaba por las buenas y en la capital se publicaría sí o sí en Barcelona. Se trataba de 24 fotografías pixeladas en blanco y negro que querían denunciar el encarcelamiento de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart (que, a la postre, fueron condenados). Su título era 'Presos políticos en la España contemporánea', algo de lo que los independentistas hicieron bandera.
A ese museo fueron a parar obras como una escultura de Inés Doujak que representa la sodomización del Rey Emérito por la activista Domitila; otra escultura satírica de Sadam Hussein obra del checo David Cerny (descartada en una exposición en Bélgica) y creaciones variopintas de Picasso, Goya, Mapplethorpe, Ai Weiwei o Andrés Serrano, que tiene en él una obra que muestra un crucifijo sumergido en la orina del artista. Por algo se llama Piss Chriss.
Pere Aragonès creó un 'hub del catalán' en el que enterró, en noviembre de 2023, hace poco más de un año, más de 30 millones de euros, administrados por una unión temporal de empresas (UTE) cuyo representante era Tatxo Benet, máximo directivo del grupo Mediapro, un holding alineado con el soberanismo y al que los independentistas han acudido en varias ocasiones. En casa del anterior presidente de Mediapro, Jaume Roures, tuvo lugar el histórico encuentro secreto entre Pablo Iglesias y Oriol Junqueras hace unos años. Benet ha hecho activismo político en las redes a favor de la secesión de Cataluña y ha sido un referente empresarial del soberanismo los últimos años.
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