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El pueblo del Pirineo catalán que ostenta el mayor número de bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por habitante
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UN CONJUNTO ROMÁNICO DE GRAN BELLEZA

El pueblo del Pirineo catalán que ostenta el mayor número de bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por habitante

Con tan solo 87 vecinos, este pintoresco enclave alberga dos de las iglesias que conforman el renombrado conjunto románico de la Vall de Boí, declarado por la UNESCO en el año 2000

Foto: Imagen nevada de la Iglesia de Sant Feliu de Barruera, en Vall de Boí, en Lleida . (Extraída de Instagram/@beaviajera)
Imagen nevada de la Iglesia de Sant Feliu de Barruera, en Vall de Boí, en Lleida . (Extraída de Instagram/@beaviajera)

Ubicado en el corazón del Pirineo catalán, el pequeño pueblo de Durro, en la Vall de Boí, ostenta un récord que pocos lugares en el mundo pueden presumir. Con apenas 87 habitantes (según los últimos datos del INE), este encantador enclave ha sido reconocido por la UNESCO como uno de los municipios con el mayor número de bienes Patrimonio de la Humanidad por habitante.

Durro, con su rica historia medieval, alberga dos de las iglesias que forman parte del impresionante conjunto románico de la Vall de Boí. Este conjunto de nueve templos, que data de los siglos XII y XIII, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en noviembre de 2000 por su valor cultural y su excepcional conservación. De las iglesias que lo componen, dos son emblemáticas en Durro: la iglesia de la Natividad y la ermita de Sant Quirc, que testimonian el esplendor de este valle en la Edad Media.

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La iglesia de la Natividad, construida en el siglo XIII, destaca por su magnitud y su detallada portada esculpida. En su interior, una serie de capillas góticas y una sacristía barroca completan un conjunto arquitectónico de gran valor. A tan solo unos kilómetros, en la montaña de Durro, se encuentra la ermita de Sant Quirc, una construcción del siglo XII que, a pesar de su modestia, refleja el paso de diferentes estilos artísticos a lo largo de los siglos, desde el románico hasta el barroco. El paisaje que la rodea ofrece vistas panorámicas del majestuoso valle pirenaico.

8 iglesias y una ermita en el corazón del Pirineo catalán

Aparte de su valioso patrimonio religioso, Durro es un reflejo de la historia y la cultura local. Su casco antiguo, con calles empedradas y casas de arquitectura tradicional, conserva la esencia de una villa ganadera medieval. El pueblo invita a un recorrido tranquilo y sosegado, en el que se pueden descubrir pequeñas joyas de la arquitectura rural.

El conjunto románico de la Vall de Boí no solo atrae a los amantes del arte, sino también a los interesados en conocer cómo la región vivió el intercambio cultural en la Europa medieval. En este sentido, el Centro de Interpretación del Románico, situado en Erill la Vall, ofrece una visión completa sobre la evolución histórica y artística de las iglesias del valle.

Con su asombroso patrimonio natural, la Vall de Boí es también la puerta de entrada al Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, un paraíso para los amantes de la naturaleza, con paisajes de montañas cubiertas de nieve, lagos de aguas cristalinas y una fauna salvaje única en Europa. Además, el área ofrece oportunidades para disfrutar de deportes de invierno y rutas de senderismo de gran belleza.

El conjunto románico de la Vall de Boí, en el Pirineo catalán, es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura medieval, que conserva una singular unidad estilística. Compuesto por un total de nueve iglesias (Sant Climent y Santa Maria de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia d'Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, la Nativitat de Durro, Santa Maria de Cardet, la Assumpció de Cóll) y una ermita, este conjunto fue levantado entre los siglos XI y XII, siguiendo las influencias del románico lombardo, un estilo originario del norte de Italia.

Su característica más distintiva es la sobriedad funcional de sus construcciones, donde la piedra trabajada con esmero, los altos campanarios de torre y las decoraciones exteriores, como los arcos ciegos y las bandas lombardas, crean una armoniosa estética de gran robustez y belleza.

Así, Durro y la Vall de Boí no solo son un referente en el patrimonio arquitectónico, sino que también son un testimonio vivo de la riqueza cultural y natural de Cataluña. Un lugar donde la historia se funde con la naturaleza en un entorno único que continúa cautivando a quienes lo visitan.

Ubicado en el corazón del Pirineo catalán, el pequeño pueblo de Durro, en la Vall de Boí, ostenta un récord que pocos lugares en el mundo pueden presumir. Con apenas 87 habitantes (según los últimos datos del INE), este encantador enclave ha sido reconocido por la UNESCO como uno de los municipios con el mayor número de bienes Patrimonio de la Humanidad por habitante.

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