Jordi Turull se posiciona para convertirse en heredero de Carles Puigdemont en Junts
La sucesión de Puigdemont es tabú en el partido. Pero Puigdemont ni parece interesado en ser jefe de oposición ni tampoco en volver a presentarse contra Illa dentro de cuatro años
Si hay un tema tabú en Junts es la sucesión de Carles Puigdemont como hombre fuerte del partido. Hay tantas reservas que el partido ha optado por renunciar a designar un líder de la oposición, un cargo que les correspondería, para que no se entienda en clave sucesoria, aunque Puigdemont ha dejado claro por activa y por pasiva que no le interesa. Pero mientras, un hombre trabaja en la sombra, el secretario general, Jordi Turull, quien aspira a presentarse a la Generalitat, según explican fuentes de esta formación.
La estrategia de Turull pasa por controlar el aparato del partido y vetar movimientos internos con vida propia. El último Congreso de Junts estableció que el partido tenía tres corrientes: la de izquierdas, la liberal y la socialdemócrata, a las que pueden suscribirse todos los militantes. Pero se trata de una iniciativa que nace de la cúpula del partido y que, por ejemplo, no reconoce facciones reales en el seno del partido, como los octubristas de Laura Borràs, a lo que Turull ha ido minando de manera sistemática.
Turull aspira a controlar el aparato del partido, pero también las corrientes que puedan disentir de la actual dirección. Se busca que el partido opere como un bloque, mientras se mantenga el tiempo muerto, de cerca de un año, sobre la amnistía.
"Turull tiene el síndrome Junqueras", apuntan personas de su entorno. Creen que Cataluña le debe una presidencia de la Generalitat
Si se cumplen las previsiones, durante esta legislatura, Puigdemont acabará renunciando a volver a presentarse y ese será el momento clave para que Turull asuma su responsabilidad con su partido convertido en un páramo.
Sin corrientes internas, y con el entorno de Puigdemont, que ha entrado en proceso de centrifugación por la crisis en el Consell de la República, se veta el peso a cualquier aspirante a marcar perfil en el seno del partido. Turull se garantiza así que no haya aspirantes. Y sin aspirantes, solo quedará él cuando haya que designar candidato a la presidencia de la Generalitat.
"Turull tiene el síndrome Junqueras", apuntan personas de su entorno. Creen que Cataluña le debe una presidencia de la Generalitat. Turull llegó a ser candidato a presidir la Generalitat en marzo de 2018. Pero el 23 de marzo, Turull tuvo que entrar en prisión como el resto de líderes independentistas tras la fuga a Suiza de Marta Rovira. La CUP había obligado a votar en una segunda vuelta y eso le costó, tras un primer debate de investidura, la presidencia, que acabó en manos de Quim Torra. Ahora, Turull quiere su momento de revancha.
Cerca de Puigdemont
Para evitar delfines y herederos imprevistos, Turull ha apostado por estar siempre al lado de Puigdemont. Incluso en los momentos más complicados, como cuando el expresident se fugó el pasado 8 de agosto de la policía en Barcelona. Turull huyó con él, y estuvo 48 horas desaparecido, alegando que acompañaba a Puigdemont como su abogado, cuando nunca formó parte de su equipo legal.
También se han ejecutado todas las decisiones de Puigdemont. Por ejemplo, cuando se ha apartado a personas que habían tenido gran protagonismo. Se está orillando al presidente del Parlament, Josep Rull, que tiene predicamento en las bases, incluso a nivel territorial. También se ha relegado a Albert Batet, que ha perdido protagonismo en el Parlament.
Perturbación en la Fuerza
Pero hay una perturbación en la Fuerza, como decían en La Guerra de las Galaxias. Antoni Castellà no era de Junts, pero ahora sí, tras integrar su pequeño partido, Demòcrates, en la formación a cambio de una de las vicepresidencias del partido. Castellà viene del Consell de la República, era uno de los pocos que estaban al tanto de la fuga del 8 de agosto. Pero Castellà está solo. No tiene a nadie. Es imposible que sea el sucesor.
Mientras aísla a sus rivales, Turull se va rodeando de fieles en el partido
En cambio, en este tiempo, Turull ha ido colocando sus peones en la maquinaria del partido, desde la expresidenta del Parlament, Anna Erra; hasta David Saldoni, adjunto al secretario general. Y hay más personas que le deben el cargo y la posición a Jordi Turull como la diputada en el Congreso, Pilar Calvo; el presidente del grupo municipal de JxCAT en Barcelona, Jordi Martí o el portavoz en el Senado, Eduard Pujol, entre otros.
Pese a este círculo, Turull tiene un problema. El escaso peso del partido en el Área Metropolitana de Barcelona. Entre Barcelona y El Prat, un gran agujero negro con cero regidores. Ni en L’Hospitalet, ni en Badalona, ni en Cornellà, ni en Santa Coloma, ni en Viladecans, por poner algunos ejemplos. Toda la primera corona es un desierto. Junts, si quiere gobernar Cataluña, no puede ser un partido de pueblos pequeños. Si Turull quiere afianzar su posición, tiene que cubrir este flanco.
Si hay un tema tabú en Junts es la sucesión de Carles Puigdemont como hombre fuerte del partido. Hay tantas reservas que el partido ha optado por renunciar a designar un líder de la oposición, un cargo que les correspondería, para que no se entienda en clave sucesoria, aunque Puigdemont ha dejado claro por activa y por pasiva que no le interesa. Pero mientras, un hombre trabaja en la sombra, el secretario general, Jordi Turull, quien aspira a presentarse a la Generalitat, según explican fuentes de esta formación.
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