Los vecinos del Poblenou contra el ruido: la lucha por recuperar el derecho al descanso
Los residentes del barrio barcelonés denuncian el impacto de la contaminación acústica en su salud y calidad de vida. En la zona se concentran algunas de las discotecas de moda de la ciudad. Exigen soluciones efectivas al Ayuntamiento
Desde hace años, los vecinos del Poblenou, en el distrito de Sant Martí de Barcelona, libran una batalla constante contra el alboroto nocturno y la contaminación acústica. El problema no solo ha alterado la tranquilidad del barrio, sino que ha transformado por completo su dinámica. La expansión del ocio nocturno, impulsada por las recientes transformaciones urbanísticas, ha convertido la zona en un epicentro de fiestas y botellones, imponiendo una carga "insostenible" sobre los vecinos que residen en ella.
Las calles del barrio son ahora el escenario de un conflicto que parece lejos de resolverse. Lo que para muchos representa una expansión de la oferta cultural y del entretenimiento en términos de ocio, para otros, los vecinos de toda la vida, supone una amenaza constante a su tranquilidad y bienestar. Ha sido esta situación la que ha movido a organizaciones como la Red Vecinal Contra el Ruido (Xavecs), la Asociación de Vecinos de Sant Martí o la entidad S.O.S Triángulo Golfo a reclamar que se les garantice el derecho al descanso y a la convivencia saludable.
La pandemia supuso un punto de inflexión. A pesar del fin del confinamiento, los locales de ocio nocturno permanecieron cerrados durante más tiempo, lo que provocó que grupos de jóvenes se reunieran para beber en las calles del barrio. Mercè Lasurt, la presidenta de la Asociación de Vecinos de Sant Martí, señala que a partir de ese momento los problemas comenzaron a intensificarse de manera notable.
Por otro lado, los problemas se han multiplicado por la proliferación de residencias de estudiantes y alojamientos turísticos, hecho que ha desdibujado parcialmente el sentido de comunidad que solía caracterizar al barrio. “Cada vez hay menos vida de barrio y menos comercio local, la gente que se traslada aquí está solo de paso”, afirma Lasurt. Los residentes no comprenden cómo se ha permitido la construcción de estos hospedajes en un barrio tan marcado por la indignación vecinal.
El impacto del ruido en la vida de los vecinos
El ruido nocturno constante ha afectado profundamente en la vida cotidiana de los residentes. No se trata únicamente de las molestias que sufren los vecinos a determinadas horas del día, sino que la situación ha creado un desgaste psicológico para muchas familias que han visto alterada su calidad de vida, incluso en términos de salud. “Cuando vamos al médico y explicamos la problemática nos recetan ansiolíticos y pastillas para dormir porque los niveles de estrés son muy altos, pero los informes no reflejan que eso suceda por el ruido que tenemos en las calles”, explica Jordi Badia, el presidente de Xavecs. De este modo, es complicado que este fenómeno se visibilice en las estadísticas de salud pública. En su caso, se ha visto obligado a gastarse miles de euros para poder aislar su vivienda, pero no todos los vecinos tienen esa posibilidad.
En la misma línea, son muchas las familias que se han visto obligadas a abandonar el barrio en busca de descanso. La historia de Roger Llorenç, vecino del Poblenou durante más de 30 años, es el ejemplo perfecto. Tras muchos años de luchas y protestas, se vio obligado a abandonar el que había sido su hogar durante las últimas tres décadas. “No es normal que tengamos que dormir en la cocina o en el comedor porque en nuestras habitaciones sea imposible conciliar el sueño”, explica Llorenç.
Él es uno de los activistas de S.O.S Triángulo del Golfo, una asociación comunitaria cuyo nombre hace referencia a uno de los puntos más calientes de la ciudad: la zona situada entre las calles Almogàvers, Pallars, Pedro IV, Zamora, Pamplona y Álava. En esta área se encuentran algunos de los locales de ocio más concurridos de la capital catalana, como la discoteca Razzmataz, Wolf o la popular taberna Ovella Negra. Actualmente, Llorenç vive lejos de la ciudad condal, concretamente en una zona rural, y aunque no se arrepiente de su decisión, puesto que ha ganado años en calidad de vida, según cuenta, sigue abogando por esta lucha reivindicativa de su antiguo barrio.
Asimismo, los vecinos del Poblenou coinciden en que no están en contra de los bares y discotecas, así como tampoco de los propietarios de los respectivos locales de ocio, pero exigen un equilibrio. Según Lasurt, “se han dado ciertos privilegios a ciertos locales y esto se ha desmadrado”. Desde Xavecs, Jordi Badia añade una perspectiva similar: “No puedes superponer el derecho de un negocio a los derechos humanos como el descanso”. Para él, el equilibrio necesario entre el sector económico y los derechos vecinales debe ser evidente, pues “el descanso es un derecho fundamental que no puede ceder ante los intereses comerciales”.
La respuesta del Ayuntamiento de Barcelona
Frente a este desgaste, las asociaciones vecinales han tomado la delantera, exigiendo medidas efectivas para mitigar el exceso de ruido y restaurar el equilibrio en el barrio. Aun así, la comunicación no siempre ha sido fácil y lineal: “Empezaron a escucharnos cuando los medios se hicieron eco de nuestra situación”, recuerda Lasurt. En setiembre de 2023, el consistorio implementó un plan que incluía algunas nuevas propuestas, como la implementación de agentes cívicos que contribuyeran al descanso de los residentes del Poblenou en horario nocturno. No obstante, hizo falta colocar sonómetros en los puntos más calientes para demostrar que la contaminación acústica superaba los límites legales.
Según los últimos datos publicados por el Ayuntamiento de Barcelona, en los primeros seis meses desde la implantación del plan, el nivel de ruido nocturno disminuyó hasta tres decibeles en las zonas residenciales del barrio. Además, tal y como expone el mismo informe, las quejas de los vecinos se redujeron y, en consecuencia, también sucedió lo mismo con las intervenciones de la policía por causas de conducta incívica.
Sin embargo, aunque las asociaciones reconocen las buenas intenciones del Ayuntamiento, critican la ineficacia de las medidas. Si bien es cierto que se han conseguido múltiples avances, entre las actuales demandas por parte de las entidades del barrio se encuentran el aumento de agentes de policía uniformados y la colocación de avisos en el metro recuerden a los usuarios que se encuentran en un área residencial. Pero, sobre todo, los vecinos piden que se cumpla la normativa del plan, que en muchas ocasiones no se ejecuta en las calles del Poblenou. “Muchas personas llegan aquí porque salen de fiesta y no se dan cuenta de que en esta zona vive gente. Pedimos algo tan simple como un poco de educación”, defiende la presidenta de la Asociación de Vecinos de Sant Martí.
De cara al futuro, el Ayuntamiento de Barcelona tiene previsto continuar monitorizando y ajustando las medidas en el barrio para contribuir a una reducción sostenida del ruido y mejorar la convivencia en la zona. Aunque las primeras reducciones de decibelios pueden ser alentadoras, los vecinos aún mantienen la cautela, dado que siguen viviendo dentro de la misma problemática. En un barrio donde los derechos al descanso y al desarrollo económico conviven en constante tensión, los habitantes del Poblenou esperan que, algún día, sus demandas encuentren respuesta sin verse obligados a renunciar a su hogar.
Desde hace años, los vecinos del Poblenou, en el distrito de Sant Martí de Barcelona, libran una batalla constante contra el alboroto nocturno y la contaminación acústica. El problema no solo ha alterado la tranquilidad del barrio, sino que ha transformado por completo su dinámica. La expansión del ocio nocturno, impulsada por las recientes transformaciones urbanísticas, ha convertido la zona en un epicentro de fiestas y botellones, imponiendo una carga "insostenible" sobre los vecinos que residen en ella.