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Delta vs. renovables: una ayuda del Gobierno de 9M reabre la polémica sobre el agua del Ebro
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Delta vs. renovables: una ayuda del Gobierno de 9M reabre la polémica sobre el agua del Ebro

El Ministerio de Transición Ecológica ha concedido una ayuda parcial al proyecto CHR Llumaiga para la construcción de una central hidroeléctrica de bombeo. Sería la instalación de estas características más grande de España

Foto: Flamencos en el delta del Ebro (EFE/ JAVIER BELVER)
Flamencos en el delta del Ebro (EFE/ JAVIER BELVER)

Saltan las alarmas en la cuenca catalana del Ebro. Una vez más, el río es protagonista de polémica y esta vez, una difícil de resolver. La sombra de un nuevo proyecto para potenciar las energías renovables se yergue sobre las comarcas catalanas de Terra Alta y Ribera d’Ebre, en Tarragona. La posible construcción de una nueva y gigantesca central hidroeléctrica de bombeo en el municipio de La Fatarella pone en alerta a la Plataforma en Defensa del Delta del Ebro (PDE), que teme se reduzca, aún más, la cantidad de agua que llega al mar.

La portavoz de la PDE, Matilde Font sentencia: “Cualquier extracción que hagan del río se traduce en agua que no llega al Delta. De eso no hay duda”. La ecuación es sencilla, a menos agua menos sedimentos y más metros de tierra que engulle el Mediterráneo.

La central hidroeléctrica reversible o de bombeo funciona mediante dos embalses ubicados a diferentes alturas. Un esquema cerrado que usa la misma agua siempre y cuyas balsas están conectadas mediante tuberías subterráneas. Cuando hay alta demanda de energía, el agua del embalse superior se deja caer por dichas tuberías hacia el inferior, generando así electricidad. Cuando baja la demanda o hay exceso de producción eléctrica solar o eólica, entonces se utiliza la energía para bombear el agua que hay en el embalse inferior de vuelta al superior.

Gracias a este esquema cerrado de almacenamiento hídrico, el agua del río Ebro solo se utilizará para el primer llenado y para reponer pérdidas por evaporación e infiltración. De esta manera, según los promotores, el impacto en el ecosistema será “puntual”, ya que el volumen de agua será constante durante toda la vida útil de la central. Sin embargo, la cantidad inicial de agua necesaria no es nada despreciable: 63 hectómetros cúbicos (63 millones de metros cúbicos), 12 hectómetros más de los que consume la ciudad de Barcelona en un año. Una cantidad que los promotores consideran que podrán ‘sustraer’ al Ebro en solo un año.

Foto: Desembalse del pantano de Mequinenza, que está al 80%. (EFE)

“Antes se pensaba que en la desembocadura se tiraba el agua al mar, se desperdiciaba; ahora, por suerte, entendemos que el Delta necesita esa agua para sobrevivir”, explica la doctora en Sostenibilidad y Prevención Ambiental, Cristina Madrid.

9 millones de euros públicos para un proyecto sin tramitar

En julio de 2024, el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) dio a conocer que había concedido una ayuda parcial de 9.088.615,66 euros al proyecto de “CHR Llumaiga” para su construcción en La Fatarella (Tarragona). La infraestructura, que aspira a ser la mayor central hidroeléctrica de bombeo en España, recibió una ayuda parcial del Miteco “al quedar presupuesto remanente” de un paquete de 100 millones de euros de subvenciones para potenciar este tipo de instalaciones. Los otros proyectos, tres centrales hidroeléctricas reversibles, están situados en Torre del Bierzo (León), Velilla del Río Carrión (Palencia) y Alcántara (Cáceres).

Por el momento, el promotor de la infraestructura, Tacios Energy S.L, una filial del grupo Édora especializado en energías renovables, ha solicitado el alcance del Estudio de Impacto Ambiental. Una fase previa a la tramitación que, según el Miteco, “no implica ningún compromiso por parte del promotor o la administración”. Pero si el promotor quiere los 9 millones de subvención, el proyecto debe empezar a tramitarse en 2025 y debe estar acabado antes del 31 de diciembre de 2030.

Foto: Imagen: Unsplash.

Este sería el segundo macroproyecto de central hidroeléctrica que se presenta en Tarragona en poco más de una década. El primero, Gironès&Raïmats, muy similar, pero sin subvención, tendría una capacidad de bombeo de 3.400 MW y necesitaría una inversión que ronda los 2.600 millones de euros.

Contra el desequilibrio territorial

El uso del agua no es lo único que preocupa a los ciudadanos de la zona. “Una vez más, los grandes proyectos energéticos se construyen fuera de los sitios donde se consumirá la electricidad. La energía que produzcan aquí se irá básicamente al área metropolitana de Tarragona y Barcelona”, expone la portavoz de la PDE, Matilde Font. Llueve sobre mojado. Para su desgracia, el sur de Cataluña acoge las cuatro centrales nucleares catalanas (dos en Ascó y dos en Vandellós, aunque Vandellós 1 ya está clausurada) y la casi totalidad de los molinos de viento que se han instalado en la comunidad.

La central hidroeléctrica de Llumaigua se construiría en La Fatarella, un municipio que no llega a los 1.000 habitantes y famoso por su aceite de oliva y sus memoriales a la Batalla del Ebro. En el documento que presentó el grupo Édora al Ministerio, defienden que se crearán puestos de trabajo “en una actividad innovadora y de futuro”. De hecho, este denominado “factor demográfico” fue la clave para que el proyecto obtuviera la puntuación mínima para lograr la subvención de 9 millones.

Pero la población desconfía de estas afirmaciones que no es la primera vez que escuchan. Font insiste en que en este tipo de proyectos siempre “se habla de muchos puestos de trabajo”, algo que, en su opinión, no termina de ser cierto. La portavoz sostiene que una vez terminado los proyectos las plantillas de trabajadores se ven drásticamente reducidas, ya que las empresas optan por informatizar todos los procesos. Esta falta de oportunidades laborales contribuye a una de las reivindicaciones más antiguas de las tierras del Ebro: la despoblación.

Las plataformas ciudadanas denuncian un modelo “centralizado y de crecimiento infinito” que desfavorece, una vez más, a la provincia de Tarragona. Mientras los habitantes de las ciudades y municipios de costa ya se sienten abandonados en esa provincia, la vida en los pueblos de interior agoniza.

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En cambio, algunos alcaldes de la zona ven con buenos ojos esta iniciativa para atraer industrias. La comarca sufre una crisis industrial después del desmantelamiento de la planta química de Ercros en Flix y el futuro cierre de los reactores nucleares de Ascó a partir de 2030. “Esto no fijará gente en el territorio en absoluto, igual que está demostrado que no lo han hecho las centrales nucleares en Ascó, Vandellòs, Flix o Mora, que son pueblos que han seguido despoblándose pese a las centrales nucleares”, sentencia Matilde Font.

Los “problemas malditos” de la transición energética

El proyecto de la central de Llumaigua podría ser uno de los mayores contribuyentes al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, cuyo objetivo es alcanzar una capacidad de almacenamiento eléctrico de 6GW. Los expertos en la materia apuntan que disponer de infraestructuras que permitan acumular la energía generada es indispensable para la transición energética. “La energía solar por la noche no nos sirve, para la eólica el viento es impredecible… no siempre se puede prever la oferta y demanda de electricidad”, expone la doctora en sostenibilidad y prevención ambiental, Cristina Madrid.

Madrid recalca que esta situación es un caso de wicked problem de libro. Problema maldito, traducido al castellano, es el nombre que han puesto los científicos a situaciones de alta complejidad en las que no existe una respuesta lineal. Problemas complejos y polifacéticos que son difíciles de definir y aún más difíciles de resolver que involucran a múltiples partes con perspectivas diversas.

En este caso se enfrentan dos reivindicaciones más que lícitas. Por un lado, aquellos que quieren preservar el Ebro tal y como está, porque consideran que ya ha “sufrido suficiente”, frente a la necesidad de generar nuevas infraestructuras de energías renovables. Ambas miradas pueden nacer de una preocupación parecida, que es el cambio climático y la necesidad de adaptarse a este, pero la respuesta que proponen es contraria. “Debemos recoger todas las visiones y utilizarlo como un ejemplo de que la transición energética, sí, nos va a suponer unos costes, y no solo en infraestructuras…”, sentencia la doctora Cristina Madrid.

Saltan las alarmas en la cuenca catalana del Ebro. Una vez más, el río es protagonista de polémica y esta vez, una difícil de resolver. La sombra de un nuevo proyecto para potenciar las energías renovables se yergue sobre las comarcas catalanas de Terra Alta y Ribera d’Ebre, en Tarragona. La posible construcción de una nueva y gigantesca central hidroeléctrica de bombeo en el municipio de La Fatarella pone en alerta a la Plataforma en Defensa del Delta del Ebro (PDE), que teme se reduzca, aún más, la cantidad de agua que llega al mar.

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