El independentismo implosiona: ERC y Junts llegan a la Diada en plena guerra civil
Las tensiones internas se disparan antes de los respectivos congresos. Los republicanos están al borde de la ruptura y los posconvergentes, en plena operación de coronación de Puigdemont y arrinconamiento de Borràs
Malos vientos corren en el independentismo. Los principales partidos, ERC y Junts, llegan a la Diada con graves problemas internos, poca capacidad de agitación y liderazgos débiles. La que debería ser una jornada marcada por el soberanismo alegre y movilizado en las calles puede convertirse en un fiasco con cara de funeral para el activismo soberanista. Las tensiones internas son tales, que ambas formaciones han convocado sus respectivos congresos extraordinarios para este otoño en plena guerra civil y con intensos enfrentamientos entre sus diferentes familias.
La situación es particularmente tensa en ERC. De momento, hay cuatro candidaturas que pueden concurrir al congreso convocado para el 30 de noviembre. Una que encabeza el hasta hace poco presidente de la formación, Oriol Junqueras; otra denominada Nova Esquerra Nacional (NEN), impulsada por personas próximas a la secretaria general, Marta Rovira (sin candidatos oficiales); una tercera bautizada como Foc Nou, que pretende movilizar a las bases descontentas y que apoya el exdiputado y exconsejero de Exteriores Alfred Bosch, y una cuarta del Collectiu Primer d’Octubre, una plataforma minoritaria que encabeza Xavier Martínez y que preconiza la validez del referéndum del 1 de octubre de 2017.
En los últimos días, no obstante, ha habido intensos contactos entre las tres últimas candidaturas para tratar de sondear la posibilidad de aunar fuerzas. “Es todos contra Junqueras. O hay unión o Junqueras ganará. Es así de sencillo. Lo que se busca es un solo candidato que haga frente a la persona que ha estado 13 años al frente del partido”, explica a El Confidencial una fuente que ha participado en estos contactos.
Antiguos enemigos que parecían irreconciliables han vuelto a sentarse en torno a una mesa y han hablado de cómo pueden llegar a un acuerdo para evitar lo que les parece inevitable. Además, ha habido conversaciones con dos de los principales apoyos de Junqueras, con el objetivo de que se pasen de bando. Son dos altos cargos de ERC con peso en la estructura que estudian aún la situación. Si se pasan de filas, los rebeldes habrán encontrado una grieta en el aparentemente inamovible muro de Junqueras.
La estrategia de Junqueras
Lo cierto es que Oriol Junqueras lleva más de dos meses trabajando en la sombra y entrevistándose con líderes territoriales y locales para asegurarse sus votos. Su primer acto en la comarca del Baix Llobregat reunió a medio millar de personas. Fue una sorpresa. Desde entonces, por donde va, arrasa. “Junqueras se mueve muy bien por los pueblos. Su estrategia es la misma que aplicó Pedro Sánchez para atraerse a la militancia: reunirse con las agrupaciones locales para asegurarse su apoyo en el congreso”, apuntan fuentes de la formación. Por ello, las demás candidaturas calibran ahora la fuerza que pueda tener el hasta ahora presidente del partido para decidir si forman una alianza y le plantan cara con una sola lista.
Al tema del asalto a la cúpula de Esquerra se une la tensa relación entre Junqueras y Rovira. El descubrimiento de una trama B dentro de ERC dedicada a acciones de guerra sucia ha desatado un infierno en la formación republicana. En esa disputa interna adquirió notoriedad la difusión de unos carteles de mal gusto contra el candidato del partido al Ayuntamiento de Barcelona en 2023, Ernest Maragall, a quien vinculaban con su hermano Pasqual y el Alzheimer. En una grabación filtrada en los últimos días se oía supuestamente a Rovira decir que, quizá por esa difusión, los republicanos podrían cosechar algunos votos por solidaridad.
Desde el bando de Junqueras se ha negado que filtrasen ninguna conversación, pero la guerra está sobre la mesa. Un comunicado de Rovira pone a su antiguo socio Junqueras en la diana: “Creo que las filtraciones tergiversadas tienen dos intenciones muy claras. La primera es atribuir públicamente la responsabilidad de los carteles a personas que no los hicieron y que no sabían nada (…) La segunda intención es utilizar el caso de los carteles en la campaña interna del proceso congresual (…) ¿Quién está haciendo campaña anónima y de contraste en estas elecciones internas? Creo que se puede ver perfectamente quién utiliza estos métodos, a quién atacan y a quién favorecen y a quién no”.
Fuentes internas de ERC reconocen que el partido vive “una situación de crisis profunda, al borde de la ruptura". "Y en esta lucha no se ofrecen mensajes políticos. Nadie sabe dónde va ERC ni de dónde viene. No se dan mensajes políticos y todo se reduce a enfrentamientos personales”, añaden.
Las fuentes consultadas señalan que, aun así, “el problema no es que se rompa el partido. Aquí no se trata de optar por un grupo o una persona". "Lo que se ha de dotar a ERC es de un mensaje político. ¡No tenemos contenido político! Nadie transmite el ideario de ERC”, apuntan. En este sentido, cobran importancia las recientes palabras del exdiputado Joan Tardà, que pidió introducir en los estatutos que el partido luchaba por el Estado Catalán, no por la independencia. ¿Qué quiere decir esto? “Es volver a las esencias federalistas de ERC. Los fundadores del partido no eran independentistas, sino federalistas, y querían un Estado Catalán dentro de un Estado español en una Federación Ibérica. Esto escuece a muchos, pero es preciso recordarlo. Y la cuestión está ahora en encontrar a un candidato que una a todas las voces anti-Junqueras. O hay unión o ganará Junqueras de nuevo”, advierten desde Esquerra.
Problemas en Junts
En Junts, la situación es menos intensa, pero también apunta a una implosión dentro de la formación. Las maniobras de Carles Puigdemont y Jordi Turull para desplazar a Laura Borràs de la presidencia, tras su condena por corrupción, amenazan con desatar una nueva purga interna, pero también una batalla que dejará cadáveres políticos por el camino. Hay un detalle: Puigdemont encargó la ponencia política a su gurú de cabecera desde 2016: Agustí Colomines, exdirector de la Fundación CatDem, la del 3%, una decisión que es duramente criticada en privado por un sector del partido.
La deriva extremista del expresident fugado y los suyos no gusta a un segmento del partido partidario de volver a la centralidad. “Con el escapismo hacia la ultraderecha, no ganaremos votos. Ganaremos un posicionamiento más escorado, pero no podremos captar los electores que se quieren ir de ERC y sólo serviría para frenar un puñado de votos que huyen hacia Aliança Catalana. Lo malo es que los que se van no recapacitarán por mucho que Puigdemont se vuelva ahora más de derechas”, dice a El Confidencial una fuente crítica de Junts.
La batalla en la formación posconvergente va de nombres, no de ideario. Los planteamientos maximalistas y extremistas de Puigdemont, Borràs y Turull no difieren mucho, pero hay, en cambio, una pugna por los sillones, mientras el sector moderado no tiene aún suficiente fuerza como para forzar un golpe de timón y una vuelta a los orígenes que pudiera permitir a Junts ejercer de nueva CiU. Los partidarios de la moderación y nostálgicos de Convergencia son pocos, tienen cara y ojos. Sin embargo, temen dar el paso de salir a la luz pública porque no sólo quedarían marcados, sino que serían barridos de un plumazo. El extremismo, y menos el de JxCAT, no perdona.
Malos vientos corren en el independentismo. Los principales partidos, ERC y Junts, llegan a la Diada con graves problemas internos, poca capacidad de agitación y liderazgos débiles. La que debería ser una jornada marcada por el soberanismo alegre y movilizado en las calles puede convertirse en un fiasco con cara de funeral para el activismo soberanista. Las tensiones internas son tales, que ambas formaciones han convocado sus respectivos congresos extraordinarios para este otoño en plena guerra civil y con intensos enfrentamientos entre sus diferentes familias.
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