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Puigdemont empuja a Junts al aislamiento pero elude cualquier responsabilidad

La segunda fuerza política de Cataluña se ha ido apartando de las instituciones y ahora sólo manda en Sant Cugat. Hasta su líder desde Waterloo reconoce que ese riesgo existe

Foto: Carles Puigdemont interviene en un mitin en Barcelona. (Europa Press)
Carles Puigdemont interviene en un mitin en Barcelona. (Europa Press)
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JxCAT es un partido importante, la segunda fuerza política de Cataluña. 35 diputados en el Parlament, más de 674.000 votos en las últimas autonómicas y toda la herencia política del pujolismo. La última fuga de Carles Puigdemont, sin embargo, lleva al partido al trumpismo y ha quemado todos los puentes para cualquier pacto, tanto en Madrid como en Cataluña. El propio Puifgdemont reconoce el riesgo de aislamiento pero lo atribuye a una operación mediática para estigmatizar a su formación.

En la red social X, Puigdemont denuncia "Hay otra operación Jaula" que busca "el cerco al independentismo, su aislamiento y la estigmatización mediática para presentarlo como prescindible y molesto". Puigdemont atribuye esta a poderes del Estado y se exculpa de cualquier responsabilidad: "que nadie piense que todo esto es sólo por los hechos de esta semana".

Según el líder de Junts, "la narrativa que estamos empezando a ver sería exactamente igual, quizás menos rabiosa y más paternalista, pero con idénticas intenciones estratégicas: la de enjaularnos y dejar libre el camino para el allanamiento de toda reivindicación nacional". Sin embargo, Puigdemont no desvela cuál ha de ser la táctica de Junts para superar esta situación.

Los diputados de Junts pidieron el pasado jueves que los Mossos dejaran de actuar contra las protestas. El comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, acusó a los manifestantes del jueves de intentar asaltar el Parlament y presumió de que el despliegue policial había servido para que la investidura no se interrumpiese. Pero la rueda de prensa de los Mossos, aparte de que no pudo salvar la imagen del Cuerpo, encasilló a la formación como un partido antisistema.

El propio vídeo de este fin de semana de Puigdemont reconociendo que el independentismo ha de "reactivarse", que "tienen que ser más" y pidiendo cientos de miles de pequeñas acciones para dinamizar el movimiento ya apunta a una marginizalización del soberanismo como evolución natural tras su espectacular huida. Pero eso coloca a Junts en la estrategia y el espacio de la CUP, del activismo callejero, muy lejos de la tradición política de CDC

Sallent cargó contra los políticos de Junts, aunque no mencionó a esta formación. "Importantes autoridades le protegían para evitar la detención", dijo. La verdad es que el diseño del acto colocó a los Mossos que escoltan a personalidades como los expresidentes Artur Mas o Quim Torra enfrentados a los agentes que querían detener a Puigdemont. La peor situación imaginable para un cuerpo policial.

La rueda de prensa de los Mossos, aparte de que no pudo salvar la imagen del Cuerpo, encasilló a la formación como un partido antisistema

Eduard Sallent llegó a comparar a Puigdemont con "Jimmy Jump", el espontáneo que saltaban con una barretina interrumpiendo partidos de fútbol. La relación de Junts con los Mossos queda completamente rota. Pero hay más.

Junts le costará ahora pactar con otros grupos. Ni en Madrid, ni en Cataluña. Es igual que el futuro presidente de la Generalitat, Salvador Illa, les haya ofrecido acuerdos. El partido independentista tendrá difícil acordar nada, llevado por la radicalización a los que les ha empujado Puigdemont.

Este extremismo, en realidad, sólo proviene de su líder. Carece de ningún cargo orgánico en el partido, pero es diputado en el Parlament. Un diputado que a su primera oportunidad no votó porque estaba muy ocupado fugándose. En la calle no se vio tanto. Tras dispersar a los manifestantes que asaltaron el Parlament por la mañana se trató de una jornada especialmente tranquila. Al mediodía, en agosto y con temperaturas de más de 30º y alta humedad, ya no había nadie.

Treinta personas

A las ocho de la tarde del jueves, cuando acabó el pleno de investidura y Salvador Illa había sido investido, sólo había 30 personas dando apoyo a Puigdemont a la entrada del parque de la Ciutadella. Los CDR intentaron movilizar a la gente, pero en su convocatoria ya advertían: “Tenemos que ser más que por la mañana”. Al final no hicieron nada. El líder del PSC ya era president y el mundo no se acababa.

De manera paradójica, mientras las calles están más tranquilas, en los salones Junts se ha ido hacia el extremo. Tras la fuga de Puigdemont es impensable que respalden a Illa en alguna iniciativa del nuevo ejecutivo catalán.

La movilización en la calle ha decaído mucho, pero Junts se radicaliza en los salones

Y resulta poco probable es que en Madrid respalden los presupuestos de Pedro Sánchez. Tampoco hay esperanza para la reforma de la ley de financiación autonómica para que Cataluña tenga un cupo catalán, que tiene que pasar por el Congreso. Como ya ha advertido Jordi Turull, "todo se tendrá que revisar porque Sánchez no puede tener dos investiduras por el precio de una".

Para Sánchez resultará más fiable Bildu como socio parlamentario que Junts per Catalunya. Ya lo era hasta la fecha. A Junts le quedaría pactar con Aliança Catalana, pero se ha comprometido a no cerrar acuerdos con la formación de Silvia Orriols.

Sin Pujol y sin Mas

A principios de julio, Jordi Turull propuso a Artur Mas y a Jordi Pujol, en una cena en el Maresme, que se afiliaran a Junts. Ninguno lo ha hecho. Y tal como han ido las cosas, parece improbable que lo hagan. La herencia de Convergència ha volado por los aires. Más astuto que Mas, Xavier Trias no acudió a la concentración para la aparición y fuga de Puigdemont. Junts deriva hacia otra cosa alejada de la antigua Convergència. El mismo Turull ahora dice ahora que su relación con Puigdemont está protegida por la relación abogado y cliente, que el jueves durmió en el sur de Francia y que dejó el teléfono móvil en España.

Con Puigdemont al mando, la unidad independentista está muerta. Marta Rovira nunca fue a Waterloo en casi siete años. Y tras lo acontecido, ERC no le dará aire a Junts en ningún tema. Ya se vio en el pleno de Illa. Los republicanos pasan a ser el socio preferente de Pedro Sánchez y a la vez JxCAT se queda sin margen para llegar a acuerdos político. No solo con Sánchez, sino con nadie. Tras escuchar al expresident, de dejar la política como habia prometido en campaña si perdía, nada. El único cambio es que Junts se ha convertido en rehén de su líder y su errática estrategia.

JxCAT es un partido importante, la segunda fuerza política de Cataluña. 35 diputados en el Parlament, más de 674.000 votos en las últimas autonómicas y toda la herencia política del pujolismo. La última fuga de Carles Puigdemont, sin embargo, lleva al partido al trumpismo y ha quemado todos los puentes para cualquier pacto, tanto en Madrid como en Cataluña. El propio Puifgdemont reconoce el riesgo de aislamiento pero lo atribuye a una operación mediática para estigmatizar a su formación.

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