Salvador Illa, investido presidente de la Generalitat con Puigdemont en paradero desconocido

Salvador Illa ya es presidente de la Generalitat. Acaban 14 años de presidentes independentistas y Cataluña da carpetazo a un período de inestabilidad marcado por el intento secesionista de 2017. Pero los coletazos del procés aún se sienten, hasta el punto de que Carles Puigdemont protagonizó una nueva fuga a ojos de todo el mundo. El expresident, que amenazaba con boicotear el pleno de investidura, regresó a España para dar un discurso a primera hora de la mañana, pero acto seguido se esfumó y continúa en paradero desconocido.

ERC, como estaba previsto, dio sus votos al candidato socialista y la espectacular fuga de Puigdemont solo sirvió para reforzar a los republicanos en su convicción de que habían escogido el socio adecuado. El expresident fugado no votó. Ni a distancia, ni por delegación. Junts saldó la cuestión con un cerrado aplauso cuando el presidente Josep Rull mencionó su nombre para votar. Pero ni rastro de su líder.

La formación independentista intentó dilatar el pleno, que al final duró casi nueve horas. Pero ni ellos mismos estaban muy convencidos del escenario político en que les situaba la fuga de Puigdemont, que la mayoría de los miembros del grupo desconocían. Tras ser escogido, Salvador Illa estrechó la mano tanto de Albert Batet (Junts) como de Pere Aragonès, quien deja ya de ser diputado. Los comunes también le respaldaron.

Cataluña entra en la normalidad democrática. Será president un candidato que fue cabeza de lista, no como pasaba antes. Que ganó las elecciones claramente, no como ocurría antes. Y que busca la normalidad institucional, incluso cooperando con el Gobierno central, como es lógico en un Ejecutivo autonómico. Todo será más aburrido, sí. Pero la mayoría de la ciudadanía ya había desconectado de las tensiones del procés. En pleno mes de agosto, la huida de Puigdemont apenas congregó a 3.000 personas, de las cuales 500 eran alcaldes y cargos del partido. Y había casi un centenar de agentes del orden. Y eso que el show de la fuga resultó espectacular.

“El procés acaba hoy”, afirmó Laia Estrada, diputada de la CUP en su discurso. Una de las constantes del procés es que solo la CUP dice la verdad. Al resto de partidos soberanistas les cuesta mucho más. Illa ha conseguido la presidencia. Y más.

Puigdemont entra en territorio desconocido, con su propio partido visiblemente incómodo y desconcertado. ERC, en realidad, deja de ser independentista para apuntarse al nuevo foralismo de comunidades autónomas ricas negociando cupos con el Gobierno central.

Grandes retos

Los retos de Salvador Illa son muy grandes, comparables a su lucha contra la pandemia cuando era ministro de Sanidad. Quiere atraer al PP al catalanismo, a lo que podríamos denominar vía Josep Piqué. Pero el actual presidente del PP, Alejandro Fernández, le acusó varias veces de mentir durante su intervención en el hemiciclo. Por ahora las posiciones se encuentran muy alejadas.

Recuperar el prestigio de los Mossos es una asignatura pendiente para el nuevo Govern

También queda sobre la mesa el reto de recuperar los servicios públicos y aumentar el nivel de autogobierno. Esta voluntad de Illa también nace con plomo en las alas, en buena parte porque los Mossos, un servicio público clave en el autogobierno de Cataluña, ha quedado muy desprestigiado con la huida de Puigdemont. Lo acontecido solo se explica por ser una policía política o porque durante muchos años se ha tolerado una policía política dentro de la policía catalana, como ha insinuado una fuente de ERC. En todo caso, queda pendiente una fuerte reforma que deberá afrontar la nueva consellera, la aún alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlón.

En todo caso, la tensión se quedó en calle y no llegó a trasladarse al interior del Parlament. Salvador Illa ha sido designado president en el primer intento y presumiblemente tomará posesión este sábado. Cataluña y su clase política podrán irse de vacaciones... a la espera de Puigdemont.