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Grupos antisistema se movilizan en Barcelona: "Quien dicta desahucios es nuestro enemigo"
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LA JUEZA ORDENÓ EL DESALOJO DE LA Ruïna

Grupos antisistema se movilizan en Barcelona: "Quien dicta desahucios es nuestro enemigo"

Círculos extremistas ponen en su diana a propietarios, políticos, periodistas y jueces ante un alud de desahucios en Barcelona

Foto: 'Mossos d'esquadra' desalojando la plaza Bonanova en una imagen de archivo. (EFE/Alejandro García)
'Mossos d'esquadra' desalojando la plaza Bonanova en una imagen de archivo. (EFE/Alejandro García)

Las organizaciones antisistema de Barcelona están haciendo frente estos días a un alud de desahucios en la capital catalana. Tras el paréntesis electoral, las órdenes de desalojo vuelven a fijar fechas para echar a okupantes ilegales de viviendas. Los círculos radicales están dispuestos a defenderlos en la calle, con la acción directa. Para ello, ya han puesto a sus seculares enemigos en la diana: “Propietarios, políticos, medios de desinformación, jueces… Quien dicta desahucios es nuestro enemigo. Nosotros tenemos claro lo que nos resulta violento: estructuras inherentes a su existencia, sus discursos, sus leyes, sus burocracias. ¿Quién entra en ellas y quién queda excluido? ¿Quién se disputa el destino de millones de personas, en nombre de una organización autoritaria y vertical? Nuestros corazones no entran en sus siglas. Seguiremos luchando por una vida que valga la pena ser vivida”, dice un escrito difundido entre los activistas.

La maquinaria de la justicia ha vuelto a ponerse en marcha tras las elecciones de este domingo. “Ya sabíamos que, ganase quien ganase, al día siguiente tocaría poner el cuerpo”, advertía Heura Negra este lunes, preparando el terreno para que sus activistas fuesen a taponar la entrada a dos edificios que debían ser desalojados en los barrios de Gràcia y La Salud este martes por la mañana. El desalojo en Gràcia fue, finalmente, suspendido, pero el otro se llevó a cabo después de que los Mossos sacasen en volandas, y uno por uno, a los activistas que se habían congregado en la puerta del inmueble.

Foto: Vista de los edificios okupados. (EFE/Alejandro García)

“Ahora mismo, justamente ejecutado el desalojo (en Maignon número 6, en el barrio de La Salud), hay dos sicarios de City Lock, empresa vinculada a Desokupa, dentro de Maignon 6. El bloque de pisos de lujo de Maignon 2-4 también está inhabitado y vigilado 24/7. Así funciona el negocio inmobiliario, pilar clave de la mafia capitalista”, alertaba, por su parte, el Sindicat d’Habitatge de Vallcarca a media mañana. El bloque que ya ha sido construido, propiedad de un fondo de inversión ruso-israelí, fue desalojado hace unos meses con la participación de Desokupa.

Desalojo de La Ruïna

La sorpresa llegó en el momento en que, mientras los activistas en pro de la ocupación plantaban cara a los Mossos en esos desalojos, una jueza daba luz verde al desahucio del edificio llamado La Ruïna, en la plaza Bonanova, uno de los dos inmuebles okupados (el otro se llama El Kubo) que rompió la campaña electoral, al protagonizar buena parte del interés mediático en las semanas anteriores a las elecciones. “Los jueces hacen y deshacen como les sale. ¡La realidad de los barrios es ésta y nuestra respuesta siempre será ponernos ante el capital!”, lanzó por sus redes sociales la plataforma a la comunidad antisistema.

La Ruïna ya se ha convertido en un símbolo de la resistencia okupa, especialmente porque fue el edificio emblemático contra el que abrieron fuego no solo varios partidos de Barcelona (Ciudadanos, Valents y Vox), sino también porque simbolizan la resistencia ante la empresa Desokupa, que, pese a los esfuerzos de su máximo directivo, Daniel Esteve, no pudo congregar a más de unos pocos centenares de manifestantes contra las ocupaciones en plena campaña electoral. El desalojo de La Ruïna queda aún pendiente de ejecución, porque la sentencia del juzgado de primera instancia es recurrible ante la Audiencia Provincial y eso lleva un tiempo, pero nadie duda de que llegará.

Foto: Mossos d'esquadra desalojan la plaza Bonanova de Barcelona. (EFE/Alejandro García)

Los antisistema se niegan a reconocer la autoridad judicial y las sentencias que ordenan desahucios. La situación en Barcelona, además, se ha tensionado porque para este miércoles están previstos dos desalojos más de familias que habitan en dos bloques de la avenida Paralelo, propiedad del fondo de inversiones Cerberus. Uno de ellos tenía que haberse llevado a cabo el pasado 26 de abril, pero fue retrasado y su nueva fecha es el 31 de mayo.

Ante la avalancha de desahucios una vez pasadas las elecciones municipales, las plataformas antisistema estudian su estrategia. Los okupas saben que tendrán que valérselas por sí solos porque no van a tener apoyo desde partidos políticos. Ni de los comunes ni de la CUP, partidos que en muchas ocasiones los habían defendido y habían dado la cara por ellos. Al mundo radical barcelonés solo le queda la calle y la movilización masiva para sobrevivir y para resistir en las casas okupadas.

Solos ante el peligro

“Somos plenamente conscientes de que hay asuntos que se mueven en esferas en las que ni jugamos ni queremos jugar”, admiten desde los círculos radicales. Reconocen su cercanía con algunos postulados de partidos de la izquierda catalana, pero ponen distancia con ellos. “Aunque circunstancialmente tengamos enemigos comunes, seguimos optando por medios y objetivos diametralmente opuestos (…). Aquí nadie festejará a una alcaldesa que, mientras habla de acceso a la vivienda, desaloja y desahucia a vecinas y compañeras, ni a una izquierda parlamentaria, más o menos pseudoradical, que está más por las fotos y la estética que por combatir los problemas burocráticos. Ellos entran en juegos burocráticos y legales en los que nosotros ni creemos ni queremos participar. Nos volvemos a situar en lugares peligrosos. Los asumimos”, dice un escrito difundido entre los círculos antisistema.

Foto: Ione Belarra. (EFE/Ángeles Visdómine)

En estos círculos, creen que el conflicto en la Bonanova ha ayudado al movimiento okupa, porque ha puesto sobre el tapete un problema social. Ante los gestos desafiantes de Desokupa, por ejemplo, el movimiento radical cree que “hemos conseguido no solo cambiar la dirección del relato, sino poner sobre la mesa el problema de la vivienda y poner en duda la alerta generada ante el fantasma de la ocupación durante los últimos años”. Acusan, así, a los partidos políticos de participar en un juego peligroso: “Se aprovechan del hecho de que se enfrente un discurso de ultraderecha para entrar en la partida como si de un juego se tratase. Perverso y retorcido. Nosotros no olvidamos ni perdonamos”.

Las plataformas antisistema no aceptan la resolución judicial, igual que tampoco aceptan los resultados de las elecciones, que consideran no democráticas. El pasado domingo, difundieron un escrito para que fuese asumido por los activistas, que comenzaba con una frase clarificadora: “Manifiesto mi voluntad de no participar de este sistema, ni votando, ni como cargo en una mesa electoral: mi conciencia y mis ideales me lo impiden”. Tras un paseo por los motivos ideológicos —internacionalistas, anarquistas...—, terminaba con otra frase lapidaria: “Frente a las elecciones promovidas por el Estado, propongo la autogestión y el asamblearismo de base y la toma de decisiones por consenso, que promueve la reflexión en común y el mutuo esclarecimiento sin el cual no puede existir la democracia”. Apenas un par de días antes, la Plataforma Antirrepresiva de Barcelona (PAB) emitía un comunicado llamando a boicotear las elecciones municipales. “Vaciemos sus urnas y llenemos las calles de lucha”, clamaba esta plataforma en sus mensajes. Además, sus activistas realizaron decenas de pintadas en contra del sistema y de las elecciones por todos los barrios de la capital catalana.

Las organizaciones antisistema de Barcelona están haciendo frente estos días a un alud de desahucios en la capital catalana. Tras el paréntesis electoral, las órdenes de desalojo vuelven a fijar fechas para echar a okupantes ilegales de viviendas. Los círculos radicales están dispuestos a defenderlos en la calle, con la acción directa. Para ello, ya han puesto a sus seculares enemigos en la diana: “Propietarios, políticos, medios de desinformación, jueces… Quien dicta desahucios es nuestro enemigo. Nosotros tenemos claro lo que nos resulta violento: estructuras inherentes a su existencia, sus discursos, sus leyes, sus burocracias. ¿Quién entra en ellas y quién queda excluido? ¿Quién se disputa el destino de millones de personas, en nombre de una organización autoritaria y vertical? Nuestros corazones no entran en sus siglas. Seguiremos luchando por una vida que valga la pena ser vivida”, dice un escrito difundido entre los activistas.

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