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Grupos antisistema se movilizan para tomar la plaza de Bonanova de Barcelona y plantar cara a Desokupa
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Ofensiva en la calle

Grupos antisistema se movilizan para tomar la plaza de Bonanova de Barcelona y plantar cara a Desokupa

Varias organizaciones ofrecen apoyo a los okupas de La Ruïna y El Kubo y el defensor del pueblo de Barcelona alerta ya de que los que alientan el conflicto deben pagar los desperfectos que generen

Foto: Concentración a las puertas de un edificio okupado en Barcelona. (EFE/Quique García)
Concentración a las puertas de un edificio okupado en Barcelona. (EFE/Quique García)

Las redes antisistema de Barcelona ya han tomado posiciones. Decenas de plataformas se han movilizado esta semana para ayudar a la veintena de okupas que mantienen dos casas fortificadas en la plaza Bonanova, denominadas La Ruïna y El Kubo, en la zona alta de la ciudad. Los últimos altercados han provocado una cascada de mensajes de solidaridad en estos círculos, además de la creación de un canal de Telegram específico para organizar la resistencia. "Nuestras casas son trinxeras" es su lema. El conflicto violento está servido, máxime, por la presencia del colectivo Desokupa, que advierte de que actuará en la zona.

“Respondamos a la represión con más organización y lucha. Nos quieren de rodillas, pero nos encontrarán de pie”, advierten los antisistema. La dura reacción de los okupas con armas de aire comprimido, palos, hachas y otros objetos durante estos días ha sido, afirman los implicados, para defenderse. “No pensamos asumir pasivamente que nos ataquen, que pongan en riesgo nuestra integridad física, ni que nos conviertan en diana por intereses electorales, haciéndose eco de nuestra reacción a los ataques y mostrando nuestra autodefensa como violencia gratuita, legitimando así toda la que recibimos”, señalan en un escrito. Justifican su reacción de dos maneras. Por un lado, denuncian que “descontextualizan imágenes de momentos de mucha tensión, inventan y manipulan información hasta el sinsentido, justifican las agresiones y envalentonan a los agresores”.

Foto: Imagen de archivo de una manifestación a favor de la okupación en Barcelona. (EFE/Enric Fontcuberta)

Por otro, señalan que su reacción fue porque “un grupo de personas lanzó gasolina al huerto": "Marcharon corriendo antes de encenderla por la respuesta dada desde dentro de la casa. Lanzamientos de piedras y botellas, rompiendo varias ventanas. No marcharon hasta que no se les rechazó saliendo de la casa. Luego volvieron, y así tres veces con el mismo grupo. Cuatro personas con dos motos diferentes hicieron varias pasadas intentando lanzar botellas desde la moto”. Además, aunque se ha denunciado que utilizan armas de aire comprimido contra vecinos y manifestantes, aseguran que son ellos los que padecen ataques con balines desde balcones de la zona.

El colectivo La Ruïna sostiene que la Policía fue testigo del lanzamiento de objetos y petardos contra la casa, “pero en general ni tan siquiera los identifican”. La empresa Desokupa ha anunciado que para este jueves piensa desalojar a los okupas de la Bonanova, aunque desde otras instancias, tanto de las administraciones (autonómica y local) como desde grupos políticos, se reconoce que aún no hay orden de desalojo. Lo malo es que ambas viviendas se comunican, por lo que si una es desalojada, podría ser que fuese invadida de nuevo desde la otra.

Ayuda de plataformas

Los Mossos d’Esquadra han anunciado que no permitirán que Desokupa proceda sin orden judicial, aunque la empresa especializada en desahucios está empeñada en que desalojará sea como sea este jueves por la noche. Ante ese anuncio, los okupas de La Ruïna y El Kubo han pedido ayuda a otras plataformas. “Animamos las respuestas solidarias de las maneras que se consideren oportunas y a que vengáis a la convocatoria del jueves 11 de mayo”. Lo que se trasluce de este mensaje es que están dispuestos a ir a una guerra total contra Desokupa en las calles de la ciudad.

Foto: Ada Colau. (EFE/Toni Albir) Opinión
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En realidad, la convocatoria es una contramanifestación para “enfrentarnos juntas al fascismo y sus discursos del odio”. Ese día, antes del desalojo anunciado por Desokupa, tendrá lugar una manifestación en Bonanova con el apoyo de vecinos y partidos políticos como Vox y Ciudadanos. Pero plataformas como Associació Veïnal Som Barri, Sindicat Habitatge Raval, Sindicat d’Habitatge de Nou Barris, RavalVsVox, Grup d’Habitatge de Sants, Sindicat d’Habitatge La Sagrera, Xarxa d’Habitatge de l’Esquerra de l’Eixample, Sindicat d’Habitatge de Cassoles o Heura Negra ya han anunciado que acudirán apoyando a los antisistema. Los ánimos están exaltados. Las organizaciones radicales alimentan la moral de sus activistas difundiendo un vídeo de Daniel Esteve, propietario de Desokupa, en el que anuncia que este jueves “arderán las calles de Barcelona” y que “habrá palos”. También afirma que “nosotros somos miles” y que “os pasaremos por encima”.

Esteve se reunió este martes con agentes de mediación de los Mossos, según anunció la agencia EFE, y admitió que, aunque mantiene la manifestación del jueves, asegura que “no vamos a asaltar nada. No queremos que haya heridos”. Un comunicado de David Bondia, síndic de greuges de Barcelona (el defensor del pueblo local), arremete este miércoles contra Desokupa. “Cualquier proceso de recuperación de la posesión de inmuebles tiene un recorrido legal, que debe ser ejecutado por las instituciones pertinentes y no por particulares”, subraya Bondia.

Foto: Manifestación del colectivo okupa en el centro de Barcelona. (EFE)

Añade que “el resultado de desafiar a los poderes públicos con la amenaza de procedimientos de desahucio que se apartan de lo establecido legalmente no solo está generando crispación y una ruptura no deseada de la paz social del barrio. También está ocasionando un importante gasto público, obligando a los cuerpos de seguridad a diseñar operativos específicos para evitar enfrentamientos e impedir que la empresa Desokupa intervenga en un proceso que en estos momentos se encuentra en sede judicial. Sin duda, las consecuencias de la provocación irresponsable de este gasto público deberían ser imputables a las personas y actores que han atizado este conflicto de orden público”.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), por su parte, ha advertido de que el edificio de El Kubo debía haberse desahuciado el 23 de marzo, pero se suspendió el lanzamiento. En estos momentos, se está a la espera de fijar una nueva fecha de desalojo. El edificio de La Ruïna, en cambio, no tiene aún orden de desalojo y se está tramitando judicialmente la denuncia presentada por los propietarios.

86 encausados por okupación

Las dos casas de la zona alta ya fueron okupadas hace 15 años. Tras dos desalojos, cayeron de nuevo en manos anarquistas en los años 2016 y 2019. Desde entonces, afirman, ambos espacios autogestionados han acogido “centenares de actividades”. El fenómeno no es nuevo, pero este es especialmente llamativo por la virulencia que ha generado, por estar ubicadas las casas en la zona alta de Barcelona y por la cercanía de las elecciones municipales.

Foto: Ione Belarra. (EFE/Ángeles Visdómine)

La plataforma Acción por la Okupación asegura que desde 2019 hasta 2022 ha habido 27 “casos represivos” que afectan a un total de 86 encausados y 44 detenidos y se han puesto 300.000 euros de multas. Además, subrayan que se han dictado penas que suman 26 años de prisión. Según los números de los colectivos antisistema, en Cataluña hay 34.856 inmuebles vacíos, de los que 14.500 pertenecen a BBVA, CaixaBank y Santander. Otros 6.672 son propiedad de la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb). En 2022, hubo 1.724 desahucios en Cataluña. La plataforma anticapitalista tiene una máxima en la que basa toda su actividad: “Si vivir es un lujo, okupar es tu derecho”.

En los últimos meses, la plataforma Acción por la Okupación elevó la intensidad de su actividad y sembró Barcelona y Santa Coloma de Gramenet de pintadas con los lemas Stop ley desokupa”, “La vivienda es un derecho, no un negocio” o “PSOE asesino”. La última campaña emprendida este enero llama a la movilización “por el derecho a la vivienda” y proclama: “Paremos la ofensiva contra la okupación. Ni endurecimiento ni represión”.

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Los antisistema denuncian que lo que ocurre es que “la okupación es una herramienta de lucha muy valiosa para la clase trabajadora, para luchar contra la explotación y la opresión capitalista. De hecho, es una de las pocas herramientas de lucha que aún no están tajantemente prohibidas, después de años de represión a movimientos sociales y revolucionarios”.

Esta organización señala también que en los meses de verano, el precio medio del alquiler en Barcelona se sitúa en 1.066 euros mensuales, lo que representa un aumento del 14,4%. “Todo ello, mientras la especulación inmobiliaria crece imparable, no solo por el precio, sino por quién posee la vivienda: casi cuatro de cada 10 pisos en Barcelona (un 36,1%) son de grandes propietarios. Empresas o personas que poseen más de 10 viviendas en la ciudad. Del total de los alquileres de la ciudad, el 51,4% es de propietarios que tienen más de tres viviendas”.

Los usurpadores afirman que “el sistema capitalista funciona basándose en el lucro, siendo la okupación una de las pocas herramientas de acción directa contra ello”. Su relato de los hechos es que, “mediante procesos de gentrificación, modifican el espacio urbano y los precios de los alquileres en los barrios que les interesan, consiguiendo que los residentes tradicionales abandonen el barrio y se afinquen en espacios más periféricos, lo que produce que este nuevo espacio termine por ser ocupado por clases sociales con mayor capacidad económica que les permita afrontar estos nuevos costes. La okupación nos sirve como herramienta para combatir precisamente esto. Un edificio en estado de semiabandono, cuyos vecinos han sido expulsados, esperando a ser reformado para ponerlo de vuelta al mercado a un precio mucho mayor que el que tenía antes. Okuparlo sirve para, a veces, frenar este proceso durante un tiempo, dificultando así el negocio a promotores e inmobiliarias”.

Las redes antisistema de Barcelona ya han tomado posiciones. Decenas de plataformas se han movilizado esta semana para ayudar a la veintena de okupas que mantienen dos casas fortificadas en la plaza Bonanova, denominadas La Ruïna y El Kubo, en la zona alta de la ciudad. Los últimos altercados han provocado una cascada de mensajes de solidaridad en estos círculos, además de la creación de un canal de Telegram específico para organizar la resistencia. "Nuestras casas son trinxeras" es su lema. El conflicto violento está servido, máxime, por la presencia del colectivo Desokupa, que advierte de que actuará en la zona.

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