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El G-6, el foro secreto donde ERC buscó con Puigdemont unir al independentismo
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Los republicanos se descolgaron

El G-6, el foro secreto donde ERC buscó con Puigdemont unir al independentismo

Las reuniones se celebraban con periodicidad semanal, lo que implica que hubo unos 40 encuentros. Se acabaron en enero de 2022, cuando Esquerra decidió dejar de acudir

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras, con cargos de ERC, en la manifestación contra la cumbre hispano-francesa. (EFE/Enric Fontcuberta)
El presidente de ERC, Oriol Junqueras, con cargos de ERC, en la manifestación contra la cumbre hispano-francesa. (EFE/Enric Fontcuberta)

Durante más de 10 meses, el independentismo intentó recuperar la unidad. Cada semana ERC, JxCAT y la CUP se reunían con la ANC, Òmnium Cultural y el Consell per la República, que preside Carles Pugidemont, en reuniones secretas que tenían como objetivo pactar una nueva hoja de ruta unitaria para convertir Cataluña en un Estado independiente, a medio y largo plazo. Este proceso comenzó en abril de 2021, cuando Pere Aragonès estaba negociando con la CUP el apoyo a su investidura, y acabó en enero de 2022, justo en el momento en que Pedro Sánchez negaba en público que se fuese a derogar el delito de sedición.

Las reuniones eran tan secretas, que cuando en octubre de 2022 se rompió el Govern, la cúpula de JxCAT no contó a los consellers salientes, que se oponían a esta maniobra, lo que estaba pasando. La prioridad seguía siendo mantener el celo de estos encuentros, en los que Puigdemont y su Consell per la República estaban representados por el líder de Demòcrates, Antoni Castellà.

Foto: Manifestación contra la cumbre hispano-francesa. (EFE/Enric Fontcuberta)

Las reuniones se celebraban con periodicidad semanal, lo que implica que hubo unos 40 encuentros. Se acabaron en enero de 2022, cuando ERC decidió dejar de acudir para apostar por la desjudicialización que se ofrecía en la mesa de diálogo, según explican fuentes conocedoras de los contactos en este foro. De hecho, Esquerra estuvo jugando todo ese tiempo con dos barajas. Por un lado, acudía a los encuentros para recuperar la unidad independentista. Por otro, negociaba con la Moncloa en la mesa.

La segunda reunión de la mesa de diálogo, el 15 de septiembre de 2021, fue paralela a los encuentros secretos de los independentistas. Entonces solo se acordó seguir con estos encuentros. Ninguna de las partes se comprometió a nada. Pero ambas vías resultaban difícilmente compatibles. O se negociaba con el Gobierno de Sánchez o se iba a la ruptura con él, aunque fuese dilatando los tiempos. Al final, ERC optó por la primera opción y arrancó del Ejecutivo la derogación de la sedición y la reforma de la malversación, que presentó como un gran éxito antes de Navidad.

Foto: Manifestación de la Diada del último 11 de septiembre. (Reuters/Albert Gea)

Pero no fue gratis. ERC aceptó en el documento que se hizo público tras el encuentro una renuncia a la unilateralidad. El partido republicano asumió “el compromiso político e institucional con la seguridad jurídica, el ordenamiento y los principios democráticos": "La mejora de las instituciones y de sus procedimientos lleva aparejado el compromiso de las partes de conducir la actividad política e institucional de acuerdo a las instituciones y procedimientos democráticos, incluyendo también la eventual mejora de los mismos con base en los procedimientos de reforma establecidos con el objetivo de facilitar la superación de la judicialización y la resolución del conflicto político”.

Deserción de ERC

Tras la deserción de ERC en enero de 2022 de los encuentros con el independentismo, el foro de partidos y entidades soberanistas dejó de reunirse. De hecho, dos meses después, en marzo de 2022, la ANC anunció, cuando Elisenda Paluzie todavía era su presidenta, su propia hoja de ruta, que implicaba presentar una lista cívica en las elecciones. La unidad ya había volado por los aires. Y no se ha recuperado con la foto de la manifestación contra la cumbre Sánchez-Macron en la capital catalana.

ERC desactivó el foro al marcharse y la ANC optó por impulsar su propia lista

Castellà declaró a Vilaweb que llegaban "a un acuerdo mayoritario sobre estrategia, de un 80%". "Y esto es casi estar de acuerdo con todo. El resto eran matices no relevantes", añadió. Jordi Sànchez discrepa en su versión de los hechos y califica el nivel de acuerdo alcanzado de “débil”, pero desde que los republicanos saltaron del barco, no ha sido posible recuperar una mínima cohesión.

Escaso botín

El problema para ERC es el escaso botín obtenido. La derogación de la sedición permitirá el retorno de la secretaria general del partido, Marta Rovira, huida a Suiza, pero el ajuste fino en la reforma de la malversación ha dejado a los republicanos sin el premio gordo. Oriol Junqueras todavía no podrá presentarse a unas elecciones, y menos a unas catalanas avanzadas en octubre de este año. Josep Maria Jové y Lluís Salvadó tendrán que hacer frente a las causas penales pendientes. Y en JxCAT los acusan de intentar facilitar que Carles Puigdemont sea extraditado, algo que no está claro, pero que ha dividido al denominado exilio catalán.

Foto: El antropólogo Eudald Carbonell, hombre de peso en el consejo de la CUP. (EFE/Alejandro García)

ERC pretende ahora marcar distancias con Pedro Sánchez con la abstención en el decreto anticrisis. Pero en la práctica los republicanos se han quedado en tierra de nadie. El PSC exige que dinamiten su política municipal para aprobar los presupuestos de la Generalitat. Y solo cuentan con 33 diputados en el Parlament. Alto precio y escasos logros.

Durante más de 10 meses, el independentismo intentó recuperar la unidad. Cada semana ERC, JxCAT y la CUP se reunían con la ANC, Òmnium Cultural y el Consell per la República, que preside Carles Pugidemont, en reuniones secretas que tenían como objetivo pactar una nueva hoja de ruta unitaria para convertir Cataluña en un Estado independiente, a medio y largo plazo. Este proceso comenzó en abril de 2021, cuando Pere Aragonès estaba negociando con la CUP el apoyo a su investidura, y acabó en enero de 2022, justo en el momento en que Pedro Sánchez negaba en público que se fuese a derogar el delito de sedición.

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