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Carles Puigdemont abandona a Laura Borràs y arrincona al sector más radical de JxCAT
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Tensión en Junts

Carles Puigdemont abandona a Laura Borràs y arrincona al sector más radical de JxCAT

El 'expresident' no quiere saber nada de su sucesora al frente del partido y apuesta por una estrategia más moderada, aunque marcando distancias con ERC. El grupo de fieles a la dirigente se atrinchera

Foto: Acto electoral de JxCAT en febrero de 2021. (EFE/Quique García)
Acto electoral de JxCAT en febrero de 2021. (EFE/Quique García)
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Laura Borràs, expresidenta del Parlament y líder de Junts per Catalunya (JxCAT), será juzgada el próximo mes de febrero por corrupción, acusada de los delitos de fraude administrativo, prevaricación administrativa, falsedad en documento mercantil y malversación de caudales públicos, después de haber desviado a los bolsillos de un amigo, presuntamente, más de 330.000 euros en contratos troceados cuando era alto cargo en los gobiernos de Artur Mas y Carles Puigdemont. Esa circunstancia y su personalísima estrategia de defensa, dinamitando las costuras del partido, han creado un cisma interno dentro de Junts, hasta el punto de que la formación se encuentra al borde de la fractura. El expresident la ha abandonado y ella se atrinchera con solo un grupo de fieles.

La situación ha llegado a niveles insostenibles, según diversas fuentes internas consultadas por El Confidencial. Las tensiones entre el sector atrincherado en torno a Laura Borràs y los oficialistas han ido en aumento las últimas semanas, tanto en el partido como en el grupo parlamentario catalán. A Borràs se le acumulan los problemas. Por un lado, ha tenido que gestionar el rechazo masivo a su mano derecha, el diputado Francesc Dalmases, que tuvo que dejar la vicepresidencia de JxCAT y fue multado por el Parlament por conducta impropia de un diputado al presionar a una periodista. Por otro, el juicio el próximo febrero ha puesto fecha de caducidad a la lideresa. Pero eso no es todo. El anterior presidente de la formación, Carles Puigdemont, aunque jamás se involucró en disensiones internas, le ha dejado claro que no es bienvenida en Waterloo y suspira por el hecho de que deje la presidencia de Junts.

Foto: Laura Borrás en el acto de toma de posesión de Esther Giménez-Salinas. (EFE/Andreu Dalmau)

El escándalo de Francesc Dalmases, al que algunos diputados de Junts también acusaron internamente de despotismo y malos modos, acabó de agriar las relaciones de Borràs con Puigdemont, con quien había intentado hacer tándem. De hecho, una de las personas de confianza del expresidente de la Generalitat, la diputada Aurora Madaula (a quien el fugado fichó para la cúpula de su Consell per la República), fue ascendida por Borràs a miembro de la Mesa del Parlament. Pero fuera de esa conexión, Puigdemont no quiere ni oír hablar de la exdirigente de la Cámara catalana.

Reunión crucial en Bruselas

El miércoles 16 de noviembre, el fugado se reunió en Bruselas con los exconsellers de la Generalitat que tuvieron que dejar el Govern hace poco menos de dos meses. Fueron cuatro horas de reunión en que se abordaron todos los espinosos temas internos y externos que Junts ha de afrontar los próximos meses. Aunque pueda parecer un mero acto protocolario, el encuentro tendrá una importancia vital para el futuro de Junts. Fuentes internas del partido independentista relatan a este diario que fue un diálogo “franco, abierto, sin dobleces": "Sabido es que Puigdemont quería salir del Govern y la mayoría de consellers, no. Pero lo cortés no quita lo valiente. Cada uno expuso sus motivos y hubo conclusiones muy claras de que hay que dar un golpe de timón a la situación”. Otra fuente explica que "quedó claro que Puigdemont y Borràs no coinciden en nada. Él nunca la defenderá públicamente, porque su caso no es de persecución política, sino de corrupción. Y prefiere tenerla lo más lejos posible".

La puntilla está dada. Borràs ha perdido el último apoyo al que podía aspirar dentro del partido para frenar los embates de los moderados. "Hay una intención de retomar el papel histórico que hemos tenido. En eso estamos. Hemos de acabar con esta deriva. Hemos de volver a ser útiles a la sociedad y por eso hemos de volver a controlar el partido", apuntan las mismas fuentes. Esa filosofía fue expuesta también en la reunión de Bruselas de esta semana, además de la necesidad de volver a la centralidad para afrontar las municipales de 2023 con unas mínimas garantías.

Foto: La diputada de JxCAT Aurora Madaula en una reciente intervención en el Parlament. (EFE/Quique García)

A los junteros les preocupa la deriva del partido porque la caída imparable de Junts en las encuestas es directamente proporcional a la intensidad y radicalidad de las proclamas del núcleo fiel a Borràs. Cuanto más extremista se vuelve la formación, más votos pierde en la calle. Algunos dirigentes alineados con posicionamientos moderados miran con nostalgia a los tiempos de Convergència i Unió (CiU) y se están uniendo para recuperar el rumbo hacia posiciones de un centro político amplio. La consigna se acabó de perfilar esta semana en Bruselas: hay que hacer oposición constructiva, coherente, sin ceder ante Esquerra pero sin caer en el extremismo. Se ha de volver al papel de árbitro de la política catalana. O de pal de paller, como en los buenos tiempos de CiU. En esa operación, no tiene cabida Borràs.

Los diferentes motivos

De hecho, hubo un momento en que Borràs tomó oxígeno y convirtió la situación en una victoria parcial: consiguió romper el Govern de Aragonès, aunque no hacer caer al presidente de ERC. La ruptura del Govern fue una inflexión en la estrategia de la presidenta de Junts. En esa iniciativa, coincidió con Carles Puigdemont: ambos alentaron la salida del Ejecutivo de Pere Aragonès, pero algunas fuentes consultadas por este diario matizan que las razones de ambos son muy diferentes. "Nunca planearon una estrategia conjunta", afirma una de las fuentes. Otra añade: "Puigdemont y Borràs no tienen nada en común. En un momento determinado, ambos apostaron por romper el Govern, pero fue pura coincidencia. Ni siquiera hablaron de mantener una postura común sobre ese tema, sino que cada uno fue por su lado".

Borràs apostó por la ruptura como represalia a lo que consideraba una traición. Cree que ERC la condenó a dejar el Parlament, a pesar de que el reglamento dice que, si se abre juicio oral, la presidenta de la Cámara debe dejar su cargo. No perdonó a Esquerra que este partido aplicase el reglamento, aprobado durante la anterior legislatura. "Cuando no haces algo que ella dice, te pone en la lista negra. Sigue siempre unos criterios muy personalistas", coinciden varias voces de su partido.

Foto: Laura Borràs y Francesc de Dalmases. (EFE/Toni Albir)

Puigdemont, en cambio, apostó por romper el Govern como represalia a lo que también considera una traición de ERC, pero anterior: en vísperas del referéndum del 1 de octubre de 2017, el fugado era partidario de convocar elecciones para clarificar la situación. Pero, según ha contado el propio Puigdemont a sus seguidores, Oriol Junqueras y Marta Rovira, presidente y secretaria general de ERC, le amenazaron con desatar una campaña acusándole de traidor si no realizaba el referéndum y proclamaba una declaración unilateral de independencia (DUI). Pero luego, afirma el fugado, ERC le dejó en la estacada y decidió escaparse a Bélgica. “Se sintió utilizado porque considera que la cúpula de ERC no hizo juego limpio en el tema del referéndum. Desde entonces, guarda un resentimiento hacia los republicanos. Todo viene de esa inquina. Es un veneno que se le ha quedado ahí para siempre”, explica a El Confidencial una fuente cercana al expresident. Fuera de ahí, Puigdemont y Borràs son agua y aceite. "A nivel humano, no tienen nada que ver. Y los valores y coherencia de ambos son diametralmente opuestos", ilustra un dirigente de Junts la comparativa entre los dos líderes.

Enfrentamiento con Batet

Los mayores embates internos de Junts, no obstante, se han dado en el grupo parlamentario, que preside Albert Batet. "A Borràs le quedan cinco diputados fieles. El resto está por reconducir la situación y volver a la centralidad política, retomar el papel de partido de gobierno y olvidarse de extremismos inútiles", dice a El Confidencial un alto cargo de JxCAT. En la formación posconvergente, no está bien vista la deriva extremista emprendida por Laura Borràs, que ha aislado a la formación y que ha provocado que las expectativas electorales vayan a la baja.

El enfrentamiento entre Borràs y Batet comenzó prácticamente al comienzo de la actual legislatura. Según las fuentes consultadas, la entonces presidenta del Parlament quiso situar a su hombre de confianza, Francesc Dalmases, como portavoz de Junts, a lo que Batet se negó. "Con buen criterio, se puso como portavoz a Mònica Sales, una diputada que toca con los pies en el suelo y con una cultura impresionante. Ahí ya hubo el primer roce. Luego, vinieron muchas más discrepancias", dice una de las fuentes. Otra matiza que esas discrepancias se han dado sobre cómo había que entender el reglamento o sobre el posicionamiento del grupo en diversas cuestiones, incluida la estrategia de Borràs de poner la proa contra el Govern cuando ella era presidenta de la Cámara.

"En la actualidad, las discrepancias son notorias, porque la realidad de Borràs siempre es ficticia y paralela al devenir normal de la actividad parlamentaria. Considera que ya no tiene nada que perder y entonces apuesta por dinamitarlo todo. Parece que como ya no es presidenta del Parlament, cuanto peor, mejor", añade una de las voces internas de Junts. Esa es la última razón a la que apelan para justificar la puntilla a la lideresa: se ha de recuperar el seny de CiU para hacer una nueva JxCAT.

Laura Borràs, expresidenta del Parlament y líder de Junts per Catalunya (JxCAT), será juzgada el próximo mes de febrero por corrupción, acusada de los delitos de fraude administrativo, prevaricación administrativa, falsedad en documento mercantil y malversación de caudales públicos, después de haber desviado a los bolsillos de un amigo, presuntamente, más de 330.000 euros en contratos troceados cuando era alto cargo en los gobiernos de Artur Mas y Carles Puigdemont. Esa circunstancia y su personalísima estrategia de defensa, dinamitando las costuras del partido, han creado un cisma interno dentro de Junts, hasta el punto de que la formación se encuentra al borde de la fractura. El expresident la ha abandonado y ella se atrinchera con solo un grupo de fieles.

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