JxCAT llega a su congreso en modo depresión por las crisis de Puigdemont y Borràs
La formación obvia qué podrán hacer cuando Borràs sea defenestrada o cuando Puigdemont asuma, dentro de unos meses, que las euroórdenes de Llarena afectan a Bélgica
JxCAT llega a la segunda parte congreso nacional en modo depresión. La flamante presidenta de la formación, Laura Borràs, se encuentra a las puertas de un juicio oral por presunta corrupción, por lo que en septiembre tendrá que dejar la presidencia del Parlament y dejar de ser la segunda autoridad del país. Y Carles Puigdemont acaba de recibir un serio revés de la Justicia europea. Cuando desde Waterloo llevan un lustro vendiendo que las victorias judiciales son victorias políticas, ahora, que se han vuelto las tornas, cuesta mucho de explicar a los votantes.
El nuevo secretario general de JxCAT, Jordi Turull, se encuentra con una patata caliente. El congreso nacional dura dos días. Acaba este domingo en L’Hospitalet de Llobregat, y la ubicación no puede ser más simbólica. La previsión es que en esta plaza JxCAT no obtenga ni un solo regidor, algo que da que pensar teniendo en cuenta que se trata de la segunda ciudad de Cataluña por población.
El congreso debía cerrar la renovación que se inició en Argelers con el nombramiento de Borràs como presidenta del partido, algo que ahora se parece más que nada a un tiro en el pie. Los principales objetivos son fijar la hoja de ruta de JxCAT para la independencia y establecer la normativa interna para regir el funcionamiento de la formación.
En defensa de Turull hay que reconocerle que, al nombrar a Borràs presidenta, ha evitado la ruptura del partido. Pero ya en muchos ámbitos del independentismo se ha roto la defensa acérrima de Borràs. En el diario soberanista 'Ara', el caricaturista Ferreres hace chistes sobre las contorsiones de Borràs para aferrarse al cargo. El jurista Joan de Queralt, nada sospechoso de españolismo, también se ha posicionado en contra de que el juicio a la presidenta del Parlament venga de una persecución política. Ya no es solo un problema de ERC, es que Borràs se está quedando sola y JxCAT cada vez se está colocando en una posición más comprometida por respaldarla.
Para Turull, el peligro radica en que ahora Borràs quiera romper el grupo parlamentario de JxCAT. La misión encargada a su presidente, Albert Batet, que se define como "puigdemontista", es mantener la unidad. Turull confía en poder mantener el apoyo de Borràs y que ERC y la CUP le hagan el trabajo sucio en la Mesa del Parlament. ERC ya ha dicho por activa y por pasiva que consideran que el caso de Borràs no es un caso de persecución política comparable con los presos del 1 de octubre. La CUP calla, pero fuentes parlamentarias aseguran que los anticapitalistas están deseando pasarle a Borràs la factura por el caso Juvillà, que acabó con la pérdida del escaño del 'cupaire' Pau Juvillà.
Errores del pasado
En este momento de JxCAT, a la nueva dirección se le están cobrando los errores del pasado. Confiar en la popularidad tuitera de Borràs, darle demasiado peso como asesor legal a Gonzalo Boye —defensor a la vez de Puigdemont y de Borràs— u otorgar al Consell de la Republica una relevancia que deslegitima a esa Generalitat en la que Turull tiene colocados 200 altos cargos que son ahora la espina dorsal del partido. Es el fantasma de las Navidades pasadas que ha venido para no dejar dormir a los convergentes reconvertidos en independentistas.
El congreso nacional deja victimismo, pero sin dar salida a los problemas del partido
El consejo nacional ha dejado algunos mensajes clave: "Las cloacas del Estado no descansan nunca", aseguró Borras, aludiendo a su causa judicial. "No nos dejaremos arrastrar por los cantos de sirena de la mesa de diálogo", dejó muy claro Turull en su intervención. España es el enemigo. Pero no se alude a los problemas internos que ha de afrontar el partido, sobre todo, si, como está previsto, Borràs acaba dejando la presidencia del Parlament de manera traumática.
Dilemas pendientes
El aire depresivo queda enmascarado en la retórica victimista. "No vamos a hacer de socorristas del naufragio electoral de PSOE", ha advertido Turull, en una clara y negativa alusión a ERC. Pero se obvia qué podrán hacer cuando Borràs sea defenestrada o cuando Puigdemont tenga que asumir dentro de unos meses que las euroórdenes de Pablo Llarena también afectan a Bélgica. El futuro se le complica a JxCAT más que las encuestas, que tampoco le son muy favorables para las municipales. Las grandes plazas que aspira a retener son Vic y Olot. Con esas bases costará convertirse en un partido hegemónico en Cataluña.
JxCAT llega a la segunda parte congreso nacional en modo depresión. La flamante presidenta de la formación, Laura Borràs, se encuentra a las puertas de un juicio oral por presunta corrupción, por lo que en septiembre tendrá que dejar la presidencia del Parlament y dejar de ser la segunda autoridad del país. Y Carles Puigdemont acaba de recibir un serio revés de la Justicia europea. Cuando desde Waterloo llevan un lustro vendiendo que las victorias judiciales son victorias políticas, ahora, que se han vuelto las tornas, cuesta mucho de explicar a los votantes.
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