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El encuentro secreto de Artadi con un hombre de Gorbachov y Vladímir Putin en Barcelona
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En busca del apoyo de Moscú

El encuentro secreto de Artadi con un hombre de Gorbachov y Vladímir Putin en Barcelona

La delegación de Moscú trasladó a la excandidata de JxCAT a la alcaldía de Barcelona su interés por una legislación favorable a las 'criptos' si Cataluña se independizaba

Foto: Elsa Artadi durante una rueda de prensa. (EFE/Andreu Dalmau)
Elsa Artadi durante una rueda de prensa. (EFE/Andreu Dalmau)
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El 27 de octubre de 2017, el mismo día en que el Parlamento catalán aprobaba la resolución para la independencia unilateral de Cataluña, se celebró una discreta reunión entre cuatro personas en el céntrico hotel Colón de Barcelona. Allí estaban la consejera de Presidencia y portavoz del Govern, Elsa Artadi; el responsable de relaciones internacionales de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Víctor Terradellas; el intermediario Jordi Sardà, y un misterioso ruso recién llegado de Moscú. La cita esconde conexiones con episodios recientes en la política independentista.

El pasado 6 de mayo, Artadi renunciaba por sorpresa a ser la alcaldable de JxCAT por Barcelona en las municipales del año que viene y presentaba su dimisión, tras ser elegida cabeza de lista. Cinco días después, Víctor Terradellas estaba citado en el Juzgado de Instrucción número 1 de la ciudad, que investiga el caso Voloh. Fuentes bien informadas hablan de "miedo escénico" de la candidata de Junts, que tras la comparecencia de Terradellas ha sido citada a declarar como testigo en el sumario que investiga la trama rusa del 'procés'.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/Julien Warnand)

Su papel en el interés del Govern por el apoyo del Kremlin está por aclarar todavía. De momento, se sabe que asistió a una reunión en el Palau de la Generalitat, en la que estuvieron presentes el propio Carles Puigdemont, Terradellas, Sardà y dos emisarios rusos: Sergei Motin y Nikolay Sadovnikov. También se sabía que había tenido otro encuentro fuera de las dependencias oficiales, pero nada más había trascendido.

Fuentes bien informadas explican a El Confidencial que esa nueva reunión se produjo el citado 27 de octubre por orden de Puigdemont. Tuvo lugar en el señorial hotel que se ubica frente a la Catedral de Barcelona y durante más de una hora el misterioso ruso, del que solo se sabe que se hacía llamar Nadjik o Tadjik, explicó a la consejera de Presidencia y portavoz del Govern las bondades de las criptomonedas. El personaje, que llegó de la mano de Sardà, fue presentado como "uno de los 21 expertos que fichó el expresidente ruso Mijaíl Gorbachov para estudiar el tema de las criptomonedas y que, en definitiva, fueron los que inventaron las monedas virtuales". En ese momento, aseguraba el intermediario, el emisario llegado de Moscú trabajaba para la Administración del Kremlin. Es decir, para Vladímir Putin.

Reconocer solo 4 criptomonedas

La intención de la trama rusa era conseguir una legislación favorable a las criptomonedas si Cataluña conseguía independizarse. Con esa excusa, Rusia trataría de limar la solidez y estabilidad del euro, puesto que la intención última era desgastar a Europa. La independencia de Cataluña era solo un instrumento más que podía servir a los intereses de Moscú.

La oferta del Kremlin era muy clara: Cataluña debería reconocer únicamente cuatro criptomonedas, en lo que supondría una remodelación del mercado de las monedas virtuales. "Ellos hablaban incluso de un pasaporte con un código QR que podía hacer de monedero. Con ese pasaporte incluso se podía pagar en las tiendas. Y luego, se habían de poner cajeros automáticos de bitcoin", admitió Víctor Terradellas ante el juez cuando fue interrogado el pasado 11 de mayo.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE)

El día antes, 26 de octubre, Terradellas y Jordi Sardà se habían reunido con el propio Carles Puigdemont en la residencia oficial del Palau de la Generalitat. En esa ocasión, los acompañaban Motin y Savdonikov, que presuntamente eran enviados del Kremlin. El primero fue presentado como excoronel y el segundo, como enviado directo de Moscú. Ambos llegaron de la mano del 'conseguidor' Sardà, con múltiples contactos en exclusivos círculos del este de Europa. En la reunión hablaron de varias cosas y fue Sardà quien llevó la voz cantante, llegando a plantear el envío a Cataluña de 10.000 soldados rusos por parte de Moscú, así como ayuda económica tras la independencia.

"Los emisarios estaban muy interesados en el modelo financiero del nuevo Estado catalán y querían saber si ya estaba preparado el Banco Central. Lo digo en palabras suyas, pero cuando vieron que no había nada preparado, recularon mucho. Nikolay solo se quedó dos días porque vio que todo era broma. Además, el 25 o el 26, ya ven el desastre del 'procés'. Y Sardà me dice: 'Haremos una cosa: que haga una declaración Zhirinovsky. Prepara una carta, que se la enviaremos'. Yo hice esa carta, pero creo que no se llegó a enviar nunca", declaró Terradellas ante el juez. Vladímir Zhirinovsky, líder del ultraderechista Partido Liberal Democrático, fue el único que se manifestó en Moscú, frente a la embajada española, tras el referéndum del 1-O, junto a una docena de activistas en defensa del proceso catalán y con una pancarta que rezaba: "Las manos fuera de Cataluña". Pero los emisarios rusos no debieron ver la cosa muy clara, porque nunca más volvieron a Cataluña.

Rusia jalea la primera 'embajada' en Barcelona

Aun así, debido al largo historial de incidencias judiciales y estafas, la presencia de Jordi Sardà arrojaba muchas sombras no ya sobre la propia naturaleza de los visitantes, sino sobre sus intenciones. El avispado intermediario tiene detrás de sí un amplio historial de denuncias y años atrás había llegado a firmar con el presidente de Ucrania un protocolo para la construcción de una planta de gas como supuesto representante de la multinacional Gas Natural. Todo era una estafa.

A la reunión en el Palau de la Generalitat cabe añadir la visita a Barcelona de otro personaje no menos curioso, Dimitri Medóev, que aterrizó en el aeropuerto de El Prat el 23 de octubre de 2017, procedente del norte de Italia, donde se había reunido con dirigentes de la Liga Norte, el partido de Matteo Salvini. Este empresario ruso (considerado un 'satélite' de Putin) se afincó en Osetia del Sur mientras se alentaba la independencia de ese territorio (perteneciente a Georgia), que solo es reconocido por Rusia, Venezuela, Nauru y Nicaragua. Medóev, que se hacía llamar ministro de Asuntos Exteriores de Osetia del Sur, se reunió en Barcelona con un pequeño grupo de ciudadanos de aquella región, pero no llegó a entrevistarse con Puigdemont.

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Sin embargo, no deja de llamar la atención que, para proclamar la independencia de Osetia, Vladímir Putin enviase a ese territorio la nada despreciable cantidad de 10.000 soldados, que garantizaron la formación de un gobierno independiente. Los mismos que los supuestos emisarios de Moscú ofrecían a Puigdemont. El 26 de octubre, un día antes de que el Parlament aprobase la resolución de independencia, el medio ruso 'Sputnik', una de las herramientas utilizadas por Moscú para crear confusión en Europa, anunciaba que Osetia del Sur abría embajada en Barcelona.

La potente maquinaria de desinformación del Kremlin ya estaba sacando provecho de la situación, aunque el proceso de secesión fuese, a la postre, una herramienta inservible para dañar políticamente a Europa. El colofón del 'procés' no puede ser más triste: ninguno de esos supuestos emisarios volvió a aparecer jamás por la escena barcelonesa, aunque el intermediario Jordi Sardà, por mediación de Víctor Terradellas, recaló de nuevo en la capital catalana en 2018 para entrevistarse con el jefe de la Oficina del Expresidente Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay. Pero esa es otra historia.

El 27 de octubre de 2017, el mismo día en que el Parlamento catalán aprobaba la resolución para la independencia unilateral de Cataluña, se celebró una discreta reunión entre cuatro personas en el céntrico hotel Colón de Barcelona. Allí estaban la consejera de Presidencia y portavoz del Govern, Elsa Artadi; el responsable de relaciones internacionales de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Víctor Terradellas; el intermediario Jordi Sardà, y un misterioso ruso recién llegado de Moscú. La cita esconde conexiones con episodios recientes en la política independentista.

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