Las leyes de vivienda y audiovisual, nuevos escollos en la relación entre Sánchez y ERC

Este mes de mayo volverá a ser una pesadilla legislativa para la relación de ERC con el Gobierno de Pedro Sánchez. Tras el pulso por el decreto de medidas económicas llegan las negociaciones para las leyes de vivienda y audiovisual. El papel del grupo encabezado por Gabriel Rufián debería ser clave en ambas, pero los republicanos se han autoexcluido como socios del Ejecutivo por el espionaje de Pegasus. La fragilidad de la coalición entre el PSOE y Unidas Podemos volverá a ponerse de manifiesto.

La próxima semana no hay plenos previstos. Pero será la calma que precede a la tormenta. Fuentes parlamentarias explican que este mes habrá dos tramitaciones clave: la constitución de las ponencias de las leyes de audiovisual y vivienda. En la primera, Sánchez se puede ver tentando de sacarla adelante sin el apoyo de catalanes y vascos, pese a que las cuotas de catalán en Netflix fue el gran triunfo que exhibió ERC para dar luz verde a los Presupuestos Generales del 2022.

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Pero con la segunda no existe ese margen. Se trata de una norma muy política. El proyecto de ley incluye la regulación del precio del alquiler en lo que se califica como "áreas tensionadas". Tiene en contra, aparte del sector inmobiliario, a asesores fiscales de Hacienda y a los pequeños propietarios que la consideran intervencionista respecto a la propiedad privada.

Tal y como marca el reglamento del Congreso, la comisión competente tendrá que designar una ponencia para cada una de las leyes, según el texto y las enmiendas presentadas. Después, con base en eso, elaborará un informe. Este conformará el dictamen que será elevado al Pleno de la Cámara Baja para una votación final. Aunque el debate en el Parlamento queda lejos aún, si en mayo no se constituye la ponencia, el proyecto de ley decae. Para ERC podrá ser complicado dejar en la cuneta el texto de audiovisual, pero la de vivienda puede ser mucho más complicado porque los comunes se juegan mucho en esta ley.

El menos interesado en forzar ahora una convocatoria de elecciones generales es ERC

Participación de Colau

La importancia es tal, que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se plantó en Madrid a principios del mes abril para anunciar que los comunes presentarían sus propias enmiendas al margen del Gobierno de coalición, lo que ya de por sí es bastante atípico. El partido quiere mejorar la norma, pero si no hay ponencia no habrá ley. Así que la presión que desde Unidas Podemos le impondrán a ERC puede ser muy grande. Además, el panorama se complica cuando Gabriel Rufián trata de competir con Yolanda Díaz por los mismos votos en las próximas generales, como quedó claro cuando los republicanos quisieron tumbar la reforma laboral.

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El problema para ERC es que quiere debilitar al Gobierno de Pedro Sánchez, pero no derribarlo. Tampoco podrían, pero con su actitud de jugador de ruleta rusa pueden provocar un accidente. Ya ha quedado claro, con la medida para paliar los efectos de la guerra de Ucrania. Lo peor que le podría pasar a los de Oriol Junqueras es tener que afrontar una nueva investidura en la que verse obligados a respaldarle para cerrar el paso a Vox a un par de meses de las municipales, según apuntan fuentes del independentismo. Por tanto, si hay alguien nada interesado en forzar unas nuevas elecciones en España, ese es ERC.

Según estas fuentes, la intención de los republicanos no va más allá de aparcar la mesa de diálogo como tema de referencia de la política catalana. Pegasus y sus supuestas responsabilidades políticas no pasan de ser una mera excusa.

Votaciones visibles

De esta manera, ERC solo se preocupa de dar visibilidad a su oposición en aquellas votaciones que son más mediáticas. Pero no pasa lo mismo en otras. El mismo día en que los de Gabriel Rufián votaron en contra del decreto de medidas económicas, se posicionaron a favor del real decreto ley sobre la situación del personal investigador en las universidades. Este gesto no fue suficiente para que prosperase la tramitación, que quedó bloqueada, lo que abona la tesis de que con una mayoría tan estrecha los accidentes no son posibles, sino altamente probables. Lo más curioso es que en la misma votación JxCAT se abstuvo.

En resumen, todo esto se reconoce como una teatralización del independentismo de cara a su electorado, más que una verdadera intención de votar contra el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos. Porque ambas formaciones saben que una alternativa de PP con Vox sería peor para Cataluña.