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La caída de Casado otorga una vida extra a Alejandro Fernández en el PP de Cataluña
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Resaca de la crisis popular

La caída de Casado otorga una vida extra a Alejandro Fernández en el PP de Cataluña

El presidente de los populares catalanes estaba muy cuestionado por Génova y, antes del estallido de la crisis, Teodoro García Egea ultimaba una operación para apartarlo

Foto: Alejandro Fernández, con Pablo Casado detrás. (EFE/Andreu Dalmau)
Alejandro Fernández, con Pablo Casado detrás. (EFE/Andreu Dalmau)

La caída de Pablo Casado ha tenido su peculiar efecto mariposa en Cataluña, donde el presidente del PP en la región, Alejandro Fernández, estaba muy cuestionado por Génova. El vuelco que se ha dado le da una vida extra cuando estaban a punto de cobrarle todas las facturas: las de unas listas que no habían satisfecho a la dirección nacional, una derrota de la que Madrid no se hacía responsable y una relación con Teodoro García Egea que se había deteriorado. Ahora, el líder de los populares catalanes, buen parlamentario y mejor visto por los antagonistas del ex secretario general (como Cayetana Álvarez de Toledo), gana tiempo para aunar a las diversas facciones hasta el congreso del partido, que podría celebrarse en noviembre si Alberto Núñez Feijóo no decide otra cosa.

No ha sido posible recabar la opinión de Alejandro Fernández, pero fuentes del partido en Cataluña reconocen que su defenestración estaba lista para sentencia hace dos semanas. El plan de Génova pasaba por su relevo y traer de Europa a Dolors Montserrat para convertirla en la nueva número uno. Ahora, tras la debacle del aparato de Casado, Montserrat optar por seguir en Bruselas —ya de partida no se mostraba muy entusiasta de su regreso—. Como Núñez Feijóo no cuenta con una persona de confianza en Barcelona, Fernández cuenta con un tiempo añadido, ya que la nueva dirección de los populares evitará abrir el melón de una crisis en Cataluña.

Foto: El líder del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE/J. J. Guillen)

El PP obtuvo en Cataluña en las últimas autonómicas unos escasos 109.000 votos. Un muy mal resultado que dejó a Alberto Fernández con una lista corta y que integraban Lorena Roldán y Eva Parera, ninguna de las dos 'pata negra' de los populares. Mientras, Génova había designado una gestora para el PP en la provincia de Barcelona y puso al frente a Manuel Reyes, que pronto se convirtió en el principal ariete contra Fernández. Mientras, las diversas familias —Xavier García Albiol, Alberto Fernández Díaz— mantenían sus habituales tensiones. Desunión, malos resultados y la dirección nacional cuestionándolo todo.

Con el cambio de escenario, el líder catalán tiene tiempo para pacificar a las diversas familias, aglutinar al partido bajo una mayor autonomía de la que hasta ahora habían gozado, y dar más juego a sectores que se habían sentido desplazados. Todo mientras prepara las municipales. Parera ha dimitido de su escaño para montar Valents, un partido constitucionalista que pivota sobre los restos del grupo municipal de Manuel Valls en el Ayuntamiento de Barcelona. Además, algunas de las apuestas de Fernández se han mostrado acertadas, como la de no acudir integrados en la lista con Ciudadanos, como se le demandó de manera insistente antes de las elecciones catalanas. Si el PP en Cataluña está mal, los naranjas se encuentran al borde del precipicio. Por tanto, el actual presidente de los populares en Cataluña se ha acabado encontrando con algo que normalmente no se te ofrece ni en política ni en la vida: una segunda oportunidad.

Feijóo entra en juego

Ahora entra en juego Núñez Feijóo. Se da la circunstancia de que el presidente gallego, junto a Juanma Moreno, fue de los únicos que le pidieron a Casado, tras la debacle en las catalanas, que dejara más margen a las organizaciones territoriales a la hora de planear las campañas electorales. No fue el caso.

Génova siempre dirige la campañas en Cataluña, pero si sale mal luego corta cabezas

En esa campaña, Alejandro Fernández destacó por su papel en los debates electorales, incluso el de TV3, pero luego el protagonismo en campaña lo atraía Pablo Casado y su equipo, presentes un día sí y otro también. Un veterano dirigente del Partido Popular catalán lo define de la siguiente manera: "A Alejandro le pasó lo que a todos, Génova dirige la campaña y luego si sale bien el mérito es de ellos y si sale mal cortan cabezas en Cataluña". Se espera que esto ahora cambie con un Núñez Feijóo, que había sufrido ya por este tipo de prácticas.

Municipales a la vista

El reto ahora para el PP catalán es ganarse el crédito que le pueda dar este tiempo añadido en las municipales. Para eso hay que reconstruir puentes con García Albiol, algo que se da por sentado, ya que este dirigente histórico volverá a presentarse por Badalona, una de las plazas fuertes junto con Castelldefels.

Los objetivos pasan por lograr mejorar resultados en el área metropolitana, mantenerse en la costa de Tarragona y no desaparecer en Barcelona. Para ello, una de las opciones que maneja el partido es pedirle a Daniel Sirera que se presente por la capital catalana. Sirera bascula entre esta alternativa o acabar siendo cabeza de lista por el PP en Valencia. Lleida es otra ciudad donde el PP catalán espera poder mejorar de manera evidente sus resultados. Y, a partir de ahí, disponer de una buena base para reconstruirse poco a poco en Cataluña.

La caída de Pablo Casado ha tenido su peculiar efecto mariposa en Cataluña, donde el presidente del PP en la región, Alejandro Fernández, estaba muy cuestionado por Génova. El vuelco que se ha dado le da una vida extra cuando estaban a punto de cobrarle todas las facturas: las de unas listas que no habían satisfecho a la dirección nacional, una derrota de la que Madrid no se hacía responsable y una relación con Teodoro García Egea que se había deteriorado. Ahora, el líder de los populares catalanes, buen parlamentario y mejor visto por los antagonistas del ex secretario general (como Cayetana Álvarez de Toledo), gana tiempo para aunar a las diversas facciones hasta el congreso del partido, que podría celebrarse en noviembre si Alberto Núñez Feijóo no decide otra cosa.

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