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El covid en Cataluña: autogestión ciudadana de día con toque de queda de noche
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La Generalitat cambia los protocolos

El covid en Cataluña: autogestión ciudadana de día con toque de queda de noche

El plan del 'conseller' Josep Maria Argimon cuenta con tres patas para gestionar la sexta ola: contener la presión hospitalaria, evitar las colas en los CAP y acelerar el ritmo de vacunación

Foto: El 'conseller' de Sanidad, Josep Maria Argimon. (EFE/Marta Pérez)
El 'conseller' de Sanidad, Josep Maria Argimon. (EFE/Marta Pérez)

La Generalitat de Cataluña ha tirado la toalla con la sexta ola del covid-19. Empezó muy fuerte y ahora tendrá que pagar el precio, porque una semana después de la cumbre de presidentes autonómicos en que Pere Aragonès pidió mano dura en toda España, ahora, a la chita callando, se han cambiado los protocolos y se ha acabado en el ayusismo pandémico: autogestión individual de cada caso para no colapsar todavía más una atención primaria ya superada por los acontecimientos. Así que mientras de día se confía en los ciudadanos para que se lo hagan todo: pruebas, PCR, se autoconfinen, se tramiten la bajas médicas; por la noche, esa misma ciudadanía se ve constreñida en sus derechos fundamentales. La combinación casa mal con el sentido común y con los datos.

Desde ayer, si consigues un test de antígenos —algo milagroso— y la prueba te sale positiva, la Conselleria de Salut ha cambiado el protocolo y ya no hay que ir al Centro de Atención Primaria (CAP). A partir de este momento, si puedes te hace una PCR tú solo —si te la pagas— y te autoconfinas 10 días. Autogestión y responsabilidad personal pura y dura. Lo que había dictaminado Isabel Díaz Ayuso para Madrid y que fue tan criticado en Cataluña, ahora se impone para los catalanes por la vía de los hechos consumados del toque de queda, las discotecas cerradas y los límites de aforo.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)

Unas medidas, las más duras de España, que no han servido para frenar los contagios. Los datos de ayer son excepcionalmente malos en Cataluña: 23.850 positivos... en un solo día. Un total de 31 fallecidos y las UCI ya ocupadas al 70%, con 400 ingresados. Desde que empezó la pandemia, Cataluña ya lleva 24.484 defunciones a causa de esta enfermedad.

La cadena de rastreo se perdió hace más de un mes, aunque el 'conseller' de Salut, Josep Maria Argimon, y su equipo no lo reconocieron en su día. No se ha obligado a los sanitarios a volver de las vacaciones navideñas, con lo que el personal hospitalario no ha podido reforzar los CAP. En este momento, en los hospitales, si eres personal sanitario y das positivo pero no tienes síntomas, se va a trabajar para intentar evitar el colapso. Pero ya no se toman medidas especiales, más allá de reprogramar visitas menores para después de febrero, cuando se cree que esta sexta ola empiece a remitir.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès,. (Quique García/EFE)

Hay una estrategia, pero es la misma que la de Sudáfrica o el Reino Unido: que esta ola pasará y que poco se puede hacer al respecto sino esperar a que se contagie la mayor cantidad de gente posible.

Realidad mucho peor

Argimon, que fue un excelente responsable de Salud Pública, pero es más bien un 'conseller' discreto, tiene un plan que cuenta con tres patas: contener la presión hospitalaria, evitar las colas en los CAP y acelerar el ritmo de vacunación, según explican fuentes de la 'conselleria'. Más allá de eso, nada. La sexta ola parece inevitable en Cataluña, como si el discurso hiperdramático de Aragonès, cuando anunció el toque de queda nocturno para Cataluña, fuese algo ya muy lejano. Pero fue hace siete días. En una semana, Cataluña ha pasado del dramatismo a la resignación.

La sensación de la población es que muchos casos de positivos ya ni se contabilizan

También hay la sensación en la sociedad catalana de 'sálvese quien pueda'. Todo el mundo tiene conocidos infectados. Y de que la realidad es mucho peor que las cifras, que hay mucha gente enferma que ni ha sido diagnosticada y que solo los casos más graves pasan a las estadísticas oficiales.

Aniversario de la vacunación

En un momento complicado, la Generalitat ha aprovechado para celebrar el año de la campaña de vacunación. No había mucho más para sacar pecho. El 76% de la población tiene la pauta completa, según los datos de la propia 'conselleria'. Más de seis millones de catalanes con el proceso de vacunación terminado.

Con todo, no parece que las medidas más espectaculares —pasaporte covid, límites de aforo, toque de queda, mascarilla por la calle— estén funcionando. Parece que solo sirvan a la clase política para no dar sensación de inactividad. Y porque lo que hubiese podido funcionar resultaba muy caro y se hubiese convertido en gasto estructural. Eso sí, la incidencia acumulada en las últimas dos semanas en Madrid es casi el doble que en Cataluña, 1.769 contra 940 en los datos comparables de hace dos días. Pero los ingresos en UCI son la mitad que en Cataluña: 201 pacientes covid en estas unidades.

La Generalitat de Cataluña ha tirado la toalla con la sexta ola del covid-19. Empezó muy fuerte y ahora tendrá que pagar el precio, porque una semana después de la cumbre de presidentes autonómicos en que Pere Aragonès pidió mano dura en toda España, ahora, a la chita callando, se han cambiado los protocolos y se ha acabado en el ayusismo pandémico: autogestión individual de cada caso para no colapsar todavía más una atención primaria ya superada por los acontecimientos. Así que mientras de día se confía en los ciudadanos para que se lo hagan todo: pruebas, PCR, se autoconfinen, se tramiten la bajas médicas; por la noche, esa misma ciudadanía se ve constreñida en sus derechos fundamentales. La combinación casa mal con el sentido común y con los datos.

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