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Torra no tiene quien le quiera: los 'popes' del independentismo le hacen el vacío
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Relegado al ostracismo independentista

Torra no tiene quien le quiera: los 'popes' del independentismo le hacen el vacío

Los intentos del 'expresident' por intervenir en la vida pública o movilizar la calle no encuentran eco ni entre los suyos. La mayoría de los que fueron sus acólitos le da la espalda

Foto: El expresidente de la Generalitat Quim Torra. (EFE/David Borrat)
El expresidente de la Generalitat Quim Torra. (EFE/David Borrat)

El expresidente de la Generalitat, Quim Torra, es historia (lejana) para el independentismo. El antiguo mandatario, que fue apartado de su cargo en septiembre de 2020, tras ser condenado por no hacer caso a la Junta Electoral Central cuando en las elecciones de 2019 le emplazó a retirar una pancarta, no tiene ahora quien le quiera. O, por lo menos, quien se acuerde de él. El secesionista que un día escribió que los castellanohablantes eran 'bestias inmundas' y que inundaba el panorama político con soflamas jaleadas desde el amplio espectro soberanista, se encuentra hoy lejos del recuerdo de sus acólitos.

Como 'president' supo crear polémica, aplicando la máxima de que era preciso mantener la inestabilidad para ganar la independencia. Arrastraba multitudes cuando animaba a los cachorros de los CDR a "apretar" en la calle para él hacer lo mismo desde la Generalitat. Sus ideas y sus enfrentamientos institucionales marcaron una época en la que Cataluña perdió peso político y económico en el conjunto de España y la autonomía casi se paralizó: en el primer año y medio de su mandato, no se aprobó ni una sola ley.

Foto: El expresidente de la Generalitat Quim Torra. (EFE)

En el ocaso de su presidencia, fue juzgado por desobediencia y condenado a 14 meses de inhabilitación, por lo que tuvo que dejar su cargo. Ello no es óbice para que en la actualidad tenga rango de 'expresident' con coche oficial, chófer, escolta, secretaria y jefa de gabinete, además de una partida extraordinaria para dispendios con los que pagar el alquiler, si procede, invitaciones o gastos de representación. Además, desde su obligado retiro, y a pesar de su condena, viene cobrando unos 122.000 euros al año. Cuando se jubile, dentro de aproximadamente siete años, le quedará una pensión equivalente al 60% del salario de un 'president' de la Generalitat, que hasta hace poco era el cargo público mejor remunerado de España. Precisamente, Torra elevó el sueldo anual de los mandatarios catalanes a los 153.000 euros, pero el actual 'president', Pere Aragonès, lo ha rebajado hasta los 130.000.

Ahora, Torra dedica su tiempo libre a cultivar su página web y a asistir a actos diversos. Su afán por recuperar parte de la notoriedad perdida le ha llevado a tratar de intervenir en varias ocasiones en las disputas públicas sobre la acción de gobierno de su sucesor.

Solo tres nombres le apoyaron

Al margen de intentar ser la voz crítica del independentismo, a Torra no le queda ya nada que aportar a la política catalana. En marzo pasado, cuando se ratificaron las multas por su desobediencia, apeló a las plataformas radicales para que los activistas del separatismo se movilizasen en las calles en su defensa, pero no tuvo mucho éxito. En la actualidad, su interés ha decaído aún más y los 'popes' del secesionismo que antes le arropaban en sus salidas de tono, e interpretaban sus deseos como órdenes, callan ante sus invectivas.

Hace pocos días, Torra colgaba un vídeo en su cuenta de Twitter. "Hoy hace dos años, hice este alegato final en el juicio antidemocrático en el TSJC con el objetivo de inhabilitarme y hacerme callar. No fui a defenderme de nada. Obedecía el mandato popular y los derechos fundamentales en mi deber como presidente", anunció por las redes. Se refería al juicio por desobediencia, una figura jurídica contemplada en la legislación.

Foto: Carles Puigdemont. (Reuters/Guglielmo Mangiapane)

El 'expresident' fue el único que se acordó del juicio que le llevó a la inhabilitación. Nadie, ni los suyos, se hicieron eco de esa efeméride. Ningún diputado, alto cargo de JxCAT, del independentismo o 'pope' con predicamento en el soberanismo le hizo caso con la salvedad de tres nombres: su incondicional Laura Borràs, presidenta del Parlament, con la que compartía despacho cuando ambos eran diputados rasos, que repicó el mensaje, lo mismo que el exdiputado de la CUP Antonio Baños, o el abogado Gonzalo Boye. Casi todos los que antes le aplaudían en cada intervención dieron la callada por respuesta. Su anuncio obtuvo 721 retuits, lejos de los muchos miles que tenía hace tiempo.

El pasado fin de semana, el 'expresident' apeló de nuevo a sus correligionarios. "Este domingo, en Prats de Molló, se homenajeará a Francesc Macià y los voluntarios que intentaron liberar Cataluña. Hemos pedido a la hija del voluntario más joven porque es importante hacer memoria de hechos históricos como este", lanzó por las redes. El mensaje tuvo solo 52 retuits, aunque enlazaba con un artículo firmado por Maria Rosa Marmer, publicado en la página oficial del exmandatario, presidenttorra.cat.

Foto: Puigdemont y Josep Maria Matamala. (EFE/Carlos Rey)
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Nadie le siguió la corriente, a pesar de que el acto para el que convocaba era la entrega de la medalla Carrasco i Formiguera, oficiada por el partido Demòcrates de Catalunya y entregada este año a Carles Puigdemont. El acto se celebró en Villa Denise, la casa que Macià había alquilado en 1926 para preparar una invasión de Cataluña junto a un grupo de amigos. Entre ellos había un italiano (nieto de Garibaldi pero confidente de Mussolini) que le denunció a las autoridades francesas, por lo que fue detenido en ese lugar. La casa fue comprada por un activista independentista en diciembre del año pasado, en una operación inmobiliaria gestada por dos hombres de confianza de Puigdemont: el jefe de su oficina (y alto cargo de la Generalitat), Josep Lluís Alay, y el diputado Joan Canadell. Su intención última es que el Govern se la pueda quedar en un plazo no determinado de tiempo para recuperar la inversión.

Críticas a Aragonès

Este lunes, con motivo del acuerdo alcanzado entre Pere Aragonès y los comunes para dar luz verde a la tramitación de los presupuestos de la Generalitat para 2022 tras la 'espantá' de la CUP, Torra se agarró a un clavo ardiendo y publicó un hilo de mensajes en Twitter en el que justificaba que el año pasado él también tuvo que aprobar los presupuestos con los morados porque ya llevaba tres años prorrogándolos y daba la legislatura por "políticamente acabada". En ese conjunto de mensajes, se quejaba de que Aragonès pactase con ellos cuando "el 52% del voto independentista debería haber servido para culminar el proceso de creación de la República Catalana, cumpliendo el mandato del 1-O".

Criticaba al actual 'president': "La aprobación de los Presupuestos de 2020 por parte de los comunes no estuvo nunca vinculada ni sometida a la aprobación de las cuentas de la alcaldesa Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona. Yo no acepté nunca ninguna clase de intercambio ni de correspondencia en otras instituciones", afeaba a Aragonès, que permitió la aprobación de las cuentas municipales. Y terminaba exigiendo a "la mayoría independentista" que explique a la ciudadanía "cuál es el nuevo recorrido político de la legislatura y qué decisiones y qué hoja de ruta se tomará para dar respuesta al 52% que quiere culminar la independencia".

Foto: El 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)

Ni su acidez ni los dardos contra la 'mayoría independentista' actual tuvieron mucho éxito. Un total de 760 retuits y escasos comentarios fueron la discreta respuesta a una soflama que ya no levanta pasiones. Ni siquiera le echaron una mano sus amigos Laura Borràs, Francesc Dalmases y Josep Costa (los cuatro compartían en el Parlament la 'War Room' o 'Habitación de la Guerra'). En cambio, sí fue repicado por el 'exconseller' de Salud fugado Toni Comín, el jefe de la oficina de Puigdemont, Josep Lluís Alay, el sociólogo Salvador Cardús (uno de los 'popes' intelectuales de los posconvergentes), el concejal Hèctor López Bofill, en otros tiempos cercano a ERC, o el cómico Toni Albà. Borràs si retuiteó, en cambio, un escueto mensaje de Torra tras la sentencia del Supremo que obliga a dar el 25% de las clases en castellano: "'Si la lengua falla, fallará todo'. Pompeu Fabra", decía el tuit del 'expresident'.

"Torra ha sido lanzado a la papelera de la historia. Su periodo como 'president' no será de los que se recuerden en los libros, porque no hubo nada de nada, ni gestión de gobierno ni afianzamiento de Cataluña como nación. Ahora, visto su mandato con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, es más remarcable la decadencia de Cataluña en los últimos años", señala una fuente nacionalista moderada a El Confidencial. Esta fuente remarca que "fue más activista que 'president' y vivió solo para la confrontación, dando la espalda a más de la mitad de la población de Cataluña. Y así no se puede gobernar un país".

Foto: Pere Aragonès, junto a Puigneró y Vilagrà. (EFE/Marta Pérez)

Otra fuente destaca que "en la actual situación de tensión dentro del Govern es lógico que ni los más radicales de JxCAT quieran echar leña al fuego acosando a ERC. Al fin y al cabo, las diferencias entre las dos fuerzas han de dirimirse dentro del Govern y no en las redes sociales. Por tanto, no es de extrañar que las críticas de Torra no hayan tenido el eco que algunos desearían por parte de los dirigentes de Junts". Pero no es menos cierto que otros pesos pesados del independentismo que no militan estrictamente en JxCAT tampoco hayan salido a hacerse eco de sus mensajes.

En la primera parte de su dietario político, una especie de memorias sobre su mandato, admite que apostó por el aislamiento mientras era 'president', pero que fue una "soledad querida". Ahora es ya una "soledad impuesta", ocasionada por los que le hacen el vacío, los que le dan la espalda o los que esperan cualquier intervención suya en la vida pública para destriparle políticamente. Cuando era 'president', echó mano de una psicóloga para pasar los malos tragos y gestionar su soledad. "Dosifique los llantos", le aconsejó su asesora. Quizá sea hora de volver a utilizar los mismos mecanismos de defensa.

El expresidente de la Generalitat, Quim Torra, es historia (lejana) para el independentismo. El antiguo mandatario, que fue apartado de su cargo en septiembre de 2020, tras ser condenado por no hacer caso a la Junta Electoral Central cuando en las elecciones de 2019 le emplazó a retirar una pancarta, no tiene ahora quien le quiera. O, por lo menos, quien se acuerde de él. El secesionista que un día escribió que los castellanohablantes eran 'bestias inmundas' y que inundaba el panorama político con soflamas jaleadas desde el amplio espectro soberanista, se encuentra hoy lejos del recuerdo de sus acólitos.

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