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De Papúa a Armenia: los movimientos de Puigdemont para sumar apoyos extranjeros
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Internacionalización del 'caso catalán'

De Papúa a Armenia: los movimientos de Puigdemont para sumar apoyos extranjeros

Josep Lluís Alay, mano derecha del 'expresident', recomendó a su jefe adherirse a un movimiento secesionista de la provincia indonesia. Creía que así conseguiría penetrar en el mundo anglosajón

Foto: El 'expresident' catalán Carles Puigdemont. (Reuters)
El 'expresident' catalán Carles Puigdemont. (Reuters)

En la carrera del independentismo hacia la internacionalización del ‘caso catalán’ figuran estrategias diversas cuya finalidad era abrir puertas ante gobiernos extranjeros y lograr apoyos a la secesión de Cataluña. Esas maniobras se materializaron, en ocasiones, con la contratación de 'lobbies' (como Independent Diplomat, Crans Montana o The Hague Center for Strategic Studies) o propiciando acercamientos con personalidades y colectivos de influencia para poder lograr contactos directos en alguna Administración extranjera.

Foto: EC.
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Pero hay otras maniobras que no son tan previsibles en la estrategia del fugado Carles Puigdemont, como sus contactos con un movimiento minoritario de Papúa Occidental en un intento de penetrar en el mundo anglosajón. En el móvil de su mano derecha, Josep Lluís Alay, responsable de la Oficina del Expresident, órgano encuadrado en la Generalitat de Cataluña, la Guardia Civil encontró evidencias y pruebas de las maniobras para contactar con gobiernos extranjeros. Los mensajes cruzados dejan patente el apoyo del expresidente a las peticiones de independencia de un pequeño partido llamado United Liberation Movement for West Papua. Puigdemont se apuntó a su listado de personalidades internacionales solo porque en él había parlamentarios de países anglosajones, en los que el independentismo catalán, al parecer, no había podido penetrar.

La idea de hacerse miembro de International Parlamentarians for West Papua (IPWP) partió del senador de Bildu Gorka Elejabarrieta, que pidió a Alay si podía participar también Puigdemont. “¿Querrías estar tú como miembro del Parlamento europeo?”, le inquirió Alay a su jefe el 14 de octubre de 2020. “Es un grupo de parlamentarios de todo el mundo a favor del derecho a la autodeterminación de Papúa Occidental. Con la relación directa que tienes con Benny Wenda. Mundo anglosajón (Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda…)”. “Por mí, OK”, contesta el fugado. “Pues me pongo. Lo intento a través de un contacto laborista”.

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Puigdemont, en efecto, tenía una cierta relación con Benny Wenda, el líder tribal de la provincia indonesia. En el mes de julio, el fugado preparó un acto de presentación en público de su nuevo partido, Junts per Catalunya, y pidió a algunos ‘amigos’ un pequeño vídeo de bienvenida para mostrar apoyos internacionales. Ahí incluyó a dirigentes no solo del NVA (la formación que le acogió en Bélgica), sino representantes de movimientos independentistas de islas Feroe, Quebec, Cachemira, Uigures, Kurdistán, Nueva Caledonia, Papúa Occidental y Flandes. Puigdemont ordenó a Alay pedir salutaciones de los principales líderes secesionistas de los territorios citados, además de incluir al diputado finlandés Mikko Karna y a Jean-Guy Talamoni, líder de Corsica Libera, pero le pidió que no pusiera en el compromiso a Zaklin Nastic, de Die Linke, ni al Sinn Feinn. Benny Wenda fue uno de los que envió un pequeño vídeo.

De ese modo, Puigdemont no dudó en octubre en sumarse a la lista de apoyos del United Liberation Movement for West Papua. “Ya eres miembro de la IPWP”, dice Josep Lluís Alay al expresidente al día siguiente, 15 de octubre. “Así figuras oficialmente en su web, al lado de parlamentarios laboristas, conservadores, verdes de Reino Unido, Australia, Escocia, etc”. Le adjuntaba un pantallazo del listado de afiliados. “Creo que eres el único MEP (miembro del Parlamento europeo)”, escribe Alay.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont y Josep Lluís Alay. (EFE)

“Aquí tienes el listado y estás. Benny Wenda, feliz de que te hayas adherido. Podrías hacer un tuit quizás el fin de semana o la semana que viene diciendo que te has adherido. ¿Te lo preparo? Te pone en relación con el mundo parlamentario anglosajón. Es una magnífica noticia estratégica, de verdad”, subraya Alay.

Puigdemont le da el 'OK' a todo lo que le dice y Alay enfatiza: “En la lista, incluyendo exparlamentarios, hay gente tan relevante como el hijo de Ted Kennedy, Ralph Regenvanu (exministro de Asuntos Exteriores de Vanuatu, que fui a ver a Bucarest), el primer ministro de Guyana, etc. Si tienes tiempo, entretente un poco en la lista”. Vanuatu es un paraíso fiscal, un pequeño archipiélago de Oceanía, al este de Australia, al sur de las islas Salomon y cerca de Nueva Guinea. Se trata de un conjunto de 12 islas que albergan a poco más de 282.000 habitantes.

El contacto con Armenia

Pero la de Papúa no es la única maniobra extraña del entorno del ‘expresident’ fugado. El 11 de septiembre de 2020, Josep Alay le envía a Carles Puigdemont un tuit que publicó la Embajada de Armenia en España. “Bona Diada 2020 de Catalunya. Desde la embajada de Armenia en España felicitamos a los catalanes con motivo de la fiesta nacional”, era el contenido del mensaje.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont, junto a Josep Lluís Alay. (EFE )

Apenas unos días más tarde, Alay hablaba con su contacto ruso, el empresario Alexander Dimitrenko, al que él mismo había enchufado en la Cámara de Comercio de Barcelona. “Con un tuit así, creo que sería bueno que contactásemos ya con el Gobierno armenio discretamente para establecer algún contacto. Quizás en Suiza. ¿Cómo lo ves?”, preguntaba al hombre que le abría puertas en Moscú. “Es posible que ya toque”, razonaba el ruso, que le envió el nombre de Alexander Mkhitaryan, jefe de Protocolo del primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, y su teléfono. “Lo puedes llamar directamente. Creo que más que correcto que sea él la persona que acuerde una reunión”.

Alay tenía sus reservas sobre ese procedimiento. “Hombre, directamente no creo que sea lo más adecuado. En todo caso, mira eso. ¿Habrías de repasar el contacto?”, le recriminaba al tiempo que le enviaba una pequeña nota de prensa de abril de 2020 en la que se daba cuenta de la destitución de Mkhitaryan. “Ok, es error mío. Supuse que era él. El teléfono ha de ser el correcto. Espera, que hago comprobaciones”, se disculpó Dimitrenko. “OK. Pero precisamente por eso, este contacto no se puede hacer directamente sin una persona por medio. Vaya, nunca lo hemos hecho así”, replicó Alay. “Tienes razón. No me he tomado el café por la mañana, jaja. Perdona”, repitió Dimitrenko. “Mira también que es un jefe de protocolo. Por tanto, políticamente no tiene relevancia en principio. Es un cargo, al menos aquí formal. No es un jefe de Gabinete. Pero insisto. Yo no le puedo llamar así de sopetón. Alucinaría. En fin, tómate el café”, añadió Alay. Y Dimitrenko zanjó: “Exactamente. Jaja. No soy un gran conocedor de Armenia”.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE)

El día 20 de ese mes, Alay le enviaba otro mensaje a Puigdemont: “Buenos días, ‘president’. Mañana es la fiesta nacional de Armenia. ¿Te parece hacer un tuit mañana felicitándolos? Lo digo porque la embajada de Armenia en Madrid nos felicitó la Diada Nacional este 11-S. Y eso es significativo. Son los únicos que lo hicieron”. "Si quieres, te lo preparo para mañana", decía Alay. “Sí, y tanto”, aceptó Puigdemont.

Puntual, el 21 de septiembre el jefe de la Oficina del ‘expresident’ le remitía el tuit que había de publicar el fugado: “I wish the Armenian community in Catalonia and allo Armeniabns in the world a Happy Independence Day. 29 years ago Armenia bravely re-established its Independence. Feliç Dia de la Independència, Armènia!”. La foto que debía acompañar el texto eran las banderas armenia y catalana entrelazadas. Unas horas después, como seguía sin publicar el tuit, Alay se lo recordaba en dos mensajes. “Recuerda a los armenios, por favor. Si hay demasiado texto en inglés, sácalo, como quieras”, decía uno. Y el otro insistía: “Recuerda el tuit armenio, por favor. Entiendo que lo querías y ellos lo esperan”. “Hecho”, le contesta brevemente el 'expresident' al momento.

El alto cargo del Govern envió horas después otro tuit de la Asociación Armenia en Cataluña Ararat, que agradeció a Puigdemont la felicitación con un escueto: "Muchísimas gracias". Pero Alay aseguraba a su jefe que “esto viene a ser el embajador armenio en Madrid”.

Una semana más tarde, Alay le enviaba al fugado otro tuit con el enlace a una noticia del 30 de octubre de 2017: ‘Artsakh [también conocida como el Alto Karabaj] apoya el derecho a la autodeterminación de Cataluña’. Se refería a la ‘República de Artsakh’, un territorio entre Armenia y Azerbaiyán cuya propiedad está en el aire y que padecía el año pasado el embate de los azeríes. “¿Quieres hacer un tuit pidiendo el alto el fuego y exigiendo que se respete el derecho a la autodeterminación de la República de Artsakh? Por tanto, en apoyo implícito a los armenios, que son nuestros amigos. Yo lo considero ajustado y correcto”. “Quizá. No sé si pedir un alto el fuego, pero sí defendiendo el derecho a la autodeterminación. Pensemos con Sarri [Aleix Sarri, uno de sus asesores en la UE] qué podemos hacer en el Parlamento Europeo”. Quedan luego en que Puigdemont publicará un tuit ‘blando’ y el propio Alay emitirá otro firmado por él, pero más duro. Unas semanas más tarde, el Parlamento catalán aprobó una declaración (apoyada por JxCat, ERC, PSC, comunes y la CUP) que condenaba los ataques contra el Alto Karabaj. “Buen eco en Arstakh de la resolución del Parlament”, notificaba desde Barcelona Alay a Puigdemont.

En la carrera del independentismo hacia la internacionalización del ‘caso catalán’ figuran estrategias diversas cuya finalidad era abrir puertas ante gobiernos extranjeros y lograr apoyos a la secesión de Cataluña. Esas maniobras se materializaron, en ocasiones, con la contratación de 'lobbies' (como Independent Diplomat, Crans Montana o The Hague Center for Strategic Studies) o propiciando acercamientos con personalidades y colectivos de influencia para poder lograr contactos directos en alguna Administración extranjera.

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