Aragonès pone escolta a Oriol Junqueras y elimina el grupo de élite creado por Torra
La Consejería de Interior considera que el presidente de ERC tiene un alto riesgo de sufrir una agresión y le asigna escolta. La presión se ha desatado entre los independentistas
El exvicepresidente del Gobierno de Cataluña Oriol Junqueras requiere de protección. No es que esté amenazado por lo que en medios radicales secesionistas se llama “la extrema derecha española”. El peligro proviene, en realidad, de las propias filas independentistas. Los exabruptos desde círculos extremistas del secesionismo hacia su persona arrecian cada vez más. “Junqueras es un político muy expuesto a la opinión pública, muy mediático y muy conocido. Y en el análisis de riesgo, su figura puede ser objeto de riesgos potenciales”, explica a El Confidencial una fuente conocedora de la evaluación de seguridad.
En el Govern, el asunto se lleva con gran discreción, aunque el riesgo existe: Junqueras se ha convertido en el traidor por excelencia para sus compañeros de viaje, los independentistas radicales. El mínimo de personal para atender a la protección de una persona son tres escoltas, que se turnan para cubrir las necesidades del protegido, el cual, dependiendo de los actos a que vaya, irá acompañado por uno o dos agentes.
El pasado 10 de septiembre, víspera de la Diada, Junqueras asistió al tradicional acto de depositar flores en el Fossar de les Moreres, el lugar donde se enterró a gran parte de las víctimas en el asedio de Barcelona en 1714. El presidente de ERC fue recibido con pitos y gritos de "botifler" y "traidor". Era un abucheo con gran carga de simbolismo. En el monumento del Fossar está inscrita la frase ‘Al fosar de les Moreres no se entierra a ningún traidor’. La plataforma Tot per Catalunya, una referencia entre el activismo extremista, se encargó de recordárselo a Junqueras ese mismo día: le dedicaba la frase, con la apostilla: "Junqueras, eres un traidor".
En un breve parlamento, Junqueras advirtió a los jóvenes que le abucheaban: “No tenemos miedo de nadie. Sentimos con nosotros la fuerza de todo un pueblo que aspira legítimamente a su libertad y que lucha por su independencia, y que lucha por construir una república al servicio de todos. Y los insultos no nos lo impedirán”. Y terminó con un “nosotros plantamos cara, no nos escondemos; como hemos hecho y haremos siempre”.
Pero en amplios sectores soberanistas la figura del presidente de ERC comienza a ser maldita. “El problema real por ser independentista no está en Madrid. Lo tenemos dentro de casa. El ejemplo más claro es el de ERC”, criticaba un conocido usuario de una plataforma radical. Un colega le respondía: “Y no el partido, sino los ‘botiflers’ que han secuestrado la cúpula y han cambiado los estatutos para imposibilitar que los militantes de base, verdaderamente independentistas, los puedan echar. Los que tenemos sentido de Estado y nada que perder nos fuimos en su momento, pero hay mucha gente que, por sentimientos encontrados, no lo hace. Las bases de ERC tendrían que echar a toda la cúpula”.
En el punto de mira
Una carta de Junqueras, en la que renunciaba a la unilateralidad, fechada el pasado mes de junio le puso en la diana de los extremistas. Tanto él como Jordi Sànchez, secretario general de JxCAT, fueron blanco de los radicales en junio. Este último, por decir que el referéndum del 1 de octubre de 2017 no perseguía votar la independencia, sino obligar al Estado español a sentarse a negociar. “Os pasaremos por encima y, llegado el día, seréis juzgados como os merecéis”, amenazaba Pep Fort, exmiembro de la ANC y uno de los que el pasado otoño protagonizaron una escisión en esta entidad.
Después de que Sànchez asumiese la secretaría general de Junts, las críticas hacia él disminuyeron. Pero los exabruptos hacia Junqueras en las redes sociales no han disminuido, sino todo lo contrario. Hace poco más de una semana, en una de las plataformas más radicales, donde se agrupan colectivos de moteros, se avisaba a Aragonès y Junqueras: “Yo no quiero volver a votar. Cumplid el mandato de octubre de 2017. Fuera garbancito y ‘mossèn’ Junqueras”.
Cuando estaba a punto de salir de prisión, un activista alineado con las tesis de Junts cargaba las tintas contra los republicanos. “La buena persona del ‘mossèn’ [Junqueras] quiere salir de prisión. España, a cambio, le ha pedido traicionar a Cataluña y él lo ha aceptado (…) A la buena persona del ‘mossèn’, los represaliados y los exiliados se la sudan totalmente”. Ese discurso cala hondo en la militancia de Junts. Algunos de los argumentos pueden ser falaces, pero en una militancia radicalizada eso importa poco. De ahí al insulto grosero solo hay un paso, porque, en ocasiones, los epítetos que le lanzan sus enemigos políticos son más gruesos.
Lo cierto es que el independentismo extremista ha puesto su diana sobre Junqueras, algo que ninguna fuerza constitucionalista ha hecho nunca. Algunas críticas son soportables: “¡Más falso que un duro de seis pesetas! (…) Eres un 'botifler' [traidor]”, acusaba un activo militante. “A mí sí que me entristeces y decepcionas tú, Forcadell, de cómo te has ablandado siguiendo al capellán Juqueras”, criticaba otro.
Desaparecen los escoltas de élite
Esta tensión ha terminado por aconsejar la toma de medidas para que las cosas no puedan llegar a más. Y esa iniciativa coincide también con la desarticulación definitiva del Área de Seguridad Institucional (ASI), el grupo de élite de escoltas que el anterior presidente, Quim Torra, había creado el 17 de junio de 2020 y que dependía directamente de Presidencia, hurtando su trabajo y su control a los mandos naturales de los Mossos d’Esquadra. La ASI tenía adscritos a unos 70 agentes, todos ellos de inquebrantable fidelidad independentista. “Esa área fue creada exclusivamente para dar servicio a Puigdemont en Bélgica —explican fuentes internas de los Mossos a El Confidencial—. En el organigrama de los Mossos, era imposible justificar determinados servicios, pero dentro de la ASI sí era posible disimular las tareas que hacía cada uno. Ahora se ha desmantelado y todos los escoltas dependen de la Dirección General de la Policía”.
Una fuente de la cúpula del cuerpo explica a este diario que, en realidad, la ASI se mantiene, pero dentro de los cauces normales. “Se ha creado una División de Escoltas con dos áreas: una de los escoltas normales y otra que prestará servicio a la cúpula del Govern y a los edificios y que sería la ASI, pero no dependiendo directamente de los políticos, sino de la dirección general”, explican las fuentes.
La ASI tenía adscritos a unos 70 agentes, todos ellos de inquebrantable fidelidad independentista
Fuentes de la oposición, no obstante, creen que las modificaciones que se han aplicado en Interior no son convenientes. “El área de escoltas pasa a depender del director general, que es un cargo político, en vez de estar integrada en la estructura orgánica de los Mossos. Eso les confiere un carácter más político y es muy irregular. Han hecho la mitad del trabajo: han sacado la ASI de Presidencia, pero la han dejado igualmente bajo la órbita política. Los agentes de escoltas han de depender de sus superiores jerárquicos del cuerpo, no de un político”, critican fuentes de la oposición. Hasta ahora, la única unidad que no está en el organigrama del cuerpo es la división de Asuntos Internos —al margen de pequeños negociados—, pero esta área tiene la particularidad de que, como su cometido es investigar a agentes, se ha sacado de la estructura para no contaminar las investigaciones que pueda realizar.
El exvicepresidente del Gobierno de Cataluña Oriol Junqueras requiere de protección. No es que esté amenazado por lo que en medios radicales secesionistas se llama “la extrema derecha española”. El peligro proviene, en realidad, de las propias filas independentistas. Los exabruptos desde círculos extremistas del secesionismo hacia su persona arrecian cada vez más. “Junqueras es un político muy expuesto a la opinión pública, muy mediático y muy conocido. Y en el análisis de riesgo, su figura puede ser objeto de riesgos potenciales”, explica a El Confidencial una fuente conocedora de la evaluación de seguridad.