Los tres puntos débiles de Aragonès: la CUP, la crisis de JxCAT y su relación con Sánchez
Aragonès quiere negociar en la mesa de diálogo la autodeterminación y la amnistía. En la práctica Moncloa aceptará tratar todos los temas, pero solo concederá los indultos
La presidencia de Pere Aragonès, recién investido presidente de la Generalitat y que implica el regreso de ERC a la presidencia después de muchos años. Su gobierno nace con tres puntos débiles y ninguno de ellos depende de su acción política: las exigencias de la CUP, la crisis interna que vive JxCAT y su relación con Pedro Sánchez, con quien tiene que articular su actuación estrella: la Mesa de Diálogo entre la Generalitat y el Gobierno español. La situación política en Cataluña se desbloquea, pero no se sabe cuánto podrá durar.
El primer problema es la CUP. Se ha mostrado mucho más firme y una aliada más estable que JxCAT. Se han ceñido a su acuerdo. Han arrancado la paralización de las renovables en Cataluña. Y han fijado el calendario electoral, estableciendo una moción de confianza dentro de dos años, para el primer semestre del 2023. Todos los partidos independentistas lo han dado bueno.
La CUP siempre pone sus condiciones. La CUP le aprobó los Presupuestos de 2017 a Carles Puigdemont a cambio de que se celebrase el 1-O. Ahora la CUP ha investido a Aragonès. Pero exige que se celebre una nueva consulta, lo que para las puristas como Clara Ponsatí es una traición al denominado "mandato del 1 de octubre". Pero para los anticapitalistas puede ser otro factor de desestabilización de las instituciones. Si el Gobierno central no acepta un referéndum pactado, lo más probable, la CUP aboga por volver a poner las urnas de nuevo y de manera unilateral.
Aragonès se ha desmarcado de esta propuesta durante el debate de investidura. Propone la vía escocesa. Se abona al referéndum pactado. Una vez más la virtud de Aragonès es que pone todo lo importante lejos del ejecutivo que preside: la independencia, la mesa de diálogo, la consulta… Todo lo fundamental para sus votantes queda lejos de Plaça Sant Jaume, nada será culpa de él.
Pero eso también tendrá un precio. La CUP ya le ha dejado claro que no se fía y le pasará la factura si no cumple. El plan que manejan en ERC es jugar con “acuerdos amplios”, por eso sus gestos hacia los Comunes e incluso el PSC.
La crisis en JxCAT
Pero ese no es el único flanco. JxCAT está sumido en el caos. No se sabe quien manda. Algunas fuentes esperan una revolución interna que derribe a Jordi Sànchez como secretario general, pero tampoco está claro que Carles Puigdemont tenga fuerza suficiente para algo así. Si algo caracteriza a Pugidemont es su habilidad para montar partidos que luego no puede controlar. Se fue del PDeCAT porque no le apoyaban de manera suficiente. Montó La Crida, que tampoco se adecuó a su hiperliderazgo. Y ahora ha organizado JxCAT que está en medio de una vorágine organizativa. Hay temor en el partido de que Albert Batet no pueda controlar un grupo parlamentario tan heterogéneo como enfrentado entre ellos.
Aragonès, al firmar el acuerdo de Govern, ha salvado a JxCAT de sí mismo
Aquí también la situación es complicada para Aragonès. Pero también tiene alguna baza. Un Jordi Sànchez indultado podrá controlar el partido con más facilidad. Para eso solo quedan unos meses, según fuentes jurídicas de la capital madrileña. También está la entrada en la Generalitat. Ha sido traumática, sí. Pero, una vez llevada a cabo, garantiza que el partido no se romperá. Aragonès, al firmar el acuerdo de Govern, ha salvado a JxCAT de sí mismo.
Una mesa pendiente
La mesa de diálogo es la gran asignatura pendiente. Pedro Sánchez se ha beneficiado de los ocho meses de interinidad que ha vivido Cataluña. Ha podido ir aplazando la convocatoria de este foro de negociación excusado en que no había un 'president'. Ahora lo hay. Ya no podrá haber más aplazamientos.
En teoría, Pere Aragonès quiere negociar en la mesa la autodeterminación y la amnistía. En la práctica Moncloa aceptará tratar todos los temas, pero la mayor concesión que podrá ofrecer serán los indultos y, como mucho, una mejora de la financiación autonómica. Hay otros muchos temas, como apuntó en el debate Salvador Illa: la pandemia, los fondos europeos… Pero todo eso es gestión del día a día que a Aragonès se le da bien, pero puede que no le reporte los votos que necesita si dentro de dos años ha de acudir a las urnas.
La presidencia de Pere Aragonès, recién investido presidente de la Generalitat y que implica el regreso de ERC a la presidencia después de muchos años. Su gobierno nace con tres puntos débiles y ninguno de ellos depende de su acción política: las exigencias de la CUP, la crisis interna que vive JxCAT y su relación con Pedro Sánchez, con quien tiene que articular su actuación estrella: la Mesa de Diálogo entre la Generalitat y el Gobierno español. La situación política en Cataluña se desbloquea, pero no se sabe cuánto podrá durar.
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