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La ronda de contactos del Parlament desnuda las debilidades del constitucionalismo
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División y falta de estrategia

La ronda de contactos del Parlament desnuda las debilidades del constitucionalismo

Cs, PSC y PP carecen de una estrategia común y no tienen ni capacidad para tender puentes ni voluntad política de arriesgar. Así no se puede armar una candidatura alternativa

Foto: El presidente del Parlament de Cataluña, Roger Torrent. (EFE)
El presidente del Parlament de Cataluña, Roger Torrent. (EFE)

La ronda del Parlament iniciada para buscar sustituto a Quim Torra como presidente de la Generalitat pone al desnudo las debilidades del constitucionalismo en Cataluña. El presidente del Parlament, Roger Torrent, ha dado el disparo de salida con una conversación telefónica con el líder de Cs, Carlos Carrizosa, para sondear si hay una mayoría alternativa a la que configuró el actual Govern, según han confirmado fuentes parlamentarias. Pero por mucho que Carrizosa quiera, no hay ni una estrategia común, ni capacidad para tender puentes ni voluntad política de arriesgar. El mismo tacticismo del que muchas veces se acusa al independentismo atenaza también la otra parte de la Cámara catalana.

Cs desearía proponer un candidato aunque no saliese escogido. Roger Torrent ha empezado por Carrizosa porque Cs es el grupo parlamentario más numeroso. Pero el PSC no quiere jugar a una gestualidad que busque solo beneficio electoral, parecida a la moción de censura de Vox. Y junto con el poco peso político del PP, solo cuatro diputados, se acaba la partida de los defensores del Reino de España en Cataluña.

Foto: El expresidente catalán, Carles Puigdemont, y el exvicepresidente, Oriol Junqueras, en una imagen de archivo de 2017. (Reuters)

Además, Miquel Iceta alega, así lo ha hecho en alguna reunión del grupo parlamentario, según explican miembros del mismo, que proponer un candidato supondría una lucha brutal que solo les llevaría a adelantar un mes las elecciones, en enero en lugar de en febrero, y que de esta operación los socialistas conseguirían escaso rédito electoral.

¿Valdría la pena encontrar un candidato que solo convocase elecciones y que fuese presidente de la Generalitat, pero presidente de verdad, no en funciones, durante dos meses? Sectores del PSC apuntan a que resultaría útil dejar al desnudo las debilidades del independentismo, que son muchas, aunque se reconoce que la operación resultaría difícil y que requeriría de mucha 'finezza' política, parecida a la que sirvió para tejer el pacto de la Diputación de Barcelona, algo de lo que Cs carece, a juicio de muchos cuadros socialistas.

Foto: Jaume Asens y Pablo Iglesias. (EFE)

¿Qué hace falta para lograr algo así? Lo primero: un candidato de consenso que tenga remotas posibilidades en el futuro de ser presidente de la Generalitat y que aúne diversas sensibilidades. Hay uno, según apuntan fuentes del PP y del PSC: se trata de Ramon Espadaler, ideología socialcristiana, heredero de la extinta Unió, nada dudoso en su antiindependentismo y con sensibilidad catalanista a la vieja usanza. Este candidato debería asumir su rol instrumental: se le designa solo para que convoque elecciones, para que no sea Manuel Marchena el que lo haga y para evitar que Carles Puigdemont siga marcando los tiempos de la política catalana.

Sumar abstenciones

El supuesto candidato no podría sumar escaños, podría sumar abstenciones. Contaría con los 57 votos que acumulan Cs, PSC y comunes. Pero no es suficiente. A partir de aquí, hay que trabajar diversos apoyos. El más difícil, los comunes de Ada Colau. Colau es la socia del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona y Podemos gobierna con Pedro Sánchez, pero conseguir esos ocho escaños sería carísimo, aunque a los comunes, que lidera Jèssica Albiach, no les conviene el retraso electoral al que juega Carles Puigdemont. Los comunes siempre se han sentido más cómodos en tierra de nadie que comprometiéndose en la cuestión nacional de Cataluña.

Con esos ocho escaños, el candidato constitucionalista ya sumaría 65 votos. El bloque independentista todavía ganaría: son 69 escaños sumando a JxCAT, ERC y la CUP, uno menos de los que les correspondería, al haberse negado a sustituir al destituido Quim Torra. Un simbolismo que ahora costaría caro.

JxCAT cada vez se parece más a la CUP en la teoría, y eso podría facilitar que los cuatro diputados que siguen en el PDeCAT apoyasen a otro candidato


A partir de aquí, habría que bajar al fango para sumar abstenciones. El PDeCAT se presentará por separado el 14 de febrero y cuenta con cuatro escaños en el Parlament. Debería ser el primer objetivo a trabajar por el constitucionalismo. Y sería factible lograrlo. El PDeCAT de Marc Solsona se encuentra en este momento más cerca de Espadaler que de un JxCAT que en muchos sentidos se está pareciendo a la CUP.

Maniobras parlamentarias

Si los cuatro del PDeCAT se abstienen, ya son 65 contra 65. A partir de aquí, o se busca la abstención de la CUP, que se ha cansado de acusar de “autonomismo” tanto a Torra como a ERC, o se propone que, como prevé el reglamento, el voto sea secreto, con lo que más de un diputado de los republicanos se vería tentado de enviar a Puigdemont a la 'papelera de la historia'.

Foto: El expresidente de la Generalitat y líder de JxCAT, Carles Puigdemont, participa por videoconferencia en el acto de conmemoración del tercer aniversario del referéndum unilateral del 1-O. (EFE)

Pero al PSC le parece tarea ardua para tan poca recompensa. Y a los comunes, que podrían ver con simpatía esta alternativa, la maniobra les deja un regusto a tamayazo. Por tanto, lo dicho: faltan estrategia conjunta y determinación. También sobran complejos. Pero que un señor desde Waterloo designe al número 10 de la lista presidente de la Generalitat, el caso de Quim Torra, no es un tamayazo sino cultura democrática. Unos en Cataluña pueden hacer un uso patrimonialista de la política, como si fuera suya en el sentido literal. Los otros tienen que ir por el mundo pidiendo disculpas. Eso es lo que deja al desnudo una ronda de contactos en el Parlament que apunta a esterilidad.

La ronda del Parlament iniciada para buscar sustituto a Quim Torra como presidente de la Generalitat pone al desnudo las debilidades del constitucionalismo en Cataluña. El presidente del Parlament, Roger Torrent, ha dado el disparo de salida con una conversación telefónica con el líder de Cs, Carlos Carrizosa, para sondear si hay una mayoría alternativa a la que configuró el actual Govern, según han confirmado fuentes parlamentarias. Pero por mucho que Carrizosa quiera, no hay ni una estrategia común, ni capacidad para tender puentes ni voluntad política de arriesgar. El mismo tacticismo del que muchas veces se acusa al independentismo atenaza también la otra parte de la Cámara catalana.

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