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Torra apura su presencia en la Generalitat despidiéndose de intelectuales y periodistas
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Prepara ya su despacho de 'expresident'

Torra apura su presencia en la Generalitat despidiéndose de intelectuales y periodistas

Quemado de la política, de la que nunca fue profesional, se ha refugiado en el mundo de la cultura y ha aprovechado estos días para escenificar su adiós con diversas personalidades

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (EFE)

Quim Torra entregará la presidencia de la Generalitat sin resistencia. Igual que hizo su valedor, Carles Puigdemont, tras declarar la independencia. Ha pasado estos últimos días dando por hecha su inhabilitación, que probablemente tendrá lugar esta semana, cuando el Tribunal Supremo falle sobre su recurso sobre la sentencia de la pancarta. El acuerdo con ERC es entregar la presidencia sin mayores alharacas y no convocar elecciones. Dando todo por perdido, Torra ha pasado esta última semana recibiendo en la Casa dels Canonges, la residencia anexa al Palau de la Generalitat, a periodistas e intelectuales de los que ha estado despidiéndose, según apuntan fuentes de Presidencia.

Fuentes del Palau explican que su reducido grupo de colaboradores, encabezados por el asesor Pere Cardús, ya llevan días preparando el despacho que Torra ocupará como 'expresident'. Por tanto, se ha optado por aparcar simbolismos. La treintena de personas que acudieron a su último juicio en el TSJC da una pista del poco tirón popular con que cuenta. Durante su mandato, Quim Torra se la ha jugado lo justo, en línea con su pasado en la aseguradora Winterthur, y el discurso de su figura como mártir de la libertad de expresión no ha acabado de cuajar.

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (EFE)

Mientras Torra buscaba refugio en el mundo de la cultura y huía de la política, la semana pasada, JxCAT la ha dedicado a negociar la manera en que el vicepresidente Pere Aragonès iba a asumir la presidencia en funciones, aparcando cuestiones como la respuesta conjunta de las instituciones, que en cualquier caso se limitará al Parlament, probablemente con alguna resolución de carácter retórico. La propia ANC se ha visto incapaz de convocar a sus seguidores y ha abierto una consulta para determinar si debe haber una protesta por la inhabilitación de Torra.

Durante las conversaciones con ERC para el traspaso de poderes —no para la respuesta conjunta, que a día de hoy es inexistente—, en un momento dado se produjo un símil futbolístico, y, así, se planteó a ERC que si un jugador cae y se lesiona, el jugador contrario no debería aprovechar para hacer gol. Desde las filas republicanas, les contestaron que de acuerdo, "pero tampoco vamos a tirar el balón a la grada, sino que vamos a jugar el balón (sin marcar gol), porque el país se ha de gobernar", según explican fuentes políticas conocedoras de estos contactos.

No nos haremos daño

Por eso, la salida de Torra se va a centrar en el principio de 'no nos haremos daño'. JxCAT asume que Aragonès, aunque sea en funciones, se convierta en el primer presidente de la Generalitat que milite en ERC. Algo sin precedentes en 33 años, cuando Josep Tarradellas fue primero restituido y luego apartado por las urnas de la presidencia de la Generalitat. A cambio, ERC asume la decisión de elecciones en febrero, algo que lógicamente les perjudica, en medio de una pandemia cuyos datos son inquietantes en Cataluña.

En sus conversaciones del último adiós, Torra no ha podido evitar dejar caer su frustración por la marcha de una legislatura truncada por el covid-19

En sus conversaciones con las personas que han ido a despedirse, Torra ha culpado al coronavirus de no haber podido aplicar su agenda rupturista —llegó a plantear el redactado de una nueva constitución catalana— y, en menor medida, a ERC y a lo que ha considerado continuas deslealtades de los republicanos.

La rebeldía como receta

La realidad es más complicada. Lo cierto es que Torra ha recetado siempre rebeldía —"apreteu, apreteu"—, pero para otros. Para los CDR, por ejemplo, pero nunca para sí mismo. Para su propia persona, ha calculado al milímetro los gestos. Como prueba, la pancarta de la discordia, que estuvo exhibida en la fachada de la Generalitat dos horas de más. Quim Torra no se ha jugado su patrimonio, su libertad o su futuro, pero sí quería que lo hiciese Roger Torrent cuando el presidente del Parlament avaló que dejase de ser diputado. Mientras los CDR asaltaban el aeropuerto de Barcelona, Torra criticaba la sentencia, pero la convocatoria la hacía una plataforma anónima como Tsunami Democràtic, ahora considerado una estafa por los miles de personas que todavía mantienen su capacidad de movilización.

Más allá de esto, la legislatura se salda con su fracaso político y personal. El mayor logro, que se aprobaran los Presupuestos de 2020, fue una victoria de Pere Aragonès y de su negociación con los comunes. Del resto, nada. Carles Puigdemont ha optado por sacrificarlo en aras del calendario electoral y la protegida de Torra, Laura Borràs, ha perdido el favor de Waterloo. Poco bagaje para tanto ruido.

Quim Torra entregará la presidencia de la Generalitat sin resistencia. Igual que hizo su valedor, Carles Puigdemont, tras declarar la independencia. Ha pasado estos últimos días dando por hecha su inhabilitación, que probablemente tendrá lugar esta semana, cuando el Tribunal Supremo falle sobre su recurso sobre la sentencia de la pancarta. El acuerdo con ERC es entregar la presidencia sin mayores alharacas y no convocar elecciones. Dando todo por perdido, Torra ha pasado esta última semana recibiendo en la Casa dels Canonges, la residencia anexa al Palau de la Generalitat, a periodistas e intelectuales de los que ha estado despidiéndose, según apuntan fuentes de Presidencia.

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