Solo los extremistas apoyan a Torra para 'expulsar' a los militares de Cataluña
Cuando más requeridos son los soldados de la UME por ayuntamientos, instituciones o entidades privadas, mayores son las campañas emprendidas desde la Generalitat contra el Ejército
La batalla de los independentistas contra el Ejército ha entrado esta semana en una escalada de dureza inusitada. Justamente cuando más requeridos son los soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) por ayuntamientos, instituciones o entidades privadas, mayores son el rechazo, las trabas y las campañas emprendidas desde el Gobierno de la Generalitat contra el Ejército, así como desde determinados colectivos extremistas. Las campañas de crítica contra los militares se suceden a un ritmo igual que la demanda de ayuda a los mismos.
La organización Poble Lliure, por ejemplo, el mayor partido de los que componen la CUP, distribuye desde este martes un cartel con el lema ‘Fuera militares de los Països Catalans’. Además, un comunicado de esta organización afirma que “la crisis sanitaria, económica y social del Covid-19 está siendo aprovechada para imponer un nuevo marco de relaciones sociales basado en el autoritarismo y la restricción de libertades colectivas. Es así como es preciso interpretar la operación de limpieza de imagen del Ejército español, que más allá de su más que discutible contribución en las labores de combate de la pandemia del Covid-19, está siendo utilizado por el Gobierno del PSOE-Podemos para promover el patriotismo español y la adhesión a sus políticas de recentralización”.
El posicionamiento y una parte de las justificaciones de la CUP son muy similares a los que mantiene el ‘president’ de la Generalitat, Quim Torra, que siempre rechazó el despliegue de la UME en territorio catalán. Desde algunos sectores de Junts per Catalunya (JxCAT), se acusó también al Gobierno central de aprovechar la crisis sanitaria para enviar el Ejército a Cataluña y así aplicar un artículo 155 encubierto. Y si antes fueron los ‘gurús’ del independentismo los que pusieron el grito en el cielo (caras conocidas como Pilar Rahola, Toni Soler, Antonio Baños, Jordi Graupera, Josep Maria Mainat o Tatxo Benet, por citar unos cuantos) contra los militares, ahora son organizaciones políticas y plataformas de activistas las que han tomado el relevo.
Este nuevo embate de los extremistas se produce en el momento en que los soldados de la Agrupación de Apoyo Logístico número 41 (que tiene su sede en Zaragoza) del Ejército de Tierra ayudan a dar de comer a 300 personas cada día en Barcelona, codo con codo junto a voluntarios de la Cruz Roja. La mayoría de estas personas son mendigos que no tienen un techo bajo el que cobijarse y una gran parte de ellos pernocta luego en el campamento de campaña levantado en ese lugar con ayuda de la UME. Tanto esta labor como la de instalar hospitales de campaña han levantado ampollas en la Generalitat (y en las organizaciones más radicales, que han llamado incluso a hacer, sin éxito, caceroladas contra los militares), que ha visto cómo la labor del Ejército era bien vista por la población.
Un puente en Tarragona
El Ejército también ha emprendido esta semana la tarea de reconstrucción de un puente sobre el río Francolí, en Tarragona, que había sido arrasado el pasado mes de octubre durante el desbordamiento del río a causa de los temporales. La obra de ingeniería (que corre a cargo de un batallón de pontoneros con base en la localidad zaragozana de Monzalbarba) tiene una longitud de 43 metros.
Por si fuera poco, la Guardia Civil puso a disposición de las autoridades catalanas el hospital de campaña que había montado, juntamente con Médicos Sin Fronteras, en la localidad de Sant Andreu de la Barca, pero bajo supervisión del ayuntamiento, presidido por el socialista Enric Llorca. La Benemérita aportó allí 140 somieres, colchones, almohadas y 80 mesas para crear el hospital de campaña en el polideportivo de la localidad. La consejera de Salud, Alba Vergès, consideró que ese hospital “no cumple con las necesidades que tiene hoy el sistema de salud del municipio”. Menospreciando la ayuda, Vergès dejó caer que “si la disponibilidad de camas no puede hacer frente a la demanda, se activarán los recursos específicos, como los hoteles salud o los hospitales temporales, en el momento adecuado”.
Ante la buena imagen que pueden cosechar el Ejército o la Guardia Civil, se ha intensificado la campaña en su contra por parte de los más exaltados. Además de la CUP, desde las redes de apoyo mutuo, que han tomado momentáneamente el lugar de los comités de defensa de la república (CDR), se alimenta la campaña anti Ejército. Una de estas redes enviaba un mensaje a sus activistas este miércoles: “Ante la crisis del coronavirus, el Gobierno decide sacar el Ejército español a la calle, contribuyendo a este escenario de inseguridad para todos. Esconden la militarización de las calles, usurpando funciones de los sistemas de emergencia y protección civil”. Los radicales llaman, así, a “acabar con la militarización de las calles y destinar estos recursos públicos a la sanidad”.
Pero otra cosa son los partidos políticos. El PDeCAT mantiene un perfil bajo respecto de la cuestión de los militares. No así JxCAT, que se ha alineado con los postulados más radicales y rechaza de plazo la presencia de la UME en tierras catalanas. Desde la formación de Carles Puigdemont, se opina lo mismo que opinan desde la Generalitat: “El Ejército está pagado por todos los ciudadanos, también por los catalanes, y debe estar al servicio de las autoridades. Se le llamará cuando sea necesario”.
Los republicanos, en cambio, se muestran más cautos. “No rechazamos ninguna ayuda de ningún sector. En la cuestión del Ejército, hay un dato a tener en cuenta, que es que se vincula a los militares a una ideología muy concreta que no conecta con la mayoría de catalanes”. Así, critican que se haga ostentación del Ejército en las calles, pero no rechazan de plano la ayuda sanitaria que puedan ofrecer. En definitiva, ERC no apoya el envío de la UME a Cataluña (“porque fue una decisión unilateral”), pero tampoco alimentará una campaña en su contra en un momento como este. De este modo, al ‘president’ solo le queda para mantener su postura el núcleo más duro del ‘puigdemontismo’, la CUP y una pléyade de microorganizaciones extremistas.
La batalla de los independentistas contra el Ejército ha entrado esta semana en una escalada de dureza inusitada. Justamente cuando más requeridos son los soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) por ayuntamientos, instituciones o entidades privadas, mayores son el rechazo, las trabas y las campañas emprendidas desde el Gobierno de la Generalitat contra el Ejército, así como desde determinados colectivos extremistas. Las campañas de crítica contra los militares se suceden a un ritmo igual que la demanda de ayuda a los mismos.
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